Los vinos uruguayos en ferias del exterior. Foto: sitio web de INAVI






La ley 19.360 que regula el consumo y la venta de bebidas alcohólicas preocupa a la mayoría de los trabajadores involucrados en este mercado, pero el sector vitivinícola tiene su propia visión sobre el asunto y considera que la situación del vino es diferente a la de otras bebidas.
Antes de ser “descubiertas” por Louis Pasteur en el siglo XIX, las levaduras han enriquecido la alimentación humana desde las civilizaciones antiguas. Estos hongos unicelulares son capaces de degradar moléculas de azúcar para producir energía, anhídrido carbónico, y un subproducto tóxico: el etanol. La capacidad de este alcohol para eliminar las bacterias de la bebida y de la comida ha representado un beneficio evolutivo para nuestros ancestros (además de unas cuantas borracheras), y esto ha determinado que hayamos desarrollado una relación cuasi simbiótica con estos microorganismos y los productos derivados de los mismos.
Pero en una época en la que las técnicas de esterilización se han visto mejoradas y ampliadas, el consumo excesivo de bebidas alcohólicas se ha transformado más en un perjuicio para la salud que un beneficio. Preocupado por esta cuestión, el presidente de la República Tabaré Vázquez promulgó a finales de 2015 la ley número 19.360 que modificó el artículo 45 de la 18.191 promulgada en 2007, ley que ya establecía una disminución en la concentración límite de alcohol en sangre permitida para conductores. La nueva ley hoy vigente lleva esta disminución al extremo al establecer el límite del espirómetro en cero (0,0) gramos de alcohol por litro de sangre; todo número que se escabulla de la nulidad de los números redondos significará una multa inmediata al conductor designado.
Por otro lado, el ejecutivo anunció en setiembre de 2017 un nuevo proyecto de ley que establecería el registro obligatorio de todo aquél que quiera vender bebidas alcohólicas, prohibiría todo tipo de concursos o espectáculos que promuevan su consumo, y regularía toda la publicidad existente alrededor de estas bebidas haciendo obligatoria la presencia de mensajes preventivos acerca de las mismas. El registro de los vendedores debería realizarse a través del Ministerio de Salud Pública, y todo aquél que venda los productos de la fermentación por fuera de este registro correría el riesgo de ser multado o incluso ver su negocio cerrado. A través del diputado Sebastián Sabini, sabemos que el proyecto de ley ya se encuentra en manos de la Cámara de Senadores.
En vista del panorama de incertidumbre que dejaron estas medidas de parte del gobierno, SdR acudió a Gustavo Redín, delegado de la Organización Nacional de Vinicultores en el directorio del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INAVI), para conocer la posición de su sector frente a la mencionada ley.
-¿En qué situación se encuentra actualmente el proyecto de ley promulgada el año pasado con respecto a la regulación del consumo de bebidas alcohólicas? ¿Qué opinión tiene al respecto?
-Este proyecto de ley era un proyecto muy amplio que lo han ido reduciendo y reduciendo. Le queda un camino largo por recorrer todavía. Es el tercer intento por sacar una ley de regulación de alcohol. Va marchando. Bueno, ahora se formó esa mesa de trabajo que creó el Presidente, donde de alguna manera tuvo uno de cada partido y de algunos sectores interesados en el tema. Y bueno, nosotros no quedamos conformes porque considerábamos que teníamos que formar parte de esa mesa.
Hay una persona en esa mesa, Richard Reed, que supuestamente representa a los trabajadores, pero todos los que estamos en el sector vitivinícola lo vemos muy vinculado no solamente al mundo del trabajo de la bebida sino también a la Fábrica Nacional de Cerveza. Él mismo ha discutido en reuniones con el Pepe (Mujica) en las cuales Richard le planteaba que se dejara de joder con el vino, que los obreros que trabajaban en el sector de la cerveza estaban muchísimo mejor que los obreros que trabajaban en el sector del vino, lo cual es cierto. La cerveza, al ser una multinacional monopólica en Uruguay, decide los precios unilateralmente. Ahora aparecieron las cervezas artesanales, pero sino a nivel de cervezas de gran volumen es monopólica. Es dueña de Patricia, Norteña, Pilsen, son todo lo mismo. El sistema productivo del vino es mucho más complejo, con toda una estructura social distinta, con muchas empresas familiares, pero con muy baja o nula rentabilidad. Y eso hace que los empleados y los patrones no estén bien. La cerveza no tiene regulación; el vino tiene un instituto que lo regula, que controla todo,desde la producción de la uva, hasta la elaboración del vino y la venta. Por eso el vino tiene que tener un encare totalmente distinto.
¿Cómo afectarían las medidas planteadas por la ley a la economía del sector vitivinícola?
-En realidad todo depende mucho de cómo salga la ley. Si la ley de regulación del consumo sale de alguna manera controlando los consumos menos leales digamos, la ley podría llegar a afectar incluso favorablemente al sector vitivinícola. No como la del alcohol cero para la conducción que esa sí afectó en contra a nuestro sector. En realidad el consumo del vino, al ser en general más familiar y más responsable, las medidas de regulación del consumo de alcohol no van en su contra. El vino ya tiene toda una serie de regulaciones. Nosotros lo que decimos es: está bien, si todas las bebidas estuvieran tan reguladas como está el vino.
Entonces, va a depender de qué pase con esta ley… Si contempla el sector vitivinícola en forma especial o si hace una regulación indiscriminada. Ahí puede llegar a ser negativo para el vino. Pero bueno, la realidad hoy en el mercado de los alcoholes es que las otras bebidas están infinitamente menos reguladas que el vino. Entonces, una nueva regulación hacia esas bebidas hoy haría que se igualen un poco las condiciones. Todo es como muy sutil acá.
-¿Cuál es la situación actual de este mercado? ¿Considera que existe buena producción y comercialización? ¿Es más rentable el mercado externo?
-Se ha ido transformando el consumo: por un lado disminuye el consumo como parte de la dieta y por otro aumenta el consumo más recreacional. En Uruguay ha ido creciendo un mercado más sofisticado donde pasan a ser más importantes las marcas. Han quedado muchas bodegas que se han convertido en proveedoras de vino para las que tienen marca.
Está claro igual que hace muchos años el sector vitivinícola uruguayo emprendió un camino de calidad y no de cantidad. Y hoy por suerte Uruguay tiene vinos de primera línea a nivel mundial. Lo que sí no tiene es marca uruguaya. Sí hoy está teniendo una muy buena oportunidad con el enoturismo, porque los turistas que vienen a uruguay cada vez más ven como un gran atractivo la visita a las bodegas y la compra de vino allí. Ahí tenemos una gran afluencia de público brasileño y argentino, pero éstos no pueden creer que no puedan siquiera catar el vino. Porque si el tipo vino en una camioneta conduciendo, no tenemos otra que advertirle que hay una ley que puede sancionarlo…
El mercado interno con empresas que tienen marca tiene rentabilidad. Eso hace que la economía en general para las empresas que no tienen marca esté muy deteriorada. Vos me decís si es rentable el sector… bueno, para algunas empresas sí, para otras no. Para muchas empresas es muy difícil incursionar en el plan de exportación. La única alternativa es que se pongan de vagón de otras locomotoras. De lo que sí pueden tener alternativa es hacer pequeñas empresas familiares de venta de vino fino en Uruguay y meterse en el camino del enoturismo. Al turista le encanta llegar a una bodega y ver que lo recibe el dueño. Eso es un fenómeno extraño. Pero hay que profesionalizarse, transformarse. Ahí es donde sostenemos que una visión amplia del Estado tiene que tener una visión inteligente para que esas familias granjeras no se destruyan.
-¿Cuál es la postura del Centro de Viticultores del Uruguay (CVU) frente a la “Ley del Alcohol”? ¿Cuáles son los reclamos que se manejan hacia el gobierno?
-El Centro de Viticultores es la gremial que agrupa a los viticultores que no tienen bodega, supuestamente los más pequeños, los más indefensos. Pero hoy hay muchos bodegueros que están en situaciones más precarias que algunos integrantes del Centro de Viticultores. Un viticultor que de repente le vende bien la uva a una bodega de marca, por ahí por ahí tiene un negocio más o menos rentable y está funcionando bien. Un bodeguero que no tiene a quién vendeerle el vino de repente está mucho peor que ese viticultor.
La postura del CVU es una postura que está tratando de plantear esto mismo que estoy diciendo yo: que todas las regulaciones pueden ser bienvenidas en la medida de que se tenga un tratamiento preferencial para el vino. Y bueno, ellos de alguna manera siempre han sido defensores de que tengan un tratamiento extra diferencial para esos viticultores que integran esa gremial porque son los más indefensos. Y han querido tener planes muy subsidiados en los que ahí nosotros decimos que hay que apoyar y hacer reconversión, pero tampoco sostener planes insostenibles.
-¿Cree que desde el gobierno hay desinterés hacia el sector vitivinícola?
-No puedo decir que el sector no haya estado preocupado por el vino… Pero tampoco puedo decir que el gobierno haya entendido en cabalidad al sector vitivinícola. Entonces bueno, es como un tema agridulce.
El sector vitivinícola con su complejidad social era un sector que era tenido en cuenta. La ley de INAVI fue votada por unanimidad y nació en el primer gobierno de Sanguinetti, si mal no recuerdo… En la primera administración del Frente Amplio esa ley fue cambiada en su estructura, y eso generó un terrible revuelo, una gran discusión que  sacó de foco la problemática. Ahí apareció toda una iniciativa de que había que reducir la mayoría privada del INAVI, y eso fue todo un enfrentamiento con el sector privado que trajo mucho desgaste. Esa ley dejó tres delegados públicos, pero con doble voto, osea que votan por seis, y los delegados privados se bajaron a cinco. Se dio mayoría pública. Los privados después de eso dejaron de querer al INAVI. Y no cambió nada en realidad. Todo siguió funcionando más o menos igual pero con un desgaste que generó un ambiente de desconfianza.
-¿Qué opinión tiene respecto al registro obligatorio de vendedores de bebidas alcohólicas?
-Personalmente creo que de última todos vamos a terminar registrados de todo… Las gremiales están en contra. La realidad es que hoy cada vez estamos todos más registrados por todos lados. Si el uso que se da de ese registro es un uso leal, no tendría que atemorizar a nadie. Creemos incluso que el registro de los expendedores de vino tendría que estar excluido del registro de los vendedores de alcohol, así como pasa en otros países. Justamente porque el vino tiene un registro estricto y absoluto de todo. Está todo registrado en INAVI, hay una trazabilidad total. No escapa a nada.
Uno de los temas más problemáticos con el alcohol es Ancap. Ancap vende alcohol etílico de noventa y seis grados que, lamentablemente, los chicos lo agarran, lo mezclan con pomelo y se toman eso. Y lo venden en estaciones de servicio, en los supermercados, como si no fuera alcohol prácticamente. Y eso es terrible. Entonces bueno, queremos a veces hilar finito. Tenemos el riesgo de controlar excesivamente el sector del vino, y el alcohol de noventa y seis grados se venda libremente. Es una contradicción. Se nos van los elefantes y queremos cazar los ratones. Te aseguro, todas estas cosas hacen ruido. Y esto está atravesado por todos los partidos políticos. Porque lo venimos planteando desde que se hizo la ley de desmonopolización de alcohol en Ancap. Cuando se desmonopolizaron los alcoholes, nunca se llegó a reglamentar la compra de alcohol.
Entonces hoy cualquiera va a Ancap, compra doscientos litros de alcohol, lo mete en un tarro, y se va con ese alcohol adonde quiere. Es completamente libre. No ha habido un Poder Ejecutivo que pueda ponerle la regulación a Ancap. Ancap nunca lo ha aceptado. ¿Cómo puede ser que se esté haciendo esta ley y todavía no se reguló la ley de desmonopolización de alcoholes de Ancap? Atravesó administraciones coloradas, blancas, frentistas, del lado del Pepe y del lado de Tabaré. Nadie lo pudo regular. Y no es porque nos hayamos olvidado de reclamarlo. Lo hemos reclamado, y nadie pudo. Entonces bueno, hay cosas que calientan. Pero ya te digo, el sector vitivinícola quiere luchar junto a todos los que luchan por la salud pública.Y pensamos que ahí podemos contribuir.
Bruno Gariazzo

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