La importancia de la enfermería para las trabajadoras sexuales es grande, ya que desde ese ámbito se sella la libreta que las confirmará para ejercer el oficio. Sin embargo, el jueves en un taller para estudiantes de enfermería en la ciudad de las Piedras, Karina Nuñez, presidenta de Organización de trabajadoras sexuales (Otras), denunció el trato despectivo que varias de sus compañeras del interior reciben de parte de esos profesionales de la salud. De acuerdo con Nuñez, el trato es muchas veces “discriminatorio”, “transfóbico” y “estigmatizante”. Julio Vallarino, director general de la escuela de enfermería Villa Regina, organizadora de la charla, afirmó que en algunos casos detectó “una dificultad” en el vínculo con las trabajadoras sexuales. Para evitar caer en “burradas”, destacó la importancia de las instancias de sensibilización como la coorganizada entre su escuela y Otras.

Durante su exposición, Nuñez advirtió que las trabajadoras sexuales sólo tienen dos ámbitos de contacto con el Estado: la policía y el sistema de salud. La participación de este último es clave, ya que es el encargado de expedir la libreta que por ley les permite desempeñarse en ese rol. Sin embargo, para obtener este documento es necesario que la trabajadora se someta a varios exámenes médicos, como extracciones de sangre, exudados bucofaríngeos, anales, vaginales, y, en el caso de las trabajadoras trans, peneanos. Estos estudios se realizan en policlínicas de profilaxis o, como también se las conoce, “policlínicas de trabajo sexual”. En la actualidad, en Uruguay hay 58 de estos centros de salud y 43 de ellos fueron visitados en algún momento por la presidenta de Otras.

Al llegar a este punto, Nuñez calificó de “completamente transfóbico” el trato que varias de las enfermeras del equipo de laboratoristas del Hospital de Fray Bentos tienen hacia sus compañeras trans. Según completó, ello ha derivado en exámenes “turbios” y “viciados”, que frente a la correspondiente queja culminaron con la negativa de volver a ser realizados. Además, denunció que a varias de sus compañeras se les aplicó una carga de medicación innecesaria, que generó “acumulaciones en el cuerpo y problemas en los riñones”. “En estos cuatro años no hemos logrado sacar a ese equipo de enfermeras, quienes se niegan a hacerles exudados anales a las compañeras trans”, denunció Núñez.

En esta línea, citó otro ejemplo de dificultades a la hora de la realización de estos exámenes, esta vez en la ciudad de Villa del Carmen: “El equipo de enfermería de esta ciudad solamente tiene cuatro cupos [para realizar los estudios] y de ahí tiene que sacar para mujeres embarazadas y para trabajadoras sexuales. Si van tres embarazadas y hay tres trabajadoras sexuales para hacerse el análisis, se va a atender sólo a las mujeres embarazadas”. Cuando Núñez reclamó ante la encargada del equipo de enfermería por esta situación, recibió como respuesta que la prioridad para ellas eran “las embarazadas y no las prostitutas”. De hecho, comentarios como “mija, usted aguanta peores cosas todas las noches, ¿se viene a quejar ahora?” y “aguántese por abortar” son moneda corriente en varios de estos centros.

Para concluir, Núñez advirtió la importancia que tienen para las trabajadoras sexuales todos aquellos espacios por fuera de su círculo de trabajo, ya que en ellos genera un “detonante para la conexión con el exterior”. Además, señaló que el trato que reciban en instancias por fuera de lo laboral va a ser determinante para varios aspectos de su vida cotidiana, y puso como ejemplo un caso en el que gracias a la intervención de una estudiante de enfermería se apresó a un grupo de proxenetas que la esperaba afuera del hospital al que había ido a atenderse. Núñez destacó que en la enfermería hay “montones de cosas que se pueden hacer desde la parte humana” y subrayó la importancia de un personal “capacitado”, “sensibilizado” y “humanizado”.

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