“4 estrellas: Cuando el fútbol uruguayo fue mundial” es el título de una exposición que se inauguró el 6 de junio en el Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra del SODRE, en homenaje a los triunfos olímpicos de 1924 —del que se cumplen 100 años— y de 1928, así como a los dos mundiales obtenidos por la selección uruguaya de fútbol masculino, en 1930 y 1950.
La muestra, que cuenta con fotos que no se habían difundido hasta ahora, está separada en cuatro períodos. Lo primero que se ve al entrar a la sala, además del predominante color celeste, son cuatro paneles de vidrio con imágenes de jugadores y textos explicativos que coinciden con los cuatro campeonatos mundiales ganados por la selección uruguaya de fútbol. Armando Sartorotti, fotógrafo y curador de la exhibición, explicó a Sala de Redacción que “allí se cuentan historias individuales: la de Héctor Scarone, Juan Schiaffino, Obdulio Varela y la del Estadio Centenario, que pasa a ser un protagonista más”.
Detrás de los paneles hay una sala de proyección audiovisual donde se pueden ver dos documentales realizados por Facundo Ponce de León sobre el origen del fútbol uruguayo. Al costado, hay una línea del tiempo que ocupa toda la pared y va desde la llegada del fútbol al país, con los inmigrantes ingleses, hasta el Maracanazo del mundial de Brasil de 1950.
“En este caso, la curaduría fue más allá de lo que hace un curador”, contó el fotógrafo. Normalmente, el curador de una obra se limita a seleccionar un artista específico y algunas de sus obras. Sin embargo, el trabajo de Sartorotti fue mayor: “Lo que me dijeron fue: ‘¿te animas a hacer una exposición sobre fútbol?’. Y dije que: ‘sí’”. Pensó un nombre y un concepto. Buscó considerar la exposición “más allá de la linealidad fotográfica”, y la fue alimentando “en función de revisar muchos archivos”. Reconoció que el tema le interesaba, “como a todo uruguayo grande que los conoció a través del relato de sus mayores”.
En la planta baja del lugar hay una zona de audio en la que se pueden escuchar los relatos de los goles del mundial de 1950. Además, hay una parte dedicada al arte plástico que tiene como motivo la selección uruguaya con obras de Daniel Supervielle, Ignacio Iturria, entre otros. Allí también se pueden ver dos hologramas: la medalla olímpica de 1924 y la torre de los homenajes del Centenario “si se hubiera terminado”. Es que, la torre debería haber tenido una estatua en su punta que iba a realizar José Zorrilla de San Martín, pero no se concretó por falta de presupuesto.
Las cuatro estrellas bordadas en la camiseta de la selección uruguaya no están exentas de polémica (en los conjuntos rivales). Se supone que cada una equivale a un campeonato del mundo. Sin embargo, dos de las cuatro estrellas son por los títulos en los juegos olímpicos de 1924 y 1928. Es que por esas fechas aún no se había creado el torneo mundial, que en 1930 tuvo su primera edición justamente en territorio uruguayo.
Por este motivo, en 2021 la FIFA pidió a la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) que retirara las dos estrellas de su camiseta. Sin embargo, los uruguayos apelaron, con éxito, esta decisión y en el Mundial de Qatar se pudo ver en el museo oficial del torneo una inscripción que reconocía las cuatro estrellas del combinado celeste.
Un relato sin épica
Lo que buscó Sartorotti fue contar esas historias “desde un lado más humano”. Quería alejar la exposición de la “representación épica de la hazaña”. Resumió que su idea era “contar la historia de un conjunto de hombres nucleados a través de su hermandad y sentido de compañerismo”.
Los protagonistas de 1924 “iban pobres y volvieron más pobres”, más de la mitad de ellos no sabía leer ni escribir. Necesitaron que se hiciera una campaña pública de venta de bonos para que pudieran viajar y llegaron a una Europa aún devastada por la guerra. Viajaron en la bodega de un barco y financiaron su estadía en París a través del juego de nueve partidos en España “donde sorprendieron a los europeos por su calidad”. Era la primera vez que un conjunto sudamericano jugaba en el viejo continente.
Una vez en París, descubrieron que la villa olímpica “era un conjunto de casillas de madera y techos de chapa en caminos de barro, donde no había ni dónde cocinar”. Entonces encontraron a una señora, Madame Pain, que vivía sola en un pequeño castillo y se lo alquilaron. Allí tenían hectáreas de campo para jugar al fútbol y para hacer grandes asados. “Vivieron a la uruguaya”, cuenta Sartorotti, para quien esta experiencia “consolidó un espíritu de grupo fabuloso”.
El campeonato olímpico tuvo un paso arrollador para el equipo uruguayo: una aplastante victoria de 7 a 0 contra Yugoslavia en el debut, un 3-0 contra Estados Unidos y 5 a 1 ante la selección francesa. Así alcanzaron la semifinal contra Holanda: ese fue el primer partido complicado para la celeste, que comenzó perdiendo por un gol pero logró dar vuelta el marcador. La final, contra Suiza, en el estadio Colombes, se jugó el 9 de junio y el combinado celeste se impuso por 3 a 0. Para festejar con el público, decidieron caminar alrededor de la cancha, creando lo que hoy se conoce como vuelta olímpica.
La exposición puede visitarse de lunes a viernes de 11.00 a 17.00 en el Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra, ubicado entre Sarandí y Misiones, en Ciudad Vieja. “Es una exposición muy diversa. Para ir a visitar con calma”, recomendó el curador.