Este miércoles, la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad el proyecto de ley presentado por la diputada colorada María Eugenia Roselló y su par nacionalista Pedro Jisdonian que propone extender las licencias por paternidad con el objetivo de lograr una mayor igualdad de género y fomentar una participación más activa de los padres en el cuidado de los hijos desde una edad temprana.
El proyecto propone extender a 20 días la licencia por paternidad de trabajadores públicos y privados. Actualmente, los trabajadores privados, dependientes o no dependientes, tienen diez días continuos de licencia por el nacimiento de un hijo (tal como lo dispone la Ley.19.161), y en el caso de los dependientes se le suman, además, tres días de licencia especial (Ley 18.345). El proyecto aprobado en Diputados propone modificar la Ley 19.161 para aumentar gradualmente la licencia: en el caso de los dependientes, en lugar de diez días, tendrían 14 días a partir de la entrada en vigor de la ley, y 17 días a partir del 1 de enero de 2026 (a continuación de los tres de licencia especial). Para los no dependientes, la licencia se incrementará a 17 días a partir de la entrada en vigencia de la ley, y a 20 días a partir del 1 de enero de 2026.
A su vez, el proyecto propone cambiar la Ley 19.121, que refiere a las licencias especiales del sector público: el régimen actual otorga diez días hábiles de licencia por nacimiento de un hijo, y la iniciativa postula que el trabajador pueda optar por tomarse diez días hábiles o veinte días continuos, en función de lo que le sea más favorable.
En diálogo con Sala de Redacción (SdR), Roselló explicó que, a pesar de ser un año complejo a nivel legislativo, espera que el proyecto, que el jueves ingresó a la Cámara de Senadores, sea aprobado este año. A su vez, aclaró que la propuesta no solo aborda la extensión de licencias, sino que también introduce un fuero paternal que protege a los padres de ser despedidos durante los siguientes 30 días al regreso de su licencia.
La diputada, quien aseguró haber consultado la opinión de varios profesionales al momento de redactar el proyecto de ley, resaltó la importancia de las modificaciones propuestas en el marco de la evolución cultural en relación con los roles de cuidado. En su opinión, “Uruguay no estaría acompañando hoy en día, con sus leyes, esta evolución cultural”. Además, añadió que el proyecto pretende que ambos padres estén presentes en los primeros días de vida del recién nacido, ya que “el otro progenitor es tan importante como su mamá”.
A largo plazo
Sala de Redacción también conversó con Sol Scavino, doctora en Sociología, quien junto a integrantes del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (FCS-Udelar) ha investigado la participación de varones en el cuidado infantil, así como la incongruencia entre los discursos de igualdad y las prácticas en torno a la corresponsabilidad.
Scavino ofreció una perspectiva crítica sobre el impacto potencial del proyecto de ley impulsado por Roselló y Jisdonian. Si bien reconoció que Uruguay tiene un marco relativamente avanzado comparado con otros países de la región, la socióloga señaló que la división sexual del trabajo aún es una barrera significativa hacia la igualdad de género. “No se ha movido mucho la aguja de los indicadores del tiempo que efectivamente dedican los varones y las mujeres al cuidado infantil”, se lamentó Scavino.
En cuanto al proyecto de ley, advirtió que si bien la extensión de la licencia por paternidad sería algo positivo, es poco probable que el cambio ayude a cerrar la brecha de género en la crianza de los hijos por sí solo, ya que su diseño no promueve mayor igualdad en las condiciones de cuidado entre hombres y mujeres, y únicamente apunta a quienes pueden acceder a una licencia.
La clave, según Scavino, está en crear políticas que promuevan licencias iguales, individuales e intransferibles para ambos padres. “Que las licencias sean, independientemente del sexo de la persona o de la identidad de género con la que se identifique quien está a cargo de los cuidados, todas iguales, que no haya como un ‘maternalismo’, es decir, un Estado y un mercado laboral reproduciendo un mandato de género tradicional: las mujeres al cuidado y los varones al mercado laboral” afirmó.
Hay que involucrarse
Al fundamentar las razones detrás del proyecto de ley, Roselló dijo que los padres juegan un papel fundamental en la crianza de sus hijos, pero que no cuentan con el respaldo legal necesario para dedicarle el tiempo deseado. “Estos vínculos son tan importantes que se generan desde el primer día del recién nacido, y sin lugar a dudas va a favorecer a la crianza” argumentó.
En la misma línea, Scavino sostuvo que cuando los hombres tienen acceso a licencias parentales adecuadas y están involucrados en el cuidado desde el nacimiento, hay un impacto positivo a largo plazo en la distribución del tiempo y en la reducción de prejuicios de género. Según explicó, es un prejuicio creer que las mujeres sabrán de manera instintiva qué hacer cuando nazca el bebé, porque en realidad esto no es algo innato y las mujeres aprenden a medida que lo experimentan.
A pesar de ello, en otro orden, la socióloga consideró que si bien la propuesta de Roselló representa un avance mínimo hacia mayores niveles de paridad en el tiempo de licencias, no aborda las desigualdades estructurales y económicas que perpetúan la división del trabajo de cuidado. Según reiteró, las mujeres, especialmente aquellas que pertenecen a los niveles socioeconómicos bajo y medio, continúan siendo las principales proveedoras de cuidado infantil y, a menudo, no están formalmente incluidas en el mercado laboral, por lo que no se benefician plenamente de las licencias.
Observaron que en los niveles más bajos prevalece un modelo tradicional, caracterizado por una distribución desigual del trabajo de cuidado, en el que las mujeres asumen la mayoría de las responsabilidades y los hombres tienden a estar ausentes. Esto las llevó a resaltar la necesidad de implementar políticas que promuevan la igualdad de género y la inclusión laboral, especialmente para quienes tienen vínculos informales con el mercado laboral.
En los niveles altos, mientras tanto, también se observó una estructura tradicional, aunque los padres no necesariamente se encontraban ausentes y participaban en actividades como el juego y los paseos, sin llegar a asumir responsabilidades de cuidado.
Por último, notaron que en los niveles medios se desarrollaban paternidades más activas y autónomas, con una tendencia a una corresponsabilidad más equitativa y activa en el cuidado diario, que incluía tareas cotidianas y rutinarias, aunque las mujeres aún asumían la mayor parte del trabajo de cuidado, lo que parecería indicar un avance no completamente igualitario.