“La experiencia educativa post-pandemia”; así se llamó la mesa de discusión que tuvo lugar el martes 6 de setiembre en la Facultad de Información y Comunicación (FIC). La misma es la primera de tres instancias de diálogo que intentan mostrar el trabajo realizado por un equipo interdisciplinario abocado a la comprensión pública de los debates y las transformaciones educativas en curso en Uruguay.
El equipo está conformado por miembros de la Facultad de Ciencias Sociales, la Facultad de Información y Comunicación, la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, el Observatorio de Medios de la FIC y la FING, el Observatorio del Derecho a la Educación, entre otros. El proyecto se presentó al fondo para la comprensión pública de temas de interés general en 2021 y se propone ver qué actores participan en el debate educativo, cuáles son los hitos o nudos del mismo y que rol e influencia juegan los medios en este debate y en la construcción de la agenda.
La primera mesa de discusión contó con la presencia de Luis Otero de la Asociación de Funcionarios de la Universidad Tecnológica del Uruguay (AFUTU), Adrián Arias de la Asociación Uruguaya de Educación Católica (AUDEC), Javier Lasida, presidente del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEEd), Lautaro Gutiérrez del gremio estudiantil del IAVA y Olga Fernández, integrante del colectivo Familias Organizadas de la Escuela Pública (FOEP).
La mesa abrió con una intervención de cada participante sobre la experiencia de la educación en la pandemia. Otero sostuvo que la educación virtual fue muy dura para los docentes. Para el miembro de AFUTU no solo los alumnos fueron víctimas de las desigualdades sino también los docentes, quienes sufrieron problemas de conectividad y de readaptación de sus espacios cotidianos como la transformación de su living a un aula, argumentó el funcionario. Asimismo, se vivió un aumento del estrés laboral producto del aumento de trabajo: “nosotros tenemos contratos por actividad presencial y horas semanales, que (en la virtualidad) se fueron de las manos”, sostuvo Otero, mientras reivindicó el “derecho a desconexión” en varias ocasiones.
Lo colectivo y lo emocional
Por su parte, el integrante de la AUDEC tuvo una perspectiva más centrada en los alumnos y sostuvo que “en Uruguay no se cuidó el derecho a la educación”. Para Arias, la presencialidad garantiza los procesos de aprendizaje y nutre a los niños y adolescentes de experiencias que también ayudan a la formación como el desarrollo de habilidades sociales. Asimismo, aseguró que la supresión de espacios de construcción individual como cumpleaños o clases afectan la salud emocional de los niños y adolescentes. De igual forma, sostuvo que Uruguay no tiene una política de infancia y adolescencia definida. Arias reclamó que aún tenemos resabios de la pandemia y que eso se ha visto claramente cuando este año se decretaron tres semanas de vacaciones sin tener en consideración las consecuencias en los estudiantes. Además, el representante de la educación católica exhortó a mirar otras pandemias que hay en Uruguay como la pobreza infantil, los niños y adolescentes privados de libertad o internados en INAU.
Posteriormente, el presidente del INEEd comenzó argumentando que en Uruguay no podemos hablar de “crisis de aprendizaje” pero que la pandemia empeoró varios indicadores que no se encontraban en una buena situación previa. Lasida señaló que la calidad del aprendizaje ha empeorado y que la inequidad en el mismo también ha crecido. Asimismo, señaló que la salud mental de los estudiantes ha empeorado y que se requieren profesionales en el área. Sin embargo, para el presidente del INEEd no todo es negativo; según informes del instituto los docentes usan más los medios tecnológicos como la plataforma CREA que antes de la pandemia.
Desde una mirada estudiantil, Gutiérrez sostuvo que la educación es un hecho colectivo y que la pandemia dañó los espacios de organización colectiva como los gremios, fomentando el individualismo. Asimismo, afirmó que fueron notorias las desigualdades sociales y materiales entre estudiantes. “No solo faltaban medios sino también contención”, afirmó el integrante del gremio. Además el estudiante del IAVA sostuvo que la exigencias se redujeron y que no se ha vuelto a los estándares previos. De igual forma reclamó más equipos técnicos especializados en educación mental y rescató que la pandemia ayudó a valorizar los espacios colectivos.
Por su parte, para la integrante del colectivo Familias Organizadas de la Escuela Pública lo más importante es destacar la respuesta frente a la situación de la pandemia. Fernández sostuvo que como padres y trabajadores “fue complicado encontrarse con la desaparición de los centros educativos y de cuidados”. También pidió revalorizar la escuela como espacio de cuidados y no olvidar que los centros detectan problemáticas que son esenciales para la seguridad de los niños, como la violencia doméstica. Asimismo, aseguró que los aprendizajes no fueron iguales y que los alumnos que se encontraban en años importantes, como primero o segundo de primaria, tienen bases endebles. Al igual que el referente de la educación católica, Fernández señaló que el aumento de vacaciones de este año muestra la vulneración de la obligatoriedad como derecho y la instalación de una escuela prescindible desde la pandemia.
La mesa cerró con una serie de reflexiones finales que, a pesar de las discrepancias entre los distintos miembros, llamó a debatir la temática de la educación. Este proyecto culminará con la publicación de un libro en el cual se detalla el trabajo realizado por los distintos equipos y los resultados obtenidos.