El panorama actual del ballet nacional se puede asimilar a un óleo de Edgar Degas (1834-1917). Con arabescos pincelados desde un estudio de baile, este pintor supo retratar las poses plásticas y armoniosas de bailarinas clásicas que traslucieron, en realidad, el agotamiento del entrenamiento diario de sus modelos.
El Servicio Oficial de Difusión, Radiotelevisión y Espectáculos (Sodre) es una unidad ejecutora dependiente del Ministerio de Educación y Cultura (MEC). Su cometido es crear y difundir múltiples áreas de la información, del arte y de la cultura. Allí están registrados cerca de 500 funcionarios presupuestados y alrededor de 300 empleados contratados, dispuestos entre los cuerpos estables, las radios, la administración y los técnicos de espectáculos. Dentro de sus espacios artísticos cuenta con cuatro cuerpos estables: la orquesta sinfónica (Ossodre), el conjunto de música de cámara, el coro y el cuerpo de baile.
La popularidad del ballet local, en particular, repuntó en los dos últimos años debido a una serie de factores. Por un lado, luego de que transcurrieran 38 años desde su incendio, el 21 de noviembre de 2009 se reinauguró el histórico estudio-auditorio, ubicado en el cruce de las calles Mercedes y Andes, y resurgió así de las cenizas como el Auditorio Nacional Adela Reta. De esta manera,se puso fin al nomadismo de los bailarines profesionales uruguayos, quienes al carecer de espacios fijos se veían impedidos de presentar espectáculos asiduamente.
Asimismo, el Presidente de la Comisión Directiva del Sodre, Fernando Butazzoni; el máximo jerarca del MEC, Ricardo Ehrlich; y el Presidente de la República, José Mujica; ofrecieron el cargo de Director Artístico del ballet del Sodre al argentino Julio Bocca. El reconocido bailarín aceptó el reto y se sumó a las filas del ahora denominado Ballet Nacional Sodre (BNS) el 23 de marzo de 2010. La presencia de Bocca implicó que bailarines extranjeros se acercaran interesados en pertenecer a la compañía, que el MEC invirtiera más recursos económicos para promocionar temporadas ininterrumpidas, y que el BNS realizara giras por el interior del país y por Europa, esta última posibilidad gracias al estatus internacional que tiene Bocca.
En tanto, el MEC pretende implementar una serie de modificaciones institucionales dentro del Sodre en general, que conducirían a los artistas a desprenderse de su rótulo de “empleados públicos”.
A pesar de este crecimiento en tan corto lapso, debajo del misterio de las zapatillas de punta, que mágicamente permiten a una danzarina elevarse sobre tres dedos de su pie y erguirse con líneas simétricas perfectas, se refugian heridas enrojecidas e hinchadas, y huesitos crujientes. Tal como si fuera un cuadro de Degas.
Primer acto: cambio de escenografía. Un punto de coincidencia que tienen los actores involucrados del Sodre y el MEC es que la estructura institucional del organismo es vetusta y lenta. Los aspectos que provocan rispideces son el camino para trazar cambios y qué transformaciones concretas se deberían ejecutar.
El Sodre carece de independencia para manejar su presupuesto y para gestionar contrataciones, y éste último es un inconveniente sobre todo para la parte artística, entre ellas el ballet, por la falta de dinamismo en los trámites. Por esta razón, el MEC entiende que un dispositivo de modernización institucional es convertir al Sodre en una persona pública no estatal. De esta forma no perdería el vínculo con el Estado ni los controles estatales, pero se eludirían escalones de las modalidades contractuales que tiene la administración central, y se permitiría la intervención de patrocinios privados. Esta solución fue rechazada por la Asociación de Funcionarios del Sodre (Afusodre) por interpretar que se trata de una privatización o, en el mejor de los casos, de una tercerización de la institución. El cambio jurídico que proponen los funcionarios responde a la idea de trasladar el Sodre hacia un servicio descentralizado.
El Sodre gasta 80 millones de pesos anuales en salarios de personas contratadas, pero tiene un presupuesto estimativo de 25 millones por año para invertir en contratos. Entonces, una consecuencia es que debe recurrir al Ministerio de Economía y Finanzas para que le otorgue refuerzos de rubros. Y eso genera demoras en las contrataciones.
Por ello, otro de los proyectos del MEC es la creación de un fideicomiso para las actividades culturales. Así, el Sodre firmó un contrato de prestación de servicios con la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND) el 10 de setiembre de 2008. En principio, ese acuerdo fue un impulso para culminar las obras del nuevo auditorio nacional, reforma que estaba paralizada. A continuación, se amplió el convenio, y la CND hoy administra los recursos del Sodre para las contrataciones de bailarines nuevos e inclusive la del propio Julio Bocca. En diálogo con Sala de Redacción, el Director General del MEC, Pablo Álvarez, aseguró que “las modalidades contractuales de fideicomiso permiten la flexibilidad que se precisa para contratar de forma rápida y resguardando los derechos del trabajador”.
La Rendición de Cuentas y Balance de Ejecución Presupuestal sancionada en octubre de 2011 contiene un artículo, el 203, el cual avala que el fondo de desarrollo artístico y cultural del Sodre se podrá constituir con diversos créditos, entre ellos, con los fideicomisos autorizados. “La mayor parte de los nuevos contratos artísticos serán bajo un régimen privado y no bajo un contrato de función pública. En el ballet se vio que esta forma le da al trabajador estabilidad laboral, y al que diseña el plantel cierta flexibilidad para elegir a los mejores artistas para sus elencos”, explicó Álvarez. Contrariamente, la presidenta de Afusodre, Verónica Rivas, afirmó a SdR que los contratos artísticos de los bailarines son “precarios” y que justamente no les garantizan estabilidad laboral ya que son a término por un año, o pueden depender del gobierno de turno. No obstante, una bailarina solista del BNS expresó a SdR que el régimen contractual la mantiene incentivada a dar el máximo puesto que sabe que pueden rescindirla, y añadió que varias compañías en el mundo funcionan así.
Segundo acto: no todo es por amor al arte. Si bien el Sodre se creó por la Ley N° 8.557 del año 1929, el cuerpo de baile debutó en 1935. Y ya las primeras décadas significaron la consolidación de un ballet cosmopolita de primer nivel.
El incendio del viejo auditorio en el año 1971 zanjó la historia, ya que las brasas consumieron los archivos materiales, todo tipo de registros, de material escénico, y derrumbaron el espíritu de una tradición construida sobre la base de vastos repertorios. La desintegración del grupo de bailarines, entendido como un cuerpo sólido, fue inminente. Más tarde, no se propusieron políticas culturales abocadas al ámbito artístico ni por parte del gobierno de facto, ni desde los gobiernos democráticos posteriores.
Edgardo March, ex primer bailarín del Sodre, rememoró que los bailarines pasaron por períodos en donde no tenían calefacción, limpieza, agua, ni un piso de ensayo apropiado que los protegiera de lesiones. También los conflictos salariales estuvieron a la orden. “Pasaba mucho tiempo sin que nos aumentaran y nos pedían que tuviéramos más carga horaria”, remarcó el argentino nacionalizado uruguayo.
La presidencia de Tabaré Vázquez fue la encargada de reflotar el proyecto cultural del Sodre y con él, al auditorio y al ballet. En esta segunda gran época histórica persisten bailarines regionales e internacionales. Para la audición de noviembre de 2010 se presentaron 148 aspirantes, de los cuales se seleccionaron diez. De ese número, sólo dos bailarines escogidos fueron uruguayos. Es así como el plantel que está a disposición para este año suma un total de 62 bailarines, repartidos entre 45 uruguayos y 17 extranjeros provenientes del resto de América y de Europa. Habitualmente, los concursos para los cuerpos estables eran nacionales, y si algún extranjero quería postularse, debía cumplir con los requisitos de residencia del país. A partir de la primera convocatoria desde que Bocca está al mando, las audiciones se realizan a través de Presidencia de la República y no del Sodre, con lo cual el carácter del llamado es internacional y se esquivan los requerimientos especiales para los extranjeros.
Como consecuencia, un aspecto que produce asperezas en la visión que se tiene del BNS es la situación laboral. La camada de bailarines que ingresó con el programa de Bocca tiene un contrato artístico anual, y efectúa sus aportes sociales bajo los estatutos de las empresas unipersonales. Es decir, no pertenecen al padrón del funcionariado público puesto que son modalidades de contratación incompatibles. Así lo determina el artículo 458 del Texto Ordenado de Normas sobre Funcionarios Públicos anotado y concordado al 31 de diciembre de 2009.
La otra fracción de profesionales forma parte de la plantilla estable, y son funcionarios públicos de carrera. Según la planilla de salarios a la que accedió SdR, los sueldos nominales alcanzan 20 mil pesos para el cuerpo de baile, hasta 27 mil para el primer bailarín. A su vez, el cuerpo estable se compone con bailarines que cobran su sueldo, una pensión graciable concedida en la década del ‘80, y en algunas oportunidades son convocados por Bocca para participar en papeles secundarios de los espectáculos, con lo cual llegan a percibir entre 80 y 100 mil pesos mensuales.
De igual forma, como las mensualidades del BNS están administradas por la CND, SdR corroboró con la sección financiera del Sodre que no existe un registro fiel acerca de las remuneraciones del personal contratado, porque la CND no tiene la obligación de hacer el detalle mensual de sus gestiones. Esa confidencialidad lleva a especular, por ejemplo, que el sueldo de Bocca ronda entre los 150 y 180 mil pesos, aunque el organismo estatal no lo sabe con exactitud.
Álvarez admitió que los salarios suelen ser diferentes, aún con cargos similares. “Se quiere brindar la misma remuneración dentro de la misma área artística. Pero hay que hacer la salvedad de que no es lo mismo un funcionario público que tiene un contrato hasta que se jubile, que un contratado temporal que no tiene esos mismos derechos”, señaló.
Cuando se baja el telón. Otro de los motivos que obligó a contratar bailarines y no presupuestarlos es que no tienen una ley jubilatoria especial. Anteriormente, un bailarín con veinte años de trabajo o cuarenta de edad tenía derecho a jubilarse. El decreto 9/979 de la dictadura, entre otras disposiciones, abolió este beneficio. Así las cosas, cuando un bailarín presupuestado culmina su carrera, sea por el desgaste físico o por la edad, continúa obteniendo su salario como funcionario. Una porción se redistribuye, por ejemplo en escuelas de danza, pero otros no trabajan más para el Sodre a pesar de seguir registrados en el padrón, de cobrar sus salarios y los aumentos correspondientes. “Los bailarines del Sodre están acostumbrados al sistema de escalafón, a concursar una vez y quedar presupuestados. Después, no les importa cuidar su cuerpo o entrenar porque tienen el cargo”, opinó Carolina Bucheli, ex bailarina del Sodre, a SdR.
Al mismo tiempo, cuando un bailarín deja de participar activamente en el cuerpo de ballet, se debe incorporar otro que supla su lugar en los espectáculos. Pero ese nuevo integrante administrativamente se ve obligado a ser contratado ya que el puesto sigue ocupado legalmente por su antecesor, quien no puede ser despedido ni jubilado. Todo lo cual conduce a requerir de más fondos, tanto para cubrir los salarios de los bailarines que están en actividad como los de aquellos que están retirados en los hechos, aunque no en los papeles. “Para ascender al siguiente nivel había que concursar. Pero para que hubiera concurso se tenía que jubilar alguien. Y como la jubilación es la misma que la de cualquier persona, pasaban veinte años. O sea que cuando llegabas a primera bailarina, ya tenías cuarenta años”, ilustró Bucheli.
Precisamente, Rivas sostuvo que para reestructurar el cuerpo de baile Afusodre reclama que retorne la ley jubilatoria especial. “Así, esos cargos se liberarían y se podría concursar. Tampoco es justo para quienes están en esos cargos porque alguna alternativa les tienen que dar”, analizó.
Tercer acto: la vida debajo de las tablas. Por otra parte, los bailarines de la plantilla estable están sindicalizados, a diferencia de los contratados. Según las consultas al respecto, distintas circunstancias impiden que los bailarines se sindicalicen: el porcentaje de extranjeros que se ven por fuera de los problemas específicos del Sodre; la falta de tiempo, puesto que desde la asunción de Bocca se incrementaron las horas de las jornadas de ensayo, y en algunos casos, los bailarines tienen sus escuelas de danza particulares.
En declaraciones a SdR, Julio Minetti, bailarín afiliado a Afusodre, observó que no hay interés por parte de los bailarines del BNS de estar sindicalizados, porque “sienten que el proyecto de Julio Bocca es el más interesante de los últimos tiempos. Entenderán que la dirección les otorga todas las garantías para no necesitar el sindicato”. Rivas agregó otra arista: “Puede haber un planteo subliminal de que es mejor que no haya una actividad sindical interna del cuerpo de baile. No sé si Bocca está acostumbrado a que en la parte artística haya una organización sindical”.
La hipótesis de fondo que sostiene Afusodre es que existe presión por parte de Bocca. Desde el punto de vista artístico, Bocca puede descartar a un bailarín justificando que está gordo, que no encaja en los personajes de los ballets, que va fuera del tiempo musical, que no respeta las formaciones de las coreografías, o hasta que no entrena. “Los bailarines nos han dicho que hay una presión indirecta. El bailarín quiere bailar, y bailar con Bocca es prestigioso para su carrera. Entonces, entre mantener un principio sindical o seguir bailando con Bocca, ni lo piensa”, manifestó Rivas.
Con el nuevo régimen de contratación, si un bailarín incumple con las obligaciones que le exigen, puede perder su puesto de manera directa. “Los chicos la piensan. Con estas reglas, o se suman o se alejan. Si se alejan no bailan, y si no bailan, se tienen que ir a otra compañía, y acá no hay otra compañía. Se tienen que ir del país”, dedujo March.
Entre bambalinas. El vínculo entre el BNS y Afusodre se lesionó cuando el 7 octubre de 2010, frente a un paro general del PIT-CNT que coincidía con una gala de ballet, nadie del BNS afiliado al gremio adhirió a la medida tomada por la central de trabajadores. “Los bailarines actuaron gratis con tal de no dar el brazo a torcer. Gremialmente, creo que en la historia nunca pasó que el PIT-CNT hiciera un paro general y que un organismo cultural no lo acatara”, sentenció a SdR Raúl Saavedra, músico dirigente de Afusodre. Del mismo modo, Minetti se arrepintió de haber bailado ese día. “Era un nuevo comienzo de la compañía y no quise fallarle, pero de alguna forma falté a mis principios”, reflexionó.
Por otro lado, la asociación había tenido una reunión con Bocca en la cual el maestro les confió que había garantías para los trabajadores y que aquel que quisiera agremiarse o parar, solamente tenía que decirlo. En ese momento se mandó un mail a los bailarines para averiguar si iban a parar. Bocca mencionó a Afusodre que necesitaba ratificar quién paraba para saber con quién contaba para ese espectáculo. Incluso, Minetti distinguió que “hubo una cierta presión, pero no represión sindical. Por más que todos dudábamos si bailábamos, la decisión pasó por nosotros”.
En ese encuentro Bocca acotó, además, que no suspendería la función. El gremio le sugirió posponer el día del espectáculo, pero Bocca conservó su postura, y amagó con renunciar al BNS. “Eso genera presión sobre los bailarines. Si ellos toman una medida gremial, y Bocca amenaza con irse porque no puede trabajar en esas condiciones, es un chantaje”, apuntó Rivas.
Ehrlich, Álvarez y el secretario de presidencia, Alberto Breccia, procuraron negociar con el sindicato para que ese día montara una guardia gremial en el auditorio. Afusodre sólo lo haría si el ballet era considerado un servicio esencial. Como eso fue imposible, el gremio cumplió con el paro, al tiempo que Mujica, las autoridades del MEC, y las del Sodre, asistieron al espectáculo. “Fue un cachetazo que apoyaran a Bocca. Más cuando es un gobierno que se dice de izquierda, y su actitud fue totalmente antisindical”, lanzó Rivas.
El eco de las luces. Estos resquemores perduraron, y a casi un año de aquel episodio, el 14 de septiembre Afusodre denunció a Bocca ante la Comisión de Educación y Cultura de Diputados. La versión taquigráfica recogió que “cuando asumió el maestro Bocca, dijo a los bailarines: nada de sindicato. El que esté en el sindicato, no baila”. Saavedra, quien fue en representación de Afusodre a dicha comisión, se limitó a puntualizar que la molestia con Bocca entró al Parlamento en el marco de las irregularidades que Afusodre quería revelar sobre el organismo.
De todas maneras, a raíz de este suceso, dos días después Butazzoni elevó una carta pública en la que exhortó a Bocca a confirmar la veracidad o la falsedad de la acusación sobre las represiones sindicales, para así “poder actuar en consecuencia”. Le solicitó que el comunicado fuera puesto en conocimiento de todos los bailarines del BNS, complementando que estaría “a la orden de cualquier persona de dicho cuerpo que deseara efectuar algún tipo de reclamo”. Por último, le reiteró a Bocca “la más absoluta confianza profesional y personal” que le tiene. Butazzoni se excusó de hablar con SdR. Y a pesar de que Álvarez está al tanto de este incidente, aclaró que no tuvo “información de primera mano sobre que se haya planteado un desconocimiento de los derechos sindicales”.
El 17 de septiembre, Bocca subrayó a Últimas Noticias que ante cualquier duda se preguntara a los bailarines. Minetti desmintió las acusaciones hacia Bocca: “No es que prohíba que estemos sindicalizados porque, de hecho, yo lo estoy”. Y la bailarina solista insistió con que Bocca les deja libertad de afiliarse y de parar. “Hay una difamación sobre que él nos oprime, que nos inscribe en listas y movidas que nada que ver”, indicó.
Igualmente, Rivas no redujo este capítulo a la supuesta presión sindical de Bocca, sino que alega que hay un desajuste en toda la gestión del auditorio. “A nosotros nos preocupa que el cuerpo de baile sea Bocca. Cuando vino abrió una perspectiva para los bailarines que hacía años habían perdido, y que es muy positiva. Pero no se hizo una reestructura. Si mañana Bocca no está, no hay un proyecto cultural a largo plazo”, argumentó.
Por su parte, Butazzoni enfatizó en radio El Espectador el 23 de septiembre que “se acabaron los tiempos de los diagnósticos. Es necesario implementar nuevos mecanismos”.
La función debe continuar. A pesar de todo, en este ambiente se respira optimismo. El último ballet presentado, el 30 de septiembre, fue “El Corsario”. En esa ocasión, Bocca circuló internamente una carta en la que detalló cómo distribuyó los 290 mil dólares con los que contó para montar la obra. Álvarez comentó a SdR que es la primera exhibición que obtuvo ganancias con las entradas. De todas formas, la política cultural de la cartera no pretende que la rama artística sea superavitaria. Lo que el MEC sí requirió fue que se adjudicara una mayor inversión para el BNS. Y en la Ley N° 18.719 del Presupuesto Nacional para el período 2010-2014, en el artículo 518 se aprobó, por primera vez, un monto de 20 millones de pesos anuales destinados únicamente para el ballet nacional.
“El Estado le dio la potestad a Bocca de llevar adelante una compañía cuando por muchos años el ballet fue la Cenicienta de los cuerpos estables porque las autoridades, en los últimos veinte años, se habían olvidado de él”, sintetizó Minetti.
Para Álvarez, la metamorfosis que está transitando el BNS tiene un saldo positivo: “No nos olvidemos que hace unos años terminaban bailando en la calle porque no tenían presupuesto ni una conducción”.
Lo cierto es que el 23 de noviembre el ballet del Sodre cumplió 76 años. Entre tanto, el 9 de diciembre se estrena la pieza clásica “Cascanueces” que a esta altura ya tiene funciones agotadas y más de 14 mil entradas vendidas. ¿Cómo serían hoy representados los tules y las tiaras del próximo ballet nacional en un cuadro de Degas?
Analía Buffa / Cindy Lamarca