“Cuando el partido estaba en el gobierno, la presidencia del Frente Amplio (FA) era importante pero no tenía tanta relevancia como ahora, desde la oposición”, dijo a Sala de Redacción el politólogo e investigador Daniel Chasquetti. El 5 de diciembre el partido elegirá a su nuevo presidente y, según expresó a este medio el doctor en Ciencia Política Antonio Cardarello, el FA buscará una “figura articuladora”, que porte una capacidad de diálogo tanto hacia adentro como hacia afuera de la fuerza política.
Tanto Chasquetti como Cardarello creen que quien ocupe la nueva presidencia del FA deberá construir una estrategia que permita la coordinación entre la gran cantidad de grupos y sectores que conforman el partido, además de favorecer el contacto con las organizaciones sociales, con los demás partidos y con el gobierno actual.
Es en esa búsqueda de un “negociador que logre acuerdos” que Cardarello explica el favoritismo de la candidatura de Fernando Pereira, dada su experiencia en el liderazgo del PIT-CNT. Pereira fue quien obtuvo más apoyos de distintos sectores en el Plenario Nacional del FA que se hizo el 25 de setiembre, con 134 votos. Los otros dos candidatos son Ivonne Passada, que obtuvo 77 votos, y Gonzalo Civila, con 66.
Las autoridades que han estado al frente del partido hasta ahora, bajo la presidencia de Javier Miranda, tuvieron que alargar su mandato debido a la emergencia sanitaria. Chasquetti entiende que esto ha sido un problema para el FA, porque las autoridades salientes “estaban fuertemente cuestionadas y deslegitimadas por las bases, por la opinión pública y por otros actores”.
Cardarello señaló que ni la presidencia de Jorge Brovetto (2004-2012), ni la de Mónica Xavier (2012-2015), ni la de Miranda (2016-2021) lograron “marcar el lineamiento del partido”, ni convertirse en figuras centrales de la política, ni generar consensos al interior del partido. Quienes sí lograron “marcar la pauta” en el liderazgo de la fuerza política fueron los dos primeros presidentes: Liber Seregni (1971-1994) y Tabaré Vazquez (1996-2004), opinó Cardarello. Según su análisis, los dos líderes presentaron distintas estrategias en su mandato. Seregni apostó a ser “negociador y articulador, buscando consensos y acuerdos”, mientras que Vázquez impuso “su carisma y su potencia electoral”, expresó el doctor en Ciencias Políticas.
Después de la derrota
Las elecciones internas del FA de este año encuentran al partido siendo oposición luego de haber perdido las elecciones presidenciales en 2019 y de haber estado 15 años al frente del gobierno nacional. “Desde el punto de vista empírico, al FA le costó bastante adecuarse al nuevo rol” y adoptar las nuevas lógicas, como el hecho de “tener menos recursos institucionales y enfrentarse a una coalición mayoritaria en las cámaras”, manifestó Chasquetti. Cardarello comparte la idea de que al partido le costó asumir su rol como oposición pero entiende que es “bastante normal”, y que lo mismo sucedió con los partidos “tradicionales”.
Para Chasquetti, uno de los principales problemas que ha tenido el FA en estos años de opositor reside en la “unidad de acción” porque “al no tener una estrategia clara y definida, en muchas instancias apareció dividido”, expresó. Él observa dos momentos en los que esa fragmentación se notó y generó problemas. Por un lado, mencionó que en el comienzo de la pandemia, que coincidió con el principio del mandato del nuevo gobierno, desde el FA se podían escuchar dos posturas sobre el manejo de la emergencia sanitaria: los que abogaban por una cuarentena total y los que entendieron como “un camino muy viable” la estrategia de las autoridades de apelar a responsabilidad de la población. El otro momento en el que Chasquetti encontró divisiones al afrontar la Ley de Urgente Consideración (LUC) desde el ámbito parlamentario, en donde “había dos estrategias”: apelar a una inconstitucionalidad de la ley o atacar los temas que incluía. Luego, cuando la LUC fue aprobada y sus opositores decidieron intentar derogar una parte, el FA se debatía si “ir por el camino corto y contra pocos artículos o ir por el camino largo y contra muchos”, lo que, según el politólogo, constituyó otro problema interno.
Cardarello señaló, por otra parte, que “el año pasado no hubo interpelaciones a ministros por primera vez desde la recuperación democrática”, y dijo que ese es otro indicador de que el partido demoró en asumir su rol fuera del gobierno. Sin embargo, este año sí se han hecho interpelaciones y ahora “el FA hace lo que se espera que haga una oposición en un gobierno democrático”, afirmó. El punto de quiebre en que los frenteamplistas tomaron el puesto de opositores, según Cardarello, fue durante la recolección de firmas para llegar al referéndum contra los 135 artículos de la LUC.
El haber llegado a las firmas “significó un espaldarazo” para el partido, dijo Cardarello y Chasquetti también piensa que eso creó “un escenario mucho más favorable” para el FA. Además, marcó que si no se hubiese llegado a las firmas necesarias para el referéndum, el prestigio que hubiese ganado la LUC complicaría la elección de autoridades de diciembre, que se hubiese tenido que enfocar de otra manera. Un partido de oposición para colocarse como alternativa clara para un futuro gobierno, debe demostrar que tiene “buenas ideas, personal calificado y fuerza electoral” y en eso último el referéndum será muy importante para el FA, pronosticó Chasquetti.
Una mirada desde adentro
La diputada frenteamplista Cristina Lustemberg cree que no se puede afirmar que el hecho de haber perdido las elecciones nacionales no haya afectado las discusiones políticas dentro del FA, según dijo a Sala de Redacción. Desde el sector al que ella pertenece, Participar, Articular, Redoblar (PAR), consideran necesario que el FA vaya hacia una mayor expansión, sea más democrático y fortalezca su estructura para que sera “más participativa, diversa, abierta, renovada, paritaria y no tan rígida”, expresó.
Es por ese motivo que ella cree que las elecciones serán una instancia importante en la que se debe elegir un presidente que “haga una proyección”. Lustemberg cree necesario que el partido trabaje para que los votantes vean que se trata de “una fuerza política de izquierda que se adapta al contexto actual”, que aunque vuelva a sus bases históricas “tiene propuestas concretas de hacia dónde debe ir el país en un futuro”, expresó.
El que ocupe el cargo deberá trabajar en la campaña por el referéndum contra la LUC, pero además deberá regirse por “principios éticos donde la construcción colectiva actualizada y acorde a la época que hoy corre” sean lo más importante. Para ella, el FA representa “una concepción progresista, democrática, de izquierda, antioligárquica, antirracista y con una coalición de miradas y movimientos” y es en esas cuestiones en donde se debe poner el foco actualmente.
Desde hace un tiempo se observa un aire de renovación de las figuras centrales del FA. Con el fallecimiento de Tabaré Vázquez y la disminución de la actividad política de José Mujica y Danilo Astori, el partido ha tenido que recurrir a un recambio progresivo de líderes, lo que siempre genera un “sismo” en las fuerzas políticas, dijo Cardarello. Sin embargo, según el experto, ese proceso nunca se da de forma automática porque “los liderazgos no se heredan, se construyen”. “Uno jamás se puede olvidar de la historia y del rol que ocuparon múltiples figuras, pero nuestra fuerza política hoy tiene que renovarse”, manifestó Lustemberg. Desde su sector promueven “una renovación generacional genuina, donde haya un balance”, agregó.
Paridad
En el Plenario Nacional del 4 de setiembre se había acordado que una o dos de las personas que irían a la elección interna como candidatas debían ser mujeres y, finalmente, Passada se quedó con uno de los tres puestos. Las otras precandidatas que habían sido consideradas fueron Carmen Beramendi y Beatriz Ramírez.
Ya que “los varones no ceden naturalmente los espacios”, los procesos hacia la equidad de género en política “son siempre forzados”, dijo Chasquetti. Según el politólogo, de ahí nace la necesidad de imponer medidas como cuotas o reglas de paridad y, en ese aspecto, él cree que el FA “tiene un gran compromiso”. Cardarello tiene una línea de pensamiento similar, ya que considera que a pesar de algunas resistencias, en el FA “la paridad se ha ido consolidando”.
“Si muchas mujeres hacen política en lugares destacados durante mucho tiempo, finalmente se generarán resultados más concretos”, ya que lo forzado del proceso se vuelve necesario para que se de una “maduración” progresiva, dijo Chasquetti. El politólogo dijo haber conversado con mujeres frenteamplistas que están “molestas” por los resultados del camino hacia la paridad, pero cree que si se mira en perspectiva “el proceso va avanzando”.
Desde el sector PAR, autoproclamado feminista, consideran que la paridad “tiene que estar en cada uno de los ámbitos que tiene la fuerza política” y, según expresó Lustemberg, en el FA “todavía no está en todos los ámbitos de decisión y de poder”. Para ella, sin la participación de mujeres en esos roles de importancia, se debilita la democracia. Por eso, entiende necesario que desde el FA se implementen “acciones concretas” para contribuir a la “justicia social y de género” en materia de paridad.