“Ahora se me rompió la silla, pero entreno todos los días de la semana por lo menos dos horas, porque quiero llegar a un nivel alto de competencia. Si no en torneos internacionales no llegás ni a sentir el olor a la pelota”, expresó Luciano Varela. El deportista, recién llegado del torneo Future de Perú, aguarda la aceptación para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2021. Entrevistado por Sala de Redacción, habló sobre el tenis adaptado y destacó la falta de apoyo que existe en Uruguay.
-¿Desde cuándo practicás tenis profesionalmente?
-Juego desde hace dos años, fue el último deporte que empecé a hacer, no tenía idea de que existía adaptado, pero un compañero de básquetbol hacía y comencé a ir. Somos jugadores de la Selección Uruguaya de Tenis y de la Asociación Uruguaya de Tenis (AUT). Practicamos en la plaza N°3, en el Parque Rodó. Hacemos parte del Programa Tenis en Silla de Ruedas, que es mucho más amplio, ya que incluye a las escuelas que tienen algunas carencias o gente que no puede acceder al deporte por diferentes cuestiones, además de las personas con discapacidad.
-¿Practicás otros deportes?
-Sí, juego al fútbol de amputados, ese fue el primer deporte que empecé a practicar nueve meses después de que tuve el accidente. Después juego básquetbol, tenis y en Argentina juego al vóleibol sentado; además, estoy en la Liga de Argentina de Fútbol. Los Lobos de Buenos Aires se pusieron en contacto con algunos compañeros y conmigo, se comprometieron con el pago de los pasajes y el hospedaje para poder jugar allá. En el básquetbol, como acá en Uruguay no hay liga, jugamos la Súper Liga Argentina con la Asociación Uruguaya Pro Recuperación del Inválido. En 2018 fuimos vicecampeones y en 2019 salimos cuartos.
-¿Las técnicas que utilizás en otros deportes te benefician en el tenis?
-Sí, varias técnicas me benefician, en el movimiento de silla y agilidad se nota la diferencia si hacés más ejercicio. Por ejemplo, en el básquetbol hay mucha cortina y choque, frenar y hacer mucha fuerza, cuando pasás al tenis no chocás con nadie, por ende, andás mucho mejor en la silla.
-¿Qué características tiene el tenis en silla de ruedas?
-El tenis es el único deporte adaptado en el que se puede competir con una persona sin discapacidad, porque lo único que cambia es que el jugador adaptado puede hacer uso de un segundo pique [de la pelota]. Como acá no es muy alto el nivel, yo he jugado torneos contra gente parada, que en realidad es para sumar nivel. La silla de tenis tiene dos ruedas adelante y una atrás, que está aproximadamente a 30 centímetros de la espalda por un tema de equilibrio; las ruedas de los lados son más abiertas porque ayudan al giro. Cada jugador tiene su silla a medida, dependiendo de la lesión, en mi caso practicaba con la de un muchacho que tiene una lesión en la médula, entonces tenía más caída y el respaldo más alto. Yo tengo que mandarme a hacer una porque esa no era la mejor para mí. Mi lesión es de zona media, por la amputación. Como puedo mover la silla con la cadera, la silla debe ser más alta y más inclinada hacia adelante para poder girar más rápido y sin miedo a caer. De alguna forma, la silla te puede ayudar a explotar todo tu físico.
-¿Cuál fue el camino recorrido para competir a nivel mundial?
-Andaba bien en la silla porque ya jugaba al básquetbol, se me dio fluido. Justo había un campeonato para viajar con la selección, primero se jugaba un campeonato interno y los dos mejores iban al pre mundial de Argentina, en febrero de 2020. Entonces empecé a competir, creo que perdí un partido o dos y así se dio la oportunidad de llegar al pre mundial. Cuando me dieron la noticia hablé para que me dieran más días en la cancha, empecé a entrenar todos los días y nunca más paré. Después se agrandó la brecha con mis compañeros de acá, porque el tiempo que yo le dedicaba era otro y estábamos apostando a un ranking más internacional, pero no por selección sino por jugador, para posicionarme como deportista.
-¿En qué competencias has participado?
-En el tenis jugué un pre mundial y dos Future, que son torneos menores que te posicionan en el ranking de la Federación Internacional de Tenis (ITF). Lo más reciente fue el Future de Perú, una experiencia muy linda, aunque tuvimos algunas carencias. En los primeros entrenamientos se me rompió la silla, pero un colega peruano tenía una de repuesto y me prestó. Podría haber sido mejor, perdí en cuartos de final en single y en semifinales en dobles.
-¿Qué señalarías cómo aspectos técnicos a mejorar en tu juego?
-Más que nada la movilidad con la raqueta, no es solo ir para adelante, hay que ser más estratégico a la hora del juego, cosa que me cuesta mucho porque soy calentón. Acostumbrado a jugar al fútbol y al básquetbol, en tenis no te podes ir de foco porque terminas perdiendo. A veces irte de cabeza hace que regales un game y eso te puede jugar la partida. Además, debo mejorar un poco los slice, hacer mejor la lectura de juego, la táctica. Creo que tengo mejor revés que drive, pero me faltan partidos y competencia para captar las estrategias de las partidas, eso nos condiciona un poco a nivel de juego, dado que no hay un campeonato interno.
-¿Estas sillas se consiguen en Uruguay? ¿Cómo funciona su manutención?
-En Uruguay no hay alguien que haga sillas, hay solo importadores y cada uno lleva su tajada, por lo tanto, se vuelven muy caras. Una silla que vale 2.000 dólares la terminás pagando a 7.000. Estoy tratando de encargar una en México, que dentro de las más económicas es la mejor; ronda los 1.900 dólares más el envío, claramente sale menos que traerla por una importadora. En Uruguay estamos a años luz en todo lo que es para discapacitados, es muy complicado, no conseguimos nada. En las sillas de básquetbol se me torcieron los dos ejes, no encontramos en ningún lado, lo mismo con el rodado 26 de las ruedas, lo tenemos que traer de Argentina. Por ejemplo, para el Sudamericano de Básquetbol estamos intentando juntar plata porque las reglas internacionales son muy estrictas, tenemos que tener determinadas sillas y las nuestras tienen más de 15 años.
-¿Contás con el apoyo de patrocinadores?
-No, estamos tratando de sumar un poco más, ir a más torneos, subir en el ranking de la ITF y meterme entre los 100 mejores del mundo, aspiro y trabajo para ello. La Federación brinda un apoyo económico, pero el monto depende del [puesto en el] ranking que tengas. Se pueden conseguir patrocinadores privados, pero es raro, en Uruguay tenés que ser muy destacado y conocido, cuesta que te vean como deportista, generalmente te ven más como “pobrecito, hace deporte”, es más compasión que la visualización de un deportista. En otros países la gente vive de eso, estoy luchando hace un año y medio para conseguir la silla, es difícil cuando venís de abajo. Yo realmente no me la puedo comprar, si no lo hubiera hecho hace rato, porque es mi herramienta como deportista. Estoy intentando con la Secretaría Nacional de Deporte, acá nos conocemos todos, se puede tener una charla fluida, pero lo complicado es que en Uruguay se piden logros para después darte algo. Ir a un torneo con una silla que no es acorde claramente no brinda excelentes resultados, te limita y no explotás todo el potencial, es complejo cuando sos un deportista adaptado.
-¿Qué carencias visualizás en Uruguay respecto al deporte para personas con discapacidad?
-Muchísimas. Si bien se está trabajando, porque hay gente que le mete abundante sin ver un peso, falta mucho. Faltan personas capacitadas, claro que las hay, mi técnico de básquetbol, Miguel Acosta, es un ejemplo. Aprovechó la pandemia para hacer cursos y especializarse más. Tampoco es rentable, no te va a dar plata y eso hace entendible que no mucha gente se dedique, porque hay carencias desde los instrumentos hasta los espacios. No hay ni apoyo ni plata y, lamentablemente, todo se mueve mucho por lo económico.
-¿Qué torneos hay por delante?
-Solicité ingreso a los Paralímpicos Tokio 2021, estamos a la espera de la respuesta. Tengo mucha ansiedad y me preocupa no estar entrenando, porque todavía no tengo silla de ruedas. De algún modo, es un sueño ilógico, realmente quiero ir, pero es como querer andar en barco sin barco. Luego está el Brasil Open 2021, una de las competencias cercanas que paga bien y eso equivale a poder inscribirme a otros torneos. En Perú obtuve un monto de 200 dólares, pero cómo se suspendió el vuelo terminó no siendo rentable.
– ¿Tenés algún sueño o conquista pendiente a nivel deportivo?
-A corto plazo quiero superar el [puesto en el] ranking de Enrique Rodríguez, que llegó al lugar 280 de la ITF, para mí sería un logro bastante grande, es pasar a ser parte de la historia del deporte adaptado en Uruguay. Quiero lograrlo por todas las personas que confían y me apoyan sin tener nada a cambio, por los que siempre me dan un empujoncito. No soy un futbolista que va a llegar y después mantener a todos, no es esa nuestra realidad y lo más lindo es que tu entorno te pase un mensaje y te vaya a ver.