Pasado el mediodía de un día de otoño bastante fresco, el sol comenzaba a calentar a localidad de Villa Mariscala, en el departamento de Lavalleja. Como de costumbre, la calle Sarandí estaba desierta y por ella no circulaban más de tres personas. Allí se encuentra un depósito de plásticos y cartones, que funciona desde hace más de un año y es parte de Emprendedoras Mariscala, un proyecto de seis mujeres que clasifican botellas y recolectan materiales reciclables. 

Andrea, Paula, Miriam, Katia, Lilián y Victoria son amas de casa, madres, y trabajan en actividades de otro tipo, pero siempre que pueden buscan un tiempo para la recolección de botellas o cartón. Según relatan a Sala de Redacción, la idea surgió porque Mariscala es una localidad pequeña, en donde el empleo para mujeres es muy escaso y no tienen muchas oportunidades, por lo que, sumado al problema del plástico, decidieron crear este emprendimiento. 

A pesar de que estas mujeres tratan de concientizar a la población para que clasifique botellas, aseguran que el vertedero siempre está en muy malas condiciones. Conocen perfectamente la situación, porque periódicamente realizan tareas de limpieza en ese espacio, y explican que “no es una tarea fácil, porque nos encontramos con muchas cosas desagradables, y el plástico sigue estando”. 

Vertiendo residuos 

En diálogo con Sala de Redacción, el subsecretario del Ministerio de Medio Ambiente, Gerardo Amarilla, manifestó su preocupación por la situación de los vertederos de residuos en otros departamentos del interior y explicó que “hay localidades con más facilidades de generar conciencia ambiental, pero estamos lejos de lo que quisiéramos”. Un ejemplo es el caso de la ciudad de Tacuarembó, que presenta un vertedero a cielo abierto en muy malas condiciones y, según dijo a Sala de Redacción el director de Medio Ambiente de la intendencia de ese departamento, Solís Echeverría, “es una realidad complicada y bastante fea de ver”. 

A diferencia de Mariscala, donde el vertedero se puede observar desde la Ruta 8, el de Tacuarembó se encuentra oculto en el monte y, al no estar visible, no existe presión social para cerrarlo, dijo a Sala de Redacción Martín Jaurena, integrante de la organización civil Agüita. “El basurero es de los peores ejemplos que van quedando en Uruguay y prácticamente todo el mundo lo sabe. Por esto, desde la organización apuntamos a la educación ambiental”, afirmó Jaurena. 

Al igual que en Tacuarembó, el vertedero del departamento de Cerro Largo también se encuentra en un estado deplorable, sumado a que allí habitan aproximadamente diez familias. El director de Medio Ambiente de la comuna, Emilio Domínguez, afirmó a Sala de Redacción que se está trabajando en un proyecto para revertir esta situación, que consiste “en que la recolección y el reciclado se hagan en el mismo vertedero”.

Tanto en Cerro Largo como en Tacuarembó el reciclaje es la única fuente de ingresos para muchas personas, que recolectan de la calle o del vertedero y venden lo clasificado. Domínguez dijo que su idea es que estas personas puedan retirarse del sitio de disposición final de residuos y que en un futuro la tarea de reciclaje sea más segura. Por su parte, Echeverría sostuvo que “hay recicladores sueltos que no mantienen una organización adecuada y eso debe cambiar”. 

El jerarca de Tacuarembó aseguró que “el problema no solo es la basura que se tira, sino que hay un tema social en el entorno del vertedero”. Lo mismo ocurre con las emprendedoras de Mariscala, que afirman que no ven ningún progreso en la reducción de botellas en esos lugares. “Actualmente, tenemos catorce puntos verdes en la localidad, pero necesitamos crear más. Somos conscientes que la gente no camina dos cuadras para tirar lo que clasifica”, dijo una de las integrantes del emprendimiento

Los puntos verdes se encuentran distribuidos por toda la villa y son construidos en forma de jaulas que se instalan al lado de un contenedor común. Jaurena apunta a que esta realidad se replique en Tacuarembó, ya que generar más puntos de reciclaje facilita el trabajo de los recolectores. Además, en los contenedores comunes se proyecta colocar mapas de reciclaje que permitan identificar “el punto de entrega voluntaria más cercano”, sostuvo Jaurena. 

En el interior es más fácil 

Amarilla afirmó que se debe apostar por la credibilidad de una recolección selectiva de los residuos, porque después de la clasificación en los hogares, la sociedad no confía en que se haga una revalorización por separado del material y se piensa que los residuos terminan en un basurero baldío. Igualmente, aseguró que “es más fácil lograr líneas de trabajo con el reciclaje en el interior del país que en las grandes ciudades”, por lo que apoya a organizaciones y emprendimientos que trabajan en el tema. 

“Las emprendedoras de Mariscala tienen que ser un símbolo y un ejemplo a nivel nacional”, consideró Amarilla tras haber conocido su trabajo. El subsecretario contó que quedó muy esperanzado con el labor de las mariscalenses y aseguró que “a partir del reciclaje se mejora la calidad del medio ambiente, pero también se genera empleo”. Amarilla sostuvo que la basura es un problema nacional que, en vez de enterrarse, se debe de incluir en un circuito industrial y, de esa forma, contribuir con la mejora de la economía del país. 

“Lavalleja libre de plástico” es la meta que pretenden alcanzar las emprendedoras de Mariscala, que con la ayuda de una prensa brindada por la planta de reciclaje Ecopet, realizan el compactado de botellas. El gerente de esta empresa, Pablo Luis, expresó a Sala de Redacción, que el plástico ensucia y engrosa las capas de los grandes basureros, lo que genera su saturación. Luis contó que la empresa recibe solo 20% de las botellas de plástico PET que se generan en el país, lo que equivaldría a 200 toneladas por mes e implica que más de 700 toneladas mensuales van a un vertedero, donde pueden durar años. 

En conjunto con la alcaldía, el grupo de mujeres emprendedoras está acondicionando un galpón en un terreno municipal, que será un nuevo acopio. Allí dispondrán de más espacio para la compactadora y realizarán un trabajo más efectivo, aseguraron.

Al este

En La Paloma, departamento de Rocha, desde hace seis años funciona un centro de reciclaje que es visto como un ejemplo. En diálogo con Sala de Redacción, la coordinadora de lugar, Victoria Pardo, contó que en el centro funcionan dos proyectos. Uno trabaja para realizar abono con residuos de pescado, que es utilizado como fertilizante para plantas. El otro es el programa La Paloma limpia, que consiste en clasificar residuos en domicilios. Además, el municipio local cuenta con una chipeadora que transforma los residuos de las podas en chips de madera. 

Consultada sobre cómo es la cultura del reciclaje en el departamento, Pardo respondió que es “muy buena, estos proyectos viven porque la gente coopera y tiene interés en reciclar. No pasa una semana en la que no se haya sumado un hogar voluntario y eso demuestra el interés de la gente”. La coordinadora explicó que la basura reciclada pasa a tener otro valor, no genera contaminación y, a su vez, es una fuente de trabajo. En la semana del reciclaje, que culminó el 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, Pardo expresó que el Municipio de La Paloma realizó un mural en el centro de acopio, además de talleres con emprendedores que trabajan con los residuos. Entre las actividades se destacaron el trabajo con el aceite usado de cocina, reciclado de papel, fabricación de contenedores para las playas, talla de maderas y construcciones naturales con botellas.

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