La violencia hacia las minorías en Estados Unidos parece no tener fin. Volvió a hacerse evidente el año pasado con el asesinato de George Floyd y este año con los crímenes de odio a integrantes de las comunidades asiáticas. Desde el comienzo de la pandemia, la estigmatización a las personas de origen asiático se volvió más común y los ataques se volvieron más agresivos. A partir del incidente en los spas de Atlanta, crecientes manifestaciones tomaron lugar en distintas partes del país para exigir que se frenen los ataques, la xenofobia y el racismo.
No es la primera vez que pasa. Ese martes, los centros de masajes Gold Massage Spa, Aroma Therapy Spa, y Young’s Assian Massage abrieron sus puertas para trabajar como cualquier otro día. Pero para la tarde del 16 de marzo, la Policía del estado de Atlanta se encontraría con ocho muertos y un herido; seis de las fallecidas eran mujeres asiáticas.
En esa misma semana, hubo ataques a otras tres personas de origen asiático. Ngoc Pham, un hombre vietnamita de 83 años, fue atacado por un hombre de 39 años mientras hacía las compras. Además, un hombre le pegó un puñetazo a Xiao Zhan Xie, una mujer china de 75 años durante una de las vigilias por los crímenes de odio hacia los asiáticos. Por otro lado, un agente de viajes filipino de 59 años, Danny Yu Chang, fue apaleado cuando volvía a la oficina después del almuerzo: “cuando caí, siguió golpeándome”, escribió en su página de GoFundMe.
“Todos los días veía en redes sociales hombres y mujeres mayores asiáticos siendo atacados”, contó la periodista china-americana Erika Lee en su artículo publicado en Shondaland.
Según un estudio del Pew Research, las mayores probabilidades de ser sujeto de insultos o chistes sobre su raza se asocia a las poblaciones negra y asiática. Desde el comienzo de la pandemia, tres de diez adultos de origen asiático dicen haber sido sujetos de agresiones racistas y xenofóbicas y un 58% afirma que las expresiones racistas y las miradas racialmente insensibles a la población asiática se han vuelto más comunes.
“No somos la razón de la covid, atacar a cualquier persona asiática sólo porque pensás que ese puede ser el caso realmente no solucionará nada”, mantuvo en la marcha del 27 de marzo una residente de Boston.
En conversación con Sala de Redacción, el periodista chino-americano Jonathan Choe planteó que “la Organización Mundial de la Salud y centros de control de enfermedades dicen que no se debe adjudicar lugares o etnias a la enfermedad porque estigmatiza a un grupo determinado de personas y creo que la gente debe escucharlos”. Sobre la expresión del ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al llamar “China virus” a la covid-19, agregó que un militante le dijo que “decir ‘Kung flu’ (gripe kung) o ‘virus de Wu Han’ es como gritar ‘¡fuego!’ en un teatro lleno de personas”. “El discurso tiene sus consecuencias”, afirmó.
Un reporte de la organización Stop AAPI Hate, que cubre las 3.795 denuncias recibidas entre marzo de 2020 y febrero de 2021, sostiene que los tipos de discriminación más comunes son el acoso verbal, con un 68.1% de denuncias, la evasión hacia las personas de las comunidades asiáticas, con un 20.5%, la agresión física, con un 11.1%, las violaciones de los derechos civiles (discriminación en lugares de trabajo, negación de servicios), con un 8.5%, y finalmente el acoso online, con un 6.8% de los incidentes denunciados.
Choe sostuvo que “incluso antes de la reciente ola de ataques a asiáticos, esto ya sucedía en nuestras comunidades, solo que por distintas razones no era denunciado”. La barrera del lenguaje no termina al cruzar el océano y hay quienes no quieren tener que lidiar con la Policía o la atención que pudiera atraer.
Levantar la voz
Las manifestaciones no se hicieron esperar y se expandieron a lo largo del país. En Los Ángeles, la activista May Lee dijo a Abc que “hay una falta de consciencia, conocimiento y educación cuando hablamos sobre la experiencia de los asiático-americanos e isleños del pacífico (en inglés AAPI: Asian Americans and Pacific Islanders) en América”, y que por ello la gente “no entiende que hay opresión, ha habido racismo por mucho tiempo, pero la comunidad asiática se lo ha callado”. “Estamos cansados de ser silenciados. Estamos cansados de ser marginalizados. Nos paramos juntos para decir que somos americanos”, dijo a Abc John Lee, miembro del Ayuntamiento de Los Ángeles.
El 16 de marzo de este año funcionó como un punto de inflexión para las comunidades asiáticas estadounidenses. Celebridades, periodistas, ciudadanos asiático-americanos empezaron a levantar la voz contra la discriminación y el racismo: “Sentimos que este era nuestro momento de tomar una postura”, dijo el periodista. Las redes sociales también ayudaron. Bajo los hashtag #StopAsianHate y #StopAAPIHate, miembros de las comunidades asiáticas y aliados del movimiento le dieron visibilidad al abuso y la xenofobia. Para Choe, las redes sociales jugaron un papel masivo, y “cuando entran en juego los principales medios de comunicación, ayudan a que la palabra tenga mayor alcance”.
Como respuesta al tiroteo y a los crecientes ataques, organizaciones asiático-americanas, artistas teatrales y demás celebridades tomaron acción y crearon programas de apoyo y refugio para las víctimas. En la carta enviada a The Stanley News & Press, “Paremos el odio a los asiáticos”, Anne Lipe desarrolla una serie de líneas para frenar los incidentes: educar sobre la historia de la discriminación y la violencia hacia las comunidades asiáticas; apoyar a las organizaciones; “asegurarnos de que nuestros amigos y vecinos asiático-americanos estén bien”; comprar en negocios de gente de la comunidad. “Transformemos nuestra tristeza y enojo en una preocupación compasiva y una acción productiva”, concluyó.