La situación actual -producto de la pandemia por el nuevo coronavirus- está sometiendo a una gran presión a los sistemas sanitarios de todo el mundo. La demanda de servicios básicos aumenta rápidamente, impide el funcionamiento normal de estos servicios y amenaza con saturarlos.
Ante la posibilidad de que el aislamiento social preventivo se extienda por más tiempo, las personas que están tomando consciencia y acatan el pedido del poder ejecutivo quedándose en sus casas voluntariamente, necesitaron organizarse de una manera diferente para evitar la circulación en la calle y se vieron obligadas a modificar sus hábitos cotidianos, como por ejemplo, el modo en que hacen las compras.
Muchos se abastecieron en demasía para poder sobrellevar el tiempo de encierro, otros optaron por realizar sus pedidos a través de las compras online que ofrecen las distintas aplicaciones de delivery que operan en el país. Entendiendo que la cadena de suministro no se puede cortar, en la mayoría de los países que decretaron cuarentena obligatoria dejaron el reparto a domicilio activo.
Desempleo a la vista
A un mes de la exhortación a la cuarentena por parte de las autoridades nacionales, algunos “efectos colaterales” de la pandemia están haciéndose notar. A nivel económico, se está atravesando un momento que a muchas empresas no les ha dejado alternativa más que cerrar.
Según algunos repartidores consultados por Sala de Redacción, la demanda de trabajo ha bajado en las últimas semanas en comparación con los primeros días de la emergencia sanitaria, por lo que hubo varios casos de trabajadores despedidos y otros que fueron enviados a seguro de paro.
El presidente del Sindicato Único de Repartidores (SINUREP), Andrés Palermo, dijo a Sala de Redacción que existieron algunos casos pero que en los últimos días no se ha modificado el número, y agregó que “algunas casas están abriendo otra vez, pero por ahora el trabajo sigue bajo”.
Un tema de todos: medidas
Para quienes conservan su empleo, el riesgo es otro. La emergencia sanitaria sigue vigente y algunos “efectos colaterales” de la pandemia están haciéndose notar. En Uruguay, las empresas incentivan el pago de las compras con tarjetas de débito y crédito al igual que pagos electrónicos, para evitar el contacto en la entrega, medida preventiva que se ha convertido en una de las más adoptadas por la población y por las empresas. De esta forma el usuario pueda pedirle a la persona encargada de traer el producto que lo deje en la puerta, o lo apoye en algún sitio en lugar de hacerlo de manera directa entre el repartidor y el cliente, con el fin de cuidar la salud de ambos.
Por otra parte, las apps que brindan este tipo de servicio recuerdan a sus usuarios la importancia de lavarse las manos con agua y jabón antes y después de cada entrega y desinfectar el celular frecuentemente, entre otros consejos para recibir los pedidos.
Palermo explicó que las primeras medidas de prevención fueron planteadas a las grandes empresas por parte del sindicato. Desde su lugar, en principio buscaron brindar información certera a los trabajadores sobre las distintas formas de contagio, luego se comunicaron con las empresas para que les soliciten a sus empleados que no suban a los edificios y que eviten al máximo el contacto.
En este sentido, explicó cómo atraviesan esta pandemia los trabajadores que están arriesgando su salud. “Este trabajo te mantiene expuesto continuamente, muchos repartidores siguen trabajando en Carrasco. Hemos tenido la suerte de que dentro de los casos positivos ninguno ha sido un repartidor”, indicó.
Dos de los deliveries extranjeros de la empresa PedidosYa -que se encontraban repartiendo juntos en la misma moto-, opinaron a Sala de Redacción sobre esta dualidad que se está dando actualmente entre lo que piden las autoridades y la necesidad de trabajar: “por ahora, cuando te dicen: ‘vete pa’la casa, te las arreglas, no tenemos forma de cambiarlo”. A lo que su compañero agregó: “¿medidas de prevención? Tres tapa bocas, un par de guantes y un poco de alcohol en gel. Es un desastre.”
Las organizaciones mundiales dedicadas a la salud sugieren “preservar a los trabajadores del rubro alimenticio, tanto en el ámbito de la elaboración como en la cadena de distribución al consumidor final”. Pero ante la realidad surgen dudas de hasta donde se están tomando medidas al respecto.
La paradoja de las recomendaciones internacionales
Recientemente, la Organización Mundial de la Salud publicó en un comunicado de prensa una serie de directrices actualizadas con el fin de ayudar a que los países mantengan los servicios sanitarios de primera necesidad durante la pandemia y se mitigue el riesgo de colapso de diversos sistemas.
Esto abarca una serie de medidas inmediatas y específicas por las que los países deberán introducir cambios estratégicos a escala nacional y regional con exigencias más estrictas en materia de precauciones, especialmente en relación con las prácticas de higiene y con la puesta a disposición de los suministros sanitarios pertinentes.
El director general de la OMS, en declaración conjunta con el directorio de la Organización Mundial de Comercio y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, plantearon su postura ante los efectos del Covid-19 en el comercio y los mercados de alimentos. Su recomendación para los gobernantes es que trabajen para reducir al máximo posible las repercusiones en el abastecimiento de alimentos y las consecuencias imprevistas en el comercio mundial. Así, exhortan a la cooperación internacional, y sostienen que se debe hacer todo lo posible para asegurar que el comercio fluya de forma regular en la medida de lo posible, sobre todo para evitar la escasez de alimentos.
Para esto, es fundamental que tanto en el ámbito de la elaboración como en la cadena de distribución al consumidor final se tomen las precauciones sanitarias indicadas, a fin de reducir al mínimo la propagación de la enfermedad, y sin afectar la salud de los consumidores, en particular la de los más vulnerables.
Su conclusión es que nuestra actitud frente al COVID-19 debe ser responsable y no causar una escasez injustificada de artículos esenciales, que agrave el hambre y la malnutrición en las comunidades.
Sin embargo, todos estos recaudos no parecen ser políticas gubernamentales que se estén aplicando en Uruguay. “El gobierno no está haciendo nada para controlar que efectivamente se estén cumpliendo las medidas de prevención en nuestro rubro. No ha impulsado nada”, subrayó Palermo sobre las empresas de reparto de servicios.