El ahora expresidente de Bolivia y que estuvo en el poder desde 2006, Evo Morales, ganó las elecciones del pasado 20 de octubre en primera vuelta y se aseguró un cuarto mandato hasta 2025. Sin embargo, las acusaciones de fraude hicieron que convocara a unas nuevas elecciones; horas más tarde fue forzado a renunciar a su cargo por parte de las fuerzas armadas y denunció en su cuenta de Twitter un golpe de Estado.
En los comicios en los que Morales fue elegido como presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, el 80 por ciento del electorado boliviano ejerció su voto. Finalmente, se hizo público el escrutinio final que otorgaba el cargo de presidente a Morales con el 47 por ciento de los votos.
Varias acusaciones de fraude por parte de la oposición hicieron que se viviera un clima muy tenso a nivel nacional y el 10 de noviembre Morales renunció a su cargo luego de que las fuerzas armadas “se lo sugirieron”.
“Renuncio para que (Carlos) Mesa y (Luis) Camacho no sigan persiguiendo, secuestrando y maltratando a mis ministros, dirigentes sindicales y a sus familiares y para que no sigan perjudicando a comerciantes, gremiales, profesionales independientes y transportistas que tienen el derecho a trabajar”, aclaró inmediatamente en sus redes sociales. Horas antes de su renuncia, la OEA denunció que hubo irregularidades en el proceso electoral. El uruguayo Luis Almagro, secretario general, sentenció: “Hubo un golpe de Estado cuando Evo Morales cometió un fraude electoral”.
La oposición, liderada por Camacho y Mesa, no satisfecha con la propuesta del nuevo llamado a elecciones, declaró que el presidente debía renunciar a su cargo y dar paso a un nuevo mandatario. La disputa política llevó a un caos en Bolivia, entre protestas tanto de oficialistas como de opositores.
La crisis social ya dejó 30 muertos y centenares de heridos según la delegada defensorial de La Paz, Teresa Zubieta, entre los que se encontraban aquellos que continúan confiando y defendiendo a Evo Morales y aquellos que están en contra de un nuevo mandato por parte del ex presidente. Las fuerzas de seguridad de Bolivia han reprimido de manera violenta las manifestaciones a lo largo y ancho de todo el país, principalmente en El Alto, cuyas protestas son llevadas adelante por las comunidades indígenas.
“Después de saquear y tratar de incendiar mi casa en Villa Victoria, grupos vandálicos de los golpistas Mesa y Camacho atracaron mi domicilio en el Barrio Magisterio de Cochabamba. El golpe de Estado destruye la paz”, relató Morales desde México, el país que le ofreció asilo.
“Hermanas y hermanos, parto rumbo a México, agradecido por el desprendimiento del gobierno de ese pueblo hermano que nos brindó asilo para cuidar nuestra vida. Me duele abandonar el país por razones políticas, pero siempre estaré pendiente”, declaró antes de partir pero sin dejar de aclarar que volverá “con más fuerza y energía”.
Su partida al país norteamericano fue criticada por los líderes opositores bolivianos, quienes exigieron su retorno. “Evo Morales debe responder a la Justicia por qué se fue de la forma más cobarde”, acusó Jeanine Añez, la senadora de la oposición que luego se autoproclamó presidenta.
A pesar de asegurar que su intención es que se convoquen nuevas elecciones nacionales a la brevedad, Añez tomó la primera decisión como líder a las pocas horas de asumido el cargo: nuevos nombramientos para los miembros de las Fuerzas Armadas.
Curiosamente, el mismo día que Añez asumió la Presidencia, la presidenta del senado, Adriana Salvatierra, que es quien debía tomar el lugar de Evo Morales en estas circunstancias, tuvo prohibida la entrada al Parlamento y tampoco pudieron ingresar el resto de los parlamentarios del Movimiento Al Socialismo (MAS). “Esta supuesta autoproclamación de Añez es inconstitucional”, aclaró el presidente al diario El País Internacional y agregó: “con la designación de esta señora se confirma el golpe de Estado”.
A pesar de que muchos opositores al gobierno aseguran que no se trata de una dictadura, sino que plantean que lo que se está viviendo en Bolivia no es más que las consecuencias por el presunto fraude de Evo Morales, el gobierno uruguayo hizo público un comunicado donde se refiere a la situación del país como un “golpe de Estado”.
“No existe argumento que pueda justificar estos actos, en particular habiendo anunciado pocas horas antes el presidente su intención de convocar a nuevas elecciones”, se destaca en el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores. Asimismo, muchos presidentes y políticos de varios países de América Latina, como el argentino Alberto Fernández y el brasileño Lula Da Silva, han empatizado con el actual exiliado político dándole ánimo y repudiando la violencia que se vive en el país.
En las últimas horas, Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU, declaró que le preocupa la situación de Bolivia ya que para ella “el país está dividido”. Por otro lado, en un comunicado agregó que siente que la situación puede “salirse de control” y que “en una situación como esta, las acciones represivas por parte de las autoridades simplemente avivarán más esa ira, y pueden poner en peligro cualquier camino de diálogo posible”. Bachelet ya anunció que desplegará una misión técnica para recabar información sobre la situación de Bolivia y contribuir a “esclarecer hechos de violencia”.
Morales sigue activo a través de sus redes sociales y también brindando entrevistas a medios internacionales. Ahora, el pedido del ex mandatario es que se facilite el diálogo con líderes internacionales -incluso llegó a proponer al ex presidente uruguayo José Mujica durante una entrevista con Radio Uruguay- para salir de esta crisis que, de momento, parecería no acabar.
Días atrás, Morales declaró en El País Internacional: “estoy dispuesto a volver a Bolivia y, para pacificar, no ser candidato”. Y aclaró que su principal objetivo es que la violencia se termine, aunque aseguró: “mientras haya vida, yo seguiré haciendo política”.