La ansiedad es uno de los trastornos psicológicos más frecuentes de los últimos años y afecta a un amplio sector de la población mundial. Para tomar conciencia sobre esta patología, Sala de Redacción habló con personas con ansiedad patológica y con el psicólogo Fernando Bryt, que profundizó en sus causas.
264 millones de personas en el planeta sufren ansiedad patológica, según cifras publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2017. El número de uruguayos con este trastorno es de 203.915; es decir, el 6,4 por ciento de su población, de acuerdo al mismo organismo.
“La sensación de que todo va a salir mal en cualquier momento es un pensamiento que se te viene a la cabeza constantemente”, definió Rodrigo, que sufre de ansiedad patológica. A menudo aparece por causas o situaciones especiales, pero también puede despertarse de forma espontánea, sin ningún motivo aparente. “Hubo un momento en que me sentí mal arriba de un ómnibus y a partir de ahí, cada vez que me iba a subir a un ómnibus, estaba mentalizado de que me iba a sentir mal de nuevo”, ejemplificó. A veces le da vueltas de forma exagerada a las situaciones, al punto de que “a pesar de que esté pasando un buen momento, me pongo a pensar que eso es demasiado bueno y que en cualquier momento puede pasar algo malo”.
Bruno, que también sufre este trastorno, contó que cuando empezó a “ir a la facultad y me encontraba alrededor de mucha gente, me daban ganas de vomitar”. A menudo, igual que Rodrigo, sobrepiensa situaciones cotidianas como “ir al almacén a comprar leche”, porque tener que ir y hablarle a la cajera le genera malestar, algo que solo le ocurre en situaciones en las que se espera que él inicie la conversación. También recordó la peor situación que le tocó vivir por la ansiedad. Hace un tiempo, mientras comía pescado, surgió en su cabeza la idea de que se había tragado una espina. El convencimiento fue tan fuerte que llegó a sentirla clavada en la garganta, y el dolor cada vez era más agudo. Estuvo internado un día hasta que se comprobó que en realidad no tenía nada. No comió pescado durante seis meses, ni tomó bebidas en vasos de vidrio -solo usó de plástico- durante un mes.
Los dos intentan distraerse de estos pensamientos, y apelan a tratamientos medicinales o psicológicos. Pero a menudo se ven imposibilitados de hacer ciertas actividades o de ir a ciertos lugares debido al malestar físico o emocional que puede llegar a causarles un ataque de ansiedad. Un ejemplo de esto lo da la OMS, que considera a la ansiedad la sexta causa de discapacidad laboral en el planeta.
Fernando Bryt es psicólogo y forma parte del núcleo de innovación e investigación del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Definió a la ansiedad como “un mecanismo fisiológico funcional que nos alerta ante posibles peligros. La naturaleza creó este mecanismo para los peligros que atentan contra nuestra vida. Por eso funciona como una acción reflejo contra situaciones de riesgo vital, así como funciona en otros mamíferos. Y está bien que así sea”. Sin embargo planteó que “la evolución del cerebro del ser humano creó un sistema inédito en la naturaleza: la mente, un sistema virtual conformado por memoria de imágenes, sentimientos, lenguaje y significados que construyen un segundo nacimiento, el de nuestra identidad y sentido de existencia”.
El psicólogo planteó que la mente detecta no sólo los peligros que atentan contra “nuestro yo corporal”, también están los que afectan el bienestar de “nuestro yo mental existencial”. Cuando este mecanismo de alarma se desborda deja de ser funcional y conduce a llenar la mente de alertas de peligro que no son necesarias: esto conforma lo que se ha de llamar trastornos de ansiedad. Según Bryt, esto sucede “en forma consciente y también inconsciente, fundamentalmente cuando los peligros tocan un entramado de significados que contradice la imagen que tenemos de nosotros mismos, o nos llevan a vincular posibles situaciones futuras con otras pasadas en las que experimentamos gran sufrimiento”.
Los principales motivos de la ansiedad, afirmó, son hereditarios y genéticos, vinculares y pueden tener que ver con el desarrollo de una personalidad e identidad inseguras. La ansiedad tiene una gran variedad de síntomas que dependen de la edad y las características de las personas, y pueden manifestarse a nivel del pensamiento, a través de preocupaciones excesivas, imágenes invasivas u obsesiones. El psicólogo explicó que “también pueden aparecer en el plano del comportamiento y generar inquietud, rituales o compulsiones, que son actos que el sujeto realiza para calmar la ansiedad”. Por último, puede tener consecuencias físicas como sudor, palpitaciones, dolores y enfermedades psicosomáticas.
El psicólogo contó que el tratamiento para la ansiedad es multimodal: se privilegia la psicoterapia y, de acuerdo al caso, se utiliza o no medicación. La ansiedad puede ser transitoria y curarse gracias a un tratamiento adecuado. De acuerdo a la OMS, cada dólar invertido en tratamiento genera 4 dólares en términos de capacidad de trabajo y atención en salud.
Leandro Fernández