Durante una manifestación en San Pablo, un día antes de las elecciones. AFP PHOTO / NELSON ALMEIDA

Su figura ascendió en medio de un clima de caos político y social que el país atraviesa desde hace cuatro años. A la destitución de Dilma Rousseff en 2016, al gobierno golpista de Michel Temer y al encarcelamiento del líder petista Lula Da Silva, se suma la actual intervención militar en Río de Janeiro y el brutal aumento del desempleo. En este contexto el candidato del Partido Social Liberal (PSL) Jair Bolsonaro y su discurso extremista encontraron eco principalmente en la clase media y alta.
Con el 46,05 por ciento de los votos, superó ampliamente en el primer turno de las elecciones presidenciales a Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores (PT), que obtuvo el 29,24 por ciento. Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDL), quedó en tercer lugar con el 12,7 por ciento. En la segunda vuelta, que se celebrará el 28 de octubre, el candidato de ultraderecha tiene grandes chances de ganar la presidencia.
Homófobo, racista, misógino, a favor de la pena de muerte y de la dictadura militar, según sus polémicas declaraciones, Jair Bolsonaro es una novedad para los votantes brasileros que ven en su figura la posibilidad de un cambio, pero no lo es si se amplía la mirada al panorama político regional y mundial.
Andrés Del Río, politólogo argentino y profesor en la Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro, dijo a SdR que Bolsonaro fue el principal receptor de las frustraciones de la población tras el golpe jurídico en 2016, que trajo consigo reformas en detrimento de los derechos ciudadanos y un nivel de desempleo que alcanza a 14 millones de personas, más los 65 millones que directamente ya no buscan empleo. “Hace más de 30 años que Bolsonaro está en el Congreso, pero sólo ahora consiguió captar discursivamente esa frustración fomentada por los medios tradicionales de comunicación y con el sentimiento anti PT, anti Lula”, señaló el politólogo.
Del Río subrayó que en los últimos años los medios de comunicación colocaron al PT como una “estructura delictiva y de corrupción”, un mensaje que llegó no tanto a los sectores populares como a la gran mayoría de la clase media “no satisfecha” y a una élite que es racista y esclavista. “Ven en el PT todo lo que no quieren para su país: inclusión social, de raza, de género”, observó.
Recordó que “Brasil es un país con mucha desigualdad y con profundos problemas en la educación: casi el 80 por ciento de los estudiantes que terminan Primaria no tiene comprensión lectora”. Para el politólogo, Bolsonaro captura seguidores de forma muy simple al igual que lo hacía Lula: con un desarrollo discursivo enorme que los otros candidatos no consiguen. Bolsonaro resalta los principios tradicionales como lo hizo Trump en Estados Unidos y se posiciona en contra de las minorías. Durante su campaña, afirmó, por ejemplo, que “las minorías deben doblegarse a las mayorías. Las minorías se adecuan o simplemente desaparecen”.
La posibilidad de que “una persona con bajas capacidades intelectuales y con muchos prejuicios” sea presidente se materializó en un contexto en el que la fuerza de las iglesias evangélicas y pentecostales se inclinaron a favor del candidato del PSL. Además, en Brasil el racismo está a la orden del día y es uno de los países que más transexuales y homosexuales mata.

En un bar de Lapa, Río de Janeiro, un hombre mira el resultado de la primera vuelta. AFP PHOTO / Fernando Souza

El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Federal do Ceará, Clayton Mendonça Cunha Filho, coincide con Del Río sobre la influencia que los medios de comunicación ejercieron en el desmoronamiento del PT. Mendonça Cunha señaló a SdR la aversión de los medios tradicionales hacia el PT, que lo postularon como una “nueva amenaza comunista, que obviamente no existe pero que la gente cree”. Es posible que el peso del “antipetismo en Brasil sea mayor que el antifascismo. Incluso hay mucha gente que no reconoce qué es el fascismo”, sostuvo.
Según el politólogo, la figura de Haddad es “muy de tecnócrata, sin mucha personalidad propia”. El error del PT, consideró, fue creer que con una transferencia de votos de Lula se podría ganar en la primera vuelta, pero el hecho de que la campaña fuera tan corta y rápida no dejó margen para esta transferencia. “Parece que todo el peso del rechazo al PT estuviera cobrándole factura a Haddad. Soy muy pesimista con que pueda llegar a darle la vuelta a Bolsonaro en el segundo turno”, aseguró.
Mendonça Cunha expresó que el escenario de la campaña se vio condicionado por los vehículos mediáticos tradicionales, especialmente por TV Globo, que presentaba a Bolsonaro y Haddad como los polos opuestos, el primero representando a la extrema derecha y el segundo a la extrema izquierda. Además, se presentó a ambos como un gran riesgo para la democracia.  Opinó que esto es falso ya que “Haddad es muy moderado y no tiene nada de radical. Pero mucha gente lo creyó y es muy difícil revertirlo”.
Para el politólogo brasilero Danilo Silvestre, en su país hay una gran difusión de fake news sobre las intenciones del PT, como por ejemplo que se quiere hacer de Brasil una nueva Venezuela o una nueva Cuba, explicó a SdR. Por otra parte, los medios de prensa han tratado a los gobiernos petistas como los más corruptos de la historia brasileña.
El giro a la derecha
Danilo Silvestre observó que las fuerzas de la derecha conservadora están ganando importancia en las disputas electorales en todo el planeta. Ejemplos como el de Estados Unidos, Francia, España, Alemania, Austria, entre otros, ilustran el fenómeno. “Una hipótesis es que después de una gran crisis en la economía mundial, políticos con estos perfiles ganan destaque y elecciones”.
Para Del Río se trata de “un proceso occidental”. “En la región se ve que existió un profundo cambio hacia la derecha después de la onda rosa, que eran gobiernos de izquierda pero no lo eran profundamente”. También apuntó que “existe una inclinación a gobiernos de derecha que a nivel regional tienen una política muy alineada a los intereses de los Estados Unidos”.
Mendonca Cunha cree que se está presenciando una vuelta hacia la derecha, “no sólo en términos programáticos, económicos y sociales, sino también una vuelta hacia el autoritarismo”, y comparó el fenómeno Bolsonaro con el de Rodrigo Duterte en Filipinas. “Es como una sensación de regreso a los años 30: depresión económica en muchos lugares del mundo, vuelta hacia nacionalismos de derecha y soluciones xenófobas”.
Carla Alves

FacebookTwitter