Deliveries en bicicleta en Montevideo. Foto: Analía Pereira.

Sobre Bulevar Artigas y Rivera, Pablo espera su próximo pedido en la puerta de la Torre de los Caudillos y no se sorprende cuando le pido unos minutos: ya lo han entrevistado, dice. Es casi mediodía, la avenida está bastante movida y desde lejos se lo puede distinguir mirando su celular, vía por la que le llegan los pedidos. Pablo es delivery y trabaja con su bicicleta para restaurantes que incluyen pedidos online.
El naranja flúor en el gorro y la mochila lo identifican con Rappi, pero la vestimenta no lo condiciona: trabaja también para Glovo y Uber Eats. Las tres empresas desembarcaron hace pocos meses en Uruguay y en la única ciudad en la que trabajan es en Montevideo. Con la opción de pago efectivo o electrónico, las tres aplicaciones les permiten a sus usuarios pedir comida, compras en el supermercado u objetos olvidados, sin moverse de sus casas.
Hace ya dos meses que Pablo dejó su antiguo trabajo en la cocina de un bar para subirse a la bici. “Antes trabajaba de noche y quería dejar ese horario porque estoy estudiando de tarde y me complicaba, ahora trabajo en el horario que puedo” dice muy seguro. Pablo estudia audiovisual y trabaja con la bicicleta entre seis y siete horas por día, dependiendo de lo que tenga que estudiar. Agrega que “este trabajo sirve mucho para estudiantes porque, con dos horas conectado, ya sacás 300 o 400 pesos, dependiendo de la cantidad de pedidos, claro”.
La modalidad sigue un sistema de economía colaborativa, que se caracteriza por conectar, de manera digital, demandantes y oferentes, en este caso a través de una app. Los trabajadores no están en régimen de dependencia, y no se declaran como empleados sino como socios de cada aplicación. Además de ser mayor de 18 años, quien quiera trabajar debe registrarse como empresa unipersonal, por lo que se debe aportar al Banco de Previsión Social (BPS); según informa la web del BPS, para hacer una unipersonal, “no existe obligación de constituir un capital mínimo en su inicio” y “no tiene vencimiento que delimite su actividad”. Pero el hecho de que los trabajadores sean socios de las aplicaciones, y no dependientes, encierra también fragilidades: no pueden acceder a beneficios como la indemnización por despido y seguros por desempleo o enfermedad.
En la mayoría de los casos, los gastos de equipamiento y vehículo corren por cuenta de cada delivery. Pedidos Ya es la única aplicación que tiene a sus deliveries como empleados de la empresa. El vehículo lo elige cada trabajador, todas las aplicaciones permiten usar bicicletas y motos; Uber Eats permite, además, trabajar en auto.
Si bien Pedidos Ya es hoy un viejo conocido, Rappi, Glovo y Uber Eats se están imponiendo. Las tres aplicaciones internacionales tienen entre tres y cinco meses en Uruguay y más de dos años en el mundo. Uber Eats nació en Estados Unidos en 2014, Rappi surgió en Colombia en 2015 y ese mismo año Glovo se fundó en España. Pablo dice que Rappi es hoy la que le da más pedidos.
Cuando aterrizaron en Montevideo, las aplicaciones fueron un imán para jóvenes trabajadores. “La mayoría son estudiantes y jóvenes” comenta Pablo, mirando el celular. “Casi todos son extranjeros: cubanos, venezolanos… muy pocos uruguayos”, agregó. Considera que es una buena opción: “La gente se queja de que no hay trabajo, pero en realidad oportunidades hay, solo que la gente tiene miedo a pagar monotributos. El monotributo va en relación con lo que facturas por mes y, si te ponés a analizar los recibos, es lo mismo que te pueden descontar en cualquier otro trabajo”.
Cada delivery debe tener, además de su vehículo, una caja isotérmica, que puede pesar varios kilos, dependiendo de la carga que transporte. El kit de reparto incluye en todas las aplicaciones la caja, un gorro con el logo de la empresa y una campera. Este equipamiento cuesta 700 pesos y se descuenta del salario, Pablo dice que los pagó en una semana y se enorgullece de la libertad de no tener un uniforme ni un horario limitante, está conectado a las tres aplicaciones para las que trabaja a la vez. “Yo soy independiente, trabajo cuando puedo”, agrega.
En su bici azul que se sostiene sobre la pata, brilla el naranja flúor y el bigote negro que Rappi tiene como logo. “Por suerte mi bici tiene parrilla” dice mirándola y explica que, a la larga, la caja colgada de la espalda se traduce en dolores.
Si bien no son todos, la gran mayoría de los deliveries que utilizan bicicletas como medio de transporte son varones: las mujeres que se ven haciendo este trabajo son muy pocas.

Justo a tiempo
A puro pedal estos nuevos trabajadores se hacen su lugar alrededor de los cordones, entre medio de los autos, atrás de los ómnibus y, algunos, por las veredas. Pablo dice que no usa mucho las avenidas: prefiere las calles interiores porque “el tránsito está complicado”.
Cada pedido tiene un margen de entre 35 minutos y una hora para llegar desde el restaurante a la casa del cliente. Dependiendo de las distancias, el tráfico y lo que deba esperar en el local de comidas, el delivery puede hacer más de un pedido por hora. Pablo dice que a veces las aplicaciones le presentan envíos simultáneos y, aunque es difícil, los ha hecho y justo a tiempo.
La velocidad a la que circulan muchas veces puede devenir en bocinas de enojo.
Algunos ciclistas lucen cascos, otros los gorros de cada aplicación y otros dejan que el viento los despeine. Sobre normas de seguridad vial ninguna empresa impone reglas. “Ellos [Glovo, Rappi y Uber Eats] te hacen una capacitación de cómo funciona la aplicación. Te dan la herramienta para poder facturar, pero lo demás corre por cuenta de cada uno” cuenta Pablo cuando le pregunto sobre los resguardos que le impone cada empresa.
Los salarios varían en función del tiempo, la cantidad de pedidos y de empresas. Pablo cuenta que Rappi empezó sus primeros 15 días de trabajo pagando un “asegurado” de 140 pesos la hora, pero que hoy eso ya se eliminó y ahora pagan 40 pesos por pedido, además de “algún incentivo” los fines de semana. Glovo sigue trabajando con el asegurado de 140 y Uber Eats paga, por viaje, alrededor de 100 pesos.
La alta demanda está en las horas pico: de las 12.00 a las 16.00 y de 20.00 a 24.00 “es cuando se mueve más la cosa”, explica. “Saco una base de cinco mil pesos por semana con Rappi y Glovo, que son dos o tres mil pesos cada una; rinde mucho” concluye.
Analía Pereira

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