La doctora en Antropología Social Pilar Uriarte habló con Sala de Redacción sobre el fenómeno migratorio en Uruguay, tema que genera distintas reacciones en la población, causa diversos efectos e invita a pensar en nuevas políticas que lo aborden.
En sus inicios, Uruguay fue un país con una importante presencia de inmigrantes europeos, que llegaron al país en búsqueda de nuevas posibilidades y terminaron siendo fundamentales en la construcción de la cultura. Hoy en día, los inmigrantes que llegan a Uruguay son de orígenes distintos a los que vinieron en los primeros años del país. Centroamérica, Asia y África es la procedencia de muchas de las personas que arribaron en este último tiempo.
Entre los puntos más destacados sobre los efectos de la llegada de extranjeros, la profesora de la Facultad de Humanidades, Pilar Uriarte, afirma que la sociedad uruguaya se piensa a sí misma como gestada a partir de la inmigración europea. Además mucha de la producción cultural estuvo marcada por la emigración de uruguayos, desde la década de 1960 hasta 2009. Con respecto a esto, Uriarte sostiene que “los uruguayos se sienten ligados en torno a la movilidad humana. Pero este nuevo momento nos deja ver que en realidad no somos los únicos que estamos en movimiento, sino que también hay otros flujos“.
Agrega que “también podemos ver cómo integra nuestro país lo que traen las personas que llegan. Su identidad cultural, la alimentación, idiomas, formas de estar, de pasar el tiempo. Creo que todo eso es una afectación positiva“. Por esto, según la antropóloga, no se puede hablar de una cultura uruguaya contra una de los migrantes. Plantea que “el principal movimiento que hay a nivel de opinión pública es que nuestra sociedad se está dando cuenta de que la inmigración no es algo que solo nos pasa a nosotros“.
La doctora también se pronunció sobre cómo se toman los uruguayos la llegada de inmigrantes. Plantea que hay un discurso de Uruguay como país tolerante, pero de hecho los migrantes sufren bastantes situaciones de discriminación, que combinan la xenofobia con el racismo. En su experiencia trabajando con ellos, le han manifestado que “encuentran una sociedad muy cerrada dentro de sí misma, con muchas dificultades de abrirse hacia el otro“.
Uriarte afirma que la reacción de la sociedad uruguaya hacia los inmigrantes depende de su origen. Los que llegan de países europeos tienen muchas más facilidades, el camino más allanado. Mientras, quienes llegan de Centroamérica o el Caribe la tienen más difícil, y mucho peor es la situación de los inmigrantes que no hablan español.
La antropóloga también comenta las ventajas que ofrece Uruguay como destino migratorio: se valora muchísimo el acceso a la educación y a la salud, además de la relativa facilidad para conseguir trabajo una vez obtenida la documentación. Sin embargo, respecto a este último punto, manifiesta que “hay un problema de acceso a trabajos de calidad, que tengan que ver con la formación, la experiencia y las capacidades de cada persona. La gente consigue trabajo pero no logra mejorar sus condiciones posteriormente“.
En cuanto a las políticas orientadas a los inmigrantes, Uriarte apunta que existe una muy buena legislación. Según señaló, “la ley 18.250 es un ejemplo a nivel regional, con perspectiva de derechos. Tiene un buen trámite para obtener documentación, ahora bastante demorado, pero con un buen equilibrio entre exigencias -qué documentos se les piden- y respuesta del Estado“.
Sin embargo, aclara que hasta ahí llegan las políticas, debido a que el país no tiene una pensada en función de los procesos de integración de la población migrante a Uruguay: “es fundamental que se haga algo que atienda las especificidades de ser un migrante en Uruguay que está lejos de su red“. También considera que es central que de parte del Estado haya una institucionalidad específica que piense la transversalidad de la dimensión migratoria en todas sus políticas.
Leandro Fernández