José Serra habló sobre el cambio climático y la meteorología en Uruguay. Foto: SdR / Paula García

El Observatorio Meteorológico del Colegio Pío, fundado en 1882 a instancias de los Salesianos, fue el primero del Uruguay y contó con gran prestigio internacional. Dejó de funcionar por falta de recursos en 1955 y tras su reapertura a finales de 2013, a iniciativa de un grupo de exalumnos, hoy brinda servicios a más de 30 estaciones radiales y es liderado por el meteorólogo José Serra, ex Presidente de la Asociación Meteorológica del Uruguay y de vasta trayectoria en nuestro país y Brasil. En diálogo con SdR, Serra habló sobre el momento difícil que atraviesa la meteorología en el Uruguay, y dejó bien claro los peligros reales a los que nos enfrentamos debido a la variabilidad climática. Expresó también que es un proceso que no tiene vuelta atrás y que “nos vamos a pique”.
“Para mí esto es un santuario”, afirma complacido Serra, “Estoy rodeado de historia”. Señala un libro antiguo, esboza una sonrisa y lee: “Observatorio central de Villa Colón, febrero 1883”. Actualmente alumnos del Pío, junto con otros tantos del Liceo Militar, están acondicionando todo este material para pasarlo a soporte digital. “Ustedes lo saben bien, quien tiene información, tiene el poder (…) lo que tengo acá es información de todo el mundo que va de 1800 hasta 1955″, explica. Y además asegura: “Te puedo decir hoy, comparando los datos que tenemos con los últimos 20 años, si el clima ha variado”.
-¿Ha variado el clima?
-Sí, varió.
-¿Qué factores han incidido en este cambio?
-Estamos dentro de un período de variabilidad climática, lo que es normal y recurrente. Lo que pasa es que somos más, producimos menos alimentos, tenemos menos tierra productiva porque la hemos degradado, hemos alterado nuestro hábitat, hemos contaminado la atmósfera y la seguimos contaminando todos los días. Por ejemplo, la empresa Cutcsa tiene 1105 coches que emiten 1.5 millones de toneladas de monóxido de carbono por año. Montevideo es una ciudad pequeña. Imagina lo que será una ciudad como Santiago, San Pablo o Nueva York. La parte industrial tiene mucho que ver y el agua se nos está limitando de una forma muy peligrosa. Vamos a suponer que nos quedamos sin agua por cinco días. No se puede higienizar, no puedo comer ni lavar mis alimentos, empiezan las enfermedades, las pestes, etc. Ya nos vamos a matar por un vaso de agua.
–¿Estamos preparados para enfrentar una situación así?
No. Si hoy en nuestras casas nos quedamos sin agua y no tenemos donde conseguirla, al arroyito no podemos ir porque está contaminado. Vamos a la playa, también está contaminada. Y ahí pensamos ‘ahhh ,nos queda el Acuífero Guaraní’, ¿pero es agua dulce y está potable? Yo no lo sé. Ahora, la cantidad de agua que tienen esos acuíferos, ¿suplen los requerimientos de la sociedad? No lo sabemos.
–¿Es real lo que se dice acerca del aumento de la temperatura en los últimos años?
-En los últimos 40 años se ha visto un incremento casi exponencial de la temperatura. El albedo (*) tierra atmósfera recibe y emite radiación de forma tal que se ha visto alterado. Hay una capa que se ha creado en la tropósfera, donde parte de la contaminación que la tierra emite, queda condensada. Es nada más ni nada menos, el Efecto Invernadero. Pero este efecto, como invernadero en sí, tiene condiciones nocivas para el ser humano, ya que emitimos una cantidad de gases a la atmósfera que nos están matando a nosotros mismos y a todo el hábitat.
–¿Cuál es el pronóstico a futuro?, ¿cómo va a seguir esto?
-Mi opinión hoy es que de esto no hay vuelta. Y a modo de ejemplo, el arroyo Pantanoso, el Miguelete y el Carrasco hoy son tres cloacas. Millones de años tardó la naturaleza en formar esos cauces y el ser humano en tan solo 50 años los destruyó. Si usted es representante de una economía potente de un país potente, y le digo que para dejar de contaminar y emitir CO2 usted tiene que parar con sus industrias, ¡van a decir que no! No se puede parar la economía de un país. Para el 2100 hay una proyección de que la temperatura aumente cuatro o cinco grados. Si esto ocurre va a haber un deshielo y subirá el nivel del mar. Traerá consigo cambio de clima, mayor evaporación, pero además si el agua dulce se mezcla con la salada hay mortandad en la fauna marina, todo el bioma marino se altera y muere. Nos vamos a pique y no hay vuelta. ¿Soy muy catastrófico? Pero le dije hechos reales.
-Dice que esto es inevitable y que no hay vuelta atrás, pero ¿hay forma de retrasarlo de alguna manera?
-Sí. Podríamos frenar el proceso que viene siendo muy acelerado, reduciendo las emisiones en los países industriales. Pero esto tiene un costo económico y político. Entonces hay que poner en la balanza, o vivimos de una manera austera y sobrevivimos a una hecatombe o ya sabemos cuál es el fin. Nos embroma, es algo que no queremos escuchar. Yo soy muy incisivo, pero son hechos y creo que, como dice aquel refrán, ‘no hay peor ciego que el que no quiere ver’.
-¿Cómo ve usted que está hoy en día la credibilidad de los meteorólogos o de la meteorología misma en la sociedad?
-A los hechos me remito. Entiendo que la sociedad ya sabe cual es la situación de la meteorología en el país. Está en un momento difícil. En cuanto a la credibilidad, la meteorología no es una ciencia exacta, pero es una ciencia que jamás podrá ser exacta porque la actividad antropológica está haciendo que no lo sea. Nos están alterando los parámetros meteorológicos y las variables a cada momento. Están emitiendo y alterando la composición de la atmósfera. Entonces no es una ciencia exacta. Tenemos nuestros errores, al igual que la medicina. Cuanto más información tenga el médico mejor va a ser la diagnosis, a nosotros nos pasa exactamente lo mismo. El día de mañana usted va a elegir un meteorólogo porque tiene más credibilidad que otro. Si usted va al médico porque le duele algo y consulta a cuatro médicos diferentes, yo le aseguro que va a tener cuatro diagnósticos distintos, pero ¿cómo? ¿qué es mejor? ¿es más eficaz la meteorología o la medicina?
Florencia Gencarelli
(*) El albedo es el porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja respecto a la radiación que incide sobre la misma.

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