Al llegar a Dublin, un muro de fondo negro con dos corazones de arcoiris mediados por la igualdad blanca fue lo primero que llamó la atención de Naomi, quien celular en mano twitteo una selfie con el muro y sumó el hashtag #HOMETOVOTE (a casa para votar). Como Naomi, muchos encontraron distintas partes de la capital irlandesa con el arcoiris sobreponiendose al mitico tricolor irlandés. En este tono Joe Caslin, ilustrador y artista callejero, aportó dos de sus trabajos a la campaña por el Yes Equality, uno en la cercanía de Temple Bar -parada obligatoria de Dublin- y otro sobre un castillo en un ambiente más de corte bucólico.
Sí se puede
La opción del “Yes” tuvo un respaldo fuerte de la ciudadanía -1.2 millones de votos- y eso se notó rápidamente en el recuento de votos al día siguiente, lo que provocó un arranque temprano de las celebraciones. La noche misma del viernes, luego de la consulta, se empezó a construir una fiesta por las calles de Dublin, una celebración por la libertad donde participaron muchos y que no era una reunión más y que le ganó por lejos a la ceremonia alcohólica/católica de San Patricio. Horas más tarde las boas de colores y paraguas con arcoiris sumados al sol de la tarde de sábado dieron un marco bochinchero al Dublin Castle, sede histórica del gobierno británico en Irlanda, donde cerca de 2.000 personas fueron a esperar los resultados.
La campaña del Yes Equality estuvo dirigida desde lo político por Tiernan Brady, quien en palabras al El País de Madrid destacó la cantidad de población -4.5 millones- como un elemento fundamental: “En comunidades pequeñas la humanidad de una persona se abre paso rápidamente”. Las generaciones nuevas quizá también tengan su peso en esta historia, ya que en esta época alzaron una voz que nadie pudo hacer oír antes, en una tierra donde hasta entrados los años 90 la homosexualidad era un delito penal.
Parte de la religión
El catolicismo supo surcar mejores momentos que los actuales, pero mientras tuvo la cadena en la mano fue severo con aquellos que no acataban su doctrina. Davis Norris, senador y activista irlandés, habló con The New York Times sobre el peso religioso que tuvo en sus hombros. “A lo largo de mi juventud era un delito ser gay“, un tiempo donde se podía perder el trabajo o ser trasladado a un asilo por ser homosexual, épocas que Norris recuerda como de soledad: “Ningún medio de prensa, tanto escrito como por broadcast, mencionaba nuestra situación”.
Cuando la derrota fue inevitable para el bando opositor al “Yes”, a través de Twitter felicitaron a la campaña por la positiva. Detrás de los opositores al matrimonio igualitario estuvo el instituto Iona, un lobby de carácter católico que impulsa la religión en la sociedad, quienes confeccionaron un comunicado luego de la consulta donde continúan “afirmando la importancia de los lazos biológicos así como la maternidad y la paternidad”. Por otro lado instaron al gobierno a atender las preocupaciones de los votantes por el “No” que llegaron al 37 por ciento de los votos.
Lo sucedido en Irlanda es vanguardista si se toma en cuenta su pasado histórico e inmediato. Ese peso fue derrocado por mentes frescas en la actualidad que no solo ayudaron a lograr el matrimonio igualitario sino que, a través del mismo plebiscito, permitieron reducir a 21 años la edad mínima para postularse a la presidencia de Irlanda. La unión entre personas está confirmada y deberá ser ratificada por las dos cámaras parlamentarias y por el presidente. En ese proceso se pondrá fecha para que los gays puedan contraer matrimonio.
Sebastián Penni