ISRAEL: GUERRA LAICA

 

Uriel Ferera. Foto: Ruty Ferera

Dejá de rezar, Dios no te escucha, no te va a sacar de acá, está ocupado en cosas más importantes” se burló uno de los guardias, mientras lo arrastraban por la fuerza para obligarlo a ponerse el uniforme de la cárcel militar. Después lo dejaron aislado en una celda de dos por tres metros, entre gritos e insultos. A pesar de la risa de los soldados, Uriel no paró de recitar los salmos bíblicos. En ese momento se dio cuenta, afirmó más tarde, “que si humillaban de esa manera a un chico judío -como ellos- uno puede imaginarse lo que le hacen a los jóvenes palestinos”.

Uriel Ferera es un israelí de 19 años preso por negarse a cumplir con el servicio militar, obligatorio en su país al cumplir la mayoría de edad. Actualmente va por su quinto encarcelamiento desde abril de este año, cuando se negó a participar en lo que considera un “ejército de ocupación”. Sala de Redacción conversó con Ruty Ferera, aadre de Uriel, para conocer más sobre la situación de los objetores de conciencia en Israel, en el marco de una nueva agresión a la Franja de Gaza.

Preso de conciencia. Israel, desde su fundación en 1948, establece en su constitución la obligación para todos sus ciudadanos de servir en el ejército, tres años los hombres, dos las mujeres.

Sólo están eximidos del servicio quienes demuestran problemas de salud, además de la población de procedencia árabe. También estaban eximidos los judíos ortodoxos que asistían a una yeshiva (escuela religiosa) hasta que una ley aprobada este año terminó con esa excepción.

Uriel Ferera vive en Beer Sheva, una ciudad israelí 47 kilómetros al norte de la ciudad de Gaza. Llegó a Israel desde Argentina en 2001. Su madre Ruty contó a SdR que educó a sus hijos en el pacifismo, la tolerancia y los valores religiosos: “Lo de Uriel viene a partir de la educación que le di a él y a su hermana en casa, una educación contra la violencia, contra el militarismo. Nosotros somos judíos, somos ortodoxos -y nos sentimos orgullosos de ser judíos- pero no somos sionistas”.

No fue una sorpresa, entonces, que al recibir el llamado de las Fuerzas de Defensa, Uriel rechazara enrolarse. Al terminar la Secundaria recibió la habitual carta del Ejército para realizarse los exámenes físicos y psicológicos correspondientes, que aprobó sin problemas. Días después, al comunicar que no se alistaría por motivos de conciencia, Ferera fue juzgado por un tribunal militar y condenado a 20 días de prisión.

No puedo participar en una actividad antidemocrática como la ocupación militar de los territorios palestinos y la falta de igualdad civil entre nosotros y los palestinos bajo dominio israelí”, declaró en aquella ocasión.

El Estado de Israel no reconoce el derecho a la objeción de conciencia, por lo que una vez liberado y al insistir en su posición, fue nuevamente juzgado y condenado otros 20 días.  Actualmente cumple su quinto confinamiento, en la prisión militar número 6 al norte de Israel. Ferera permanecerá en esta situación de entrada y salida de la cárcel hasta que el tribunal militar lo considere no apto para el servicio.

Puede durar hasta tres años, que es el tiempo que tendría que estar en el servicio militar; hubo casos de dos años, de un año, hubo casos de dos, tres meses. Depende de quién le toque en el juicio, depende de cómo el Ejército determine si sigue intentando enrolarlo o no”, señaló Ruty.

Ruty Ferera tomó como referencia los casos anteriores de objeción de conciencia y afirmó: “Siempre van a buscar el defecto, para decirlo de una manera, o el problema, en el chico y no en ellos, nunca van a decir que los eximieron del servicio militar porque aceptaron su objeción de conciencia, su postura ideológica o política, sino que es porque son disminuidos mentales o disminuidos físicos y entonces no son aptos para el Ejército”.

Insumisos. Hay un  gran rechazo al objetor de conciencia, un gran rechazo porque la sociedad es muy militarista y entonces lo consideran una vergüenza, un deshonor, una traición”, dijo a SdR Ruty Ferera, en referencia a cómo ve la opinión pública mayoritaria en Israel a quienes se niegan a servir en el ejército.

Para Yair Lapid, ministro de Finanzas del gobierno israelí y uno de los “moderados” de la coalición que gobierna el país, los objetores de conciencia son “insumisos”.

La insumisión no es una ideología. Es la complacencia de una juventud saciada que piensa que está en el derecho de hacerlo todo y que deben ser otros, vuestros hijos y los míos, los que sirvan en vez de ellos. Me avergüenzan”, sentenció Lapid el pasado mes de marzo, de acuerdo al matutino Haaretz.

Las declaraciones de Lapid se dieron a raíz de la carta abierta que 130 jóvenes en edad de enrolarse en las Fuerzas de Defensa enviaron este año al gobierno israelí. Sin embargo, de acuerdo con lo que manifestaron en la carta, los shministim (nombre en hebreo para los que cursan el último año de bachillerato), su rechazo no parece fundarse en la comodidad, sino en su oposición a la ocupación militar de los territorios palestinos.

Los palestinos en los territorios ocupados viven bajo dominio israelí aunque no eligieron hacerlo, y no tienen ningún recurso legal para influir en este régimen o en sus procesos de toma de decisiones. Esto no es igualitario ni justo. En estos territorios son violados los derechos humanos y son perpetrados diariamente actos definidos como crímenes de guerra por el derecho internacional. Esto incluye asesinatos (ejecuciones extrajudiciales), la construcción de asentamientos en tierras ocupadas, las detenciones administrativas, la tortura, el castigo colectivo y la asignación desigual de servicios como agua y electricidad”, denunciaron los shministim.

La misiva incluía un llamado a toda la población para que reconsidere el régimen de ocupación. Para los jóvenes, el rol que juega lo militar en su país no sólo perjudica a los palestinos: “También se infiltra en la vida cotidiana de la sociedad israelí: moldea el sistema educativo, nuestras oportunidades de trabajo, mientras fomenta el racismo, la violencia y la discriminación étnica, nacional y de género”.

Cuando declaró a fines de abril su objeción de conciencia por motivos políticos, Uriel Ferera manifestó su intención de realizar el servicio social en lugar del militar, opción que el tribunal le negó.

Actualmente el Estado brinda esta opción -que consiste en un servicio voluntario de dos a tres años en escuelas, hospitales u otras dependencias públicas- a los árabes israelíes y a las mujeres que cursan estudios religiosos, indicó Ruty Ferera.

En lo que va del año, fueron tres los encarcelados por objeción de conciencia, a pesar de que todos los años las firmas de las cartas shministim rondan el centenar.

Ruty explicó que a la hora de los exámenes para el alistamiento “lamentablemente muchos chicos tienen que mentir, no se sienten con la fortaleza como para pasar encarcelamientos, entonces alegan problemas de salud emocional. Se presentan al psicólogo militar y mienten diciéndole que tienen problemas psicológicos y entonces así los eximen. El caso de chicos que tienen problemas físicos, que son asmáticos o cortos de vista, en esos casos presentan la documentación o el certificado médico de que tienen ese problema y entonces los eximen”.

Uriel Ferera, al igual que la shministim Omer Goldman, prefirió dar sus motivos reales al tribunal militar. “Nosotros tomamos el camino más largo” manifestó en 2008 Goldman, hija de un alto jefe de la Mossad, el servicio secreto israelí. Ella se convirtió a los 18 años en una de las caras visibles del movimiento de objetores de conciencia, cuando se negó a alistarse en el ejército y fue encarcelada en dos oportunidades junto a varios compañeros.

Creo en el servicio a la sociedad de la que soy parte, y es precisamente por eso que me niego a tomar parte en los crímenes de guerra cometidos por mi país”, manifestó Goldman en su declaración al tribunal militar que la condenó.

Guerra laica. Para Ruty Ferera, el conflicto israelí-palestino “no es religioso ni tiene que ver con la religión, el conflicto en realidad es económico”, y señaló que existen importantes reservas de gas en la zona costera de Gaza.

En tanto y en cuanto el Estado de Israel firme una paz con el pueblo palestino y se retiren las colonias de Cisjordania, se libere el espacio aéreo y el espacio marítimo de las población palestina en Gaza, la derecha capitalista que gobierna Israel no tendría razón de ser y entonces tendrían que comenzar a ocuparse de los problemas sociales que tiene el país”, manifestó, al tiempo que consideró que en Israel se prioriza el presupuesto de Defensa frente a las políticas de bienestar social.

Como religiosa ortodoxa, Ruty se opone al uso de argumentos basados en la fe para defender la política exterior de Israel: “En estos casos la religión siempre viene bien para crear sentimientos de víctima: ‘No me quieren porque soy judía, critican mi país porque son antisemitas’, cuando no todo aquel que critica a Israel y critica al sionismo es anti semita, y el judío que critica a Israel y critica al sionismo no es un traidor”.

Recordó que existen varios movimientos de religiosos judíos, como Neturei Karta, que en su opinión “llevan la religión a lo máximo de la tradición”, y que rechazan los fundamentos del sionismo, que, consideró, no es más que “una ideología política”.

Desde 1982, cuando alrededor de tres mil reservistas se negaron a participar de la invasión al Líbano, muchos ciudadanos israelíes han hecho de su negativa a enrolarse una herramienta para manifestar su oposición a las políticas militares oficiales.  La objeción de conciencia es parte del derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, consagrado en el Artículo 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos desde 1966, según reconoce el Comité de Derechos Humanos.

Francisco Claramunt

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