Una especie de Pop Art warholiano tiene hoy como protagonista a la pintora mejicana Frida Kahlo. Carteras, pins, manteles, posa vasos, lo que cada uno quiera imaginar. Allí está su imagen, una serie fotográfica que se instaló en distintos objetos cotidianos.
Esta mujer de labios carmesí y cejas unidas, que se enfrentó a treinta y tres operaciones, representó el amor por la vida. A los seis años sufrió una poliomielitis y a los dieciocho un accidente de tránsito que le provocó la rotura de su espalda en tres partes. Sin embargo, y a pesar de los cambios físicos y el sufrimiento que atravesó desde entonces, Kahlo se aferró a la vida a través de la pintura.
Un 13 de julio de 1954 la pintora dijo adiós. El pasado domingo 13 de julio se conmemoró su fallecimiento. En Méjico se celebraron distintas actividades durante la semana que rememoran su vida y obra: desde exposiciones fotográficas y espectáculos musicales hasta proyecciones cinematográficas como “Frida, naturaleza viva”. Se prevé además la construcción de varias obras que llevarán su nombre, entre ellas un centro de iniciación artística, un cine y un parque.
Sus obras, que fueron catalogadas de surrealistas, representaban su presente, según la autora. Kahlo se caracterizó más que nada por pintar autorretratos y expresaba que lo hacía porque no había nada que conociera más que a ella misma.
Esposa del muralista Diego Rivera, la figura de Kahlo muchas veces fue la sombra de su marido, pero sus pinturas tenían un sello propio. En ellas “describe no solo sus desgracias sino sus pesares psicológicos”, expresa la historiadora española Victoria Combalía. Exponer estos aspectos de su vida y su propia imagen habla de la capacidad de aceptación, de su fuerza y su valor para enfrentar los estereotipos de belleza y femineidad tradicionales.
Kahlo representaba también a una mujer política, afín al movimiento comunista. En sus obras se reflejaba la preocupación por los problemas sociales que enfrentaba su país y en sus lienzos podía verse plasmado el interés de revivir el arte popular mejicano, las raíces que lo vinculan con la cultura indígena y la religión.
Frida Kahlo no se hace presente por la “Fridomanía” que persigue en estos días, su legado está vigente por su forma de pararse ante la vida: “Cada tic-tac es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es sólo saberla vivir. Que cada uno lo resuelva como pueda”, dijo Kahlo alguna vez.
Valentina Troisi