Harta salió a las calles el 8 de marzo de 2018 por medio de una serie de publicaciones en su blog referidas a la salud reproductiva de las mujeres. Desde su lugar entendieron que era importante generar un medio de difusión dirigido a las adolescencias, a las que veían atravesadas por diversas publicaciones signadas por estereotipos de género. Cuando nació la idea de llevar adelante una revista digital formaban parte del colectivo Encuentro de Feministas Diversas, que surgió en 2017. Desde 2021 continuaron su camino separadas de este colectivo y comenzaron a ejercer la militancia desde su lugar independiente.

El proyecto desde sus inicios fue 100% voluntario y era llevado a cabo, en ese entonces, por 25 personas aproximadamente. Una de sus integrantes, Stefani Tedros, contó a Sala de Redacción que lo que las sostuvo fue el premio Fortalecidas, otorgado por la Intendencia de Montevideo. “Fue precioso que se reconociera el trabajo y que se lograra dar el sustento económico para poder completarlo, fue nuestro puntapié inicial”, dijo la militante. De todas formas, la obtención de este premio causó ciertas controversias en redes sociales. “Llegaron un montón de comentarios en los que se decía que estábamos sostenidas por la intendencia y por el gobierno, cuando en realidad eso no pasaba”, explicó Tedros.

—¿Cómo fueron construyendo el contenido de la revista para ese rango etario de menores? ¿De qué forma articularon el lenguaje para que sea sencillo y a la vez busque informar?

Stefani Tedros —Nos plantamos desde el lugar de tratar de llegar al público objetivo, que eran mujeres y disidencias entre 12 y 18 años. Siempre tuvimos muy claro que el lenguaje y el vocabulario tenían que ser desde la información y sin subestimar el conocimiento y la capacidad de entendimiento que tuvieran esas juventudes. Algunas teníamos adolescencias cercanas o trabajábamos con ellas, y eso hizo que pudiéramos generar un diálogo que fue bastante horizontal, en el que las adolescentes que nos leían podían comunicarse con Harta. Si les surgía alguna duda, si tenían algún inconveniente, si querían publicar algo, las redes de la revista estaban abiertas para que se pudieran comunicar y también nos hicieran llegar lo que quisieran.

La manera de llevar el proyecto al territorio fue a través de los talleres que el colectivo dictó para estas adolescencias y juventudes en diversas instituciones, tanto en el ámbito educativo formal como informal. Las militantes consideran que esos espacios fueron sumamente enriquecedores, aunque notaron ciertas resistencias al presentar los artículos publicados en el blog, reacciones que entendieron como parte de un desafío al que se tenían que enfrentar por ser un medio nuevo que apuntaba a un público desatendido en los medios masivos de comunicación.

Muchas veces los mensajes que llegaban a sus redes eran impactantes. Una gran cantidad hacía referencia a situaciones de abuso o de violencia, por lo que desde Harta disponibilizaron “los números para llamar en caso de emergencias”, contó a SdR Maite Recalde, integrante del colectivo y encargada de sus redes sociales. Su postura ante los escraches, que pasaron a ser un método muy utilizado para denunciar estas situaciones de violencia en redes, fue más bien “cuidadosa”, sobre todo para “cuidar a las chiquilinas” y “no seguir revictimizándolas”, dijo Tedros.

—¿Cómo seleccionaban los temas que se iban a abordar en la revista? ¿Tenían algún criterio de selección de los contenidos? 

S. T. —Teníamos compañeras que eran jóvenes y que estaban muy cercanas al público. Muchas de sus inquietudes eran trasladadas y se escribía al respecto. Yo soy docente, entonces el aula me sirvió como un espacio de experimentación. Les preguntaba ¿a ustedes qué les gustaría saber? ¿De qué les gustaría charlar? Y eso se trasladaba al proyecto. También, las propias inquietudes que nos llegaban a través de las redes sociales y de los mails, que las propias lectoras nos sugerían. Y además considerábamos lo que nos hubiese gustado leer a nosotras cuando éramos adolescentes.

Maite Recalde —Tocábamos cuestiones más de sexualidad, como por ejemplo la primera ida al ginecólogo. Después teníamos una sección de noticias emergentes. Cuando pasaba algo que nos parecía relevante se hacía un artículo medio rápido para escribirlo o traducirlo, más que nada si era algo “del mundo adulto”.  En el blog hay mucho tutorial también. Queríamos que fuera una cuestión variada para que no sea un bombazo de data aburrida. Es muy diversa la cantidad de artículos que hay. 

Al llegar la pandemia, la revista digital sufrió una transformación, sobre todo porque se dieron cuenta de que el público objetivo al que estaban apuntando no era al que realmente estaban llegando. Las estadísticas mostraban que la revista era leída en su mayoría por adultas jóvenes y por mujeres que superaban los 30 años.

En 2022, después de un tiempo de inactividad, volvieron al ruedo nuevamente con una publicación el 8 de marzo y se presentaron como un medio de comunicación y difusión para un público más amplio. 

Continuaron expandiéndose a través de diversas actividades, como los conversatorios, que eran instancias sumamente provechosas que les sirvieron para generar cierta cercanía con el público que las leía y seguía mediante redes sociales. El pasaje a convertirse en una editorial empezó como un “sueño loco” que ya comenzaron a llevar adelante y planean seguir desarrollando a futuro, expresó Recalde.

—¿Consideran que en Uruguay hay muchos libros con perspectiva de género o son más bien escasos? ¿Cómo ven el mercado en ese sentido? 

S. T. —Hay de todo. Publicar en Uruguay es caro, entre lo que es el proceso editorial y el de distribución. El de distribución, más que caro, es carísimo. 

M. R. —Hacer que los libros lleguen a las librerías es lo más caro que tiene todo el proceso de publicación. Por otro lado, Uruguay tiene esa particularidad de que hay muchísimas editoriales -y muchísimas editoriales independientes- para el tamaño del país. Eso está buenísimo porque somos un país re lector, pero más allá de la perspectiva de género, yo creo que sigue habiendo menos mujeres y disidencias publicadas que varones. 

El primer libro publicado por la editorial fue “Yo soy la sed”, de María Eugenia Mahía, y se describe como “un poemario que atraviesa el cuerpo y la sensibilidad de quienes lo leen”. Desde su publicación, en diciembre de 2023, tuvo muy buena repercusión y recibieron decenas de manuscritos a partir de la publicación del poemario.

Lo más complejo de tener una editorial, según Recalde y Tedros, es la “difusión” -sobre todo de libros con perspectiva de género- y la “salida del nicho”, ya que consideran que Harta se encuentra en un nicho del que muchas veces es difícil abrirse para darse a conocer a un nuevo público. Para este año tienen planeada la publicación de dos libros de temáticas distintas pero que tienen algo en común: ambos son autobiografías y sus autoras han sido atravesadas por lo que van a relatar en el texto. Uno de ellos es sobre una historia particular atravesada por la dictadura y el otro es una experiencia personal sobre la endometriosis.

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