Joaquín Salvador Lavado, conocido como Quino, en la celebración de los 50 años de la primera publicación de Mafalda. AFP PHOTO / DANIEL GARCIA

El 29 de setiembre de 1964, Mafalda llegó a este mundo con muchas preguntas por responder. Creada por el humorista gráfico Joaquín Salvador Lavado, más conocido como “Quino”, Mafalda, una niña de seis años, se adentra en todo tipo de temas junto a su familia y amigos, desde aquellos que normalmente aquejan a un niño hasta los problemas más esenciales de la humanidad.
En 1963 Quino fue contratado para dibujar la campaña publicitaria de la línea de electrodomésticos Mansfield. La empresa puso como condición que algunos de los nombres de los personajes comenzaran con la letra M, de ahí surge el nombre Mafalda que fue tomado de la película argentina Dar la cara (1962), donde aparecía una bebé con ese nombre. Eso se tradujo en una serie de tiras protagonizadas por una familia integrada por un matrimonio y dos hijos, siendo Mafalda la hija menor.
Finalmente la campaña publicitaria no fue realizada, a lo que la historieta Mafalda -luego de algunas modificaciones- fue publicada al año siguiente en la revista semanal Primera Plana con dos tiras por semana, en las que en un principio sólo aparecían Mafalda y su padre. Posteriormente se fueron sumando la madre (Raquel), Felipe, Manolito, Susanita y Miguelito.
En marzo del 1965 pasó a ser publicada en el diario El Mundo, debido a diferencias de criterio con la revista anterior. En 1967 la madre de Mafalda se enteró de que estaba embarazada, lo que coincidió con el cierre del diario, a lo que Guille (el hermano menor) apareció por primera vez en 1968 cuando la historieta pasó a ser publicada por el semanario Siete Días Ilustrados hasta su última publicación en junio de 1973, cuando el autor decidió no continuar con la historia.
Consultado por el fin de su historieta, Quino respondió: “dejé de dibujarla cuando en la Argentina estaba corriendo sangre y había una situación política muy peligrosa. Mafalda no podía ignorar los crímenes que se estaban cometiendo, y si los comentaba, el que no hubiese podido comentar nada más sería yo”.
Aunque Mafalda fue originalmente publicada por 9 años, la historieta ha sido traducida a 10 idiomas y la recopilación de las tiras en libros ha vendido millones de ediciones en América del Sur y países europeos.
Quino continuó extendiendo su obra gráfica, pero dibujando ocasionalmente a los personajes de Mafalda en campañas como la de UNICEF en 1978 sobre la Declaración de los derechos de los niños. También en 1988 con un afiche con motivo del día de los Derechos Humanos y la conmemoración de los cinco años de la vuelta a la democracia en Argentina, y en un afiche para la Cruz Roja española en 1991.

La historieta y sus personajes. Protagonizada en su mayoría por niños pero no necesariamente dirigida al público infantil, aunque algunos de los personajes resguardan una aparente inocencia, trata temas que abarcan lo político, lo económico, la situación mundial y los derechos humanos. Los personajes se encuentran en lugares cotidianos como sus casas, la calle, la escuela y el almacén de Manolo, y está situada temporalmente en los años sesenta.
Trata asuntos de gran importancia a través del humor, con el fin de acercar temas a los lectores sin sofocarlos, buscando hacerlos reaccionar y reflexionar. La historieta en su totalidad no busca dar respuestas, sino despertar -al igual que en Mafalda- las ansias de preguntar, debatir y cuestionar.

Mafalda ama la democracia, los derechos de los niños, la paz y los Beatles. Con sus cuestionamientos e inquietudes tiene la habilidad de poner en jaque a los adultos que la rodean en más de una ocasión. En las palabras de Quino: “intenta resolver el dilema de quiénes son los buenos y quiénes los malos en este mundo”.
Tiene la constante aspiración de hacer de este mundo un mejor lugar o al menos una mejor versión y tampoco pierde la oportunidad de reclamar a los adultos sobre el estado del mundo en el que le ha tocado nacer. En más de una tira se la ve junto al mundo (globo terráqueo), al cual trata de enfermo o problemático y en otras intenta cuidarlo o embellecerlo con las cremas de su madre.
El padre y la madre son un típico matrimonio de clase media. Él, un empleado de oficina en una compañía de seguros y amante de las plantas, su nombre nunca fue revelado. Ella es una ama de casa que abandonó sus estudios una vez que se casó, lo que es recriminado por su hija. Felipe, un año mayor que Mafalda, es presentado como un soñador, perezoso y siempre abrumado por las tareas de la escuela, un tanto ingenuo, amante del Llanero solitario y los crucigramas.
Susanita y Manolito son los personajes que acatan el sistema, aunque entre ellos no se llevan bien. Manolito ayuda en el almacén de su padre y le gusta estar al tanto del dinero del almacén. Se muestra ambicioso y con una visión materialista del mundo. Su gran aspiración es llegar a ser un ejecutivo importante. No le gustan los libros no contables, los descuentos, los hippies y, a diferencia de los otros, los Beatles.
Susanita es de hablar sin parar y permanece al tanto de todo lo que ocurre en el barrio. Es un tanto despectiva hacia los pobres y se preocupa mucho por su apariencia. Sus grandes aspiraciones incluyen tener una buena situación económica, casarse y tener muchos hijos. Juega con Mafalda a recrear situaciones de la vida de adultos que añora.
Miguelito es menor que el resto y tiende a realizar preguntas que de tan abstractas pueden resultar completamente absurdas. Un tanto ególatra, odia tener la edad que tiene. También es directo al hablar lo que a veces lo torna cruel. Guille, el hermano menor de Mafalda, realiza travesuras como pintar las paredes. Tiende a deformar las palabras al expresarse y a pesar de su corta edad le atrae Brigitte Bardot (actriz y cantante francesa popular a mediados del siglo XX). Libertad aparece por primera vez en 1970, es bajita de estatura y también de corta edad, pero es el personaje con el que Mafalda comparte más conversaciones sobre temas sociopolíticos. Se declara en contra del sistema político establecido y afín a las revoluciones sociales.
Llega a la pantalla chica. En 1972 se realizaron 52 cortos de entre un minuto y medio y cuatro minutos de duración, producidos para la televisión argentina, que posteriormente fueron recopilados en 5 episodios y en 1979 transformados en una película estrenada dos años más tarde. Esta serie y posterior película hacían énfasis en los diálogos entre los personajes por encima de otros aspectos. En 1993 el realizador cubano Juan Padrón realizó 104 cortos, que luego fueron compilados en una película para Cuba, difundida en dos oportunidades en la televisión argentina. A diferencia de la otra serie ésta se sustenta en las acciones y los gestos de los personajes, más que en lo que dicen.
Homenajes y reconocimientos. A lo largo de su trayectoria tanto Quino como Mafalda han recibido diversos reconocimientos. Se realizaron varias exposiciones en diferentes ciudades: El mundo de Mafalda en Madrid en 1992 y en Milán en 1994, conmemorando los 30 años de Mafalda, De viaje con Mafalda en 2004 (exposición que recorrió varias localidades europeas) y El mundo según Mafalda en Costa Rica.
Actualmente en Buenos Aires se encuentran tres exposiciones en honor a sus 50 años: El mundo según Mafalda en la Usina del Arte, Mafalda en su sopa en la Biblioteca Nacional y Quino por Mafalda en el Museo del Humor.
En Buenos Aires, Mafalda cuenta con una plaza nombrada en su honor en el barrio Colegiales desde 2005, con dibujos de los personajes en muros, bancos y carteles. En 2008 se inauguraron dos murales hechos sobre azulejos blancos que reproducen varias de las tiras, en las estaciones de subte Perú y Catedral.
Debido a su trayectoria y su producción gráfica, Quino también ha recibido varios reconocimientos y premios como la Palma de Oro en el salón internacional del Humorismo (1978), Dibujante del Año (1982), Maestro del Arte por la Secretaria de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (1998), Premio Iberoamericano de Humor Gráfico Quevedos (2000), Ciudadano Ilustre de Buenos Aires (2004), Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba (2006) y el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (2014), entre otros.
Florencia Beceiro

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