ELECCIONES UNIVERSITARIAS Y LA LUCHA POR EL RECTORADO

Aunque las corrientes de izquierda mantienen su primacía en UdelaR tras la elecciones universitarias, el “arocenismo” parece haber retrocedido, especialmente en la FEUU. Como consecuencia, se hace más intensa la puja entre candidatos que aspiran al rectorado, mientras los gremios inician un proceso de discusión interna para definir las posturas de sus delegados en la Asamblea General del Claustro. Las elecciones mostraron un alto indice de abstención, salvo en el interior (ver “Sueños de facultad”) donde por primera vez votaron los órdenes de los centros regionales. Por primera  vez se experimentó con un sistema de voto electrónico que abarcó 600 mesas de votación.

Rodrigo Arocena. Foto: Edward Braida

El Rector de UdelaR hace un balance al fin de su mandato

AROCENA HABLA DE LA RELACION CON EL PODER

“En el sistema político no hay una apuesta al desarrollo basado en el conocimiento. ¿Es que son ignorantes? No, no son ignorantes, ¿Es qué no creen que el Uruguay pueda hacerlo? Sí, ese es el problema”. Tal fue uno de los categóricos juicios del Rector Rodrigo Arocena sobre el relacionamiento de la Universidad con el gobierno y los actores políticos, durante una larga entrevista que concedió a Sala de Redacción. El Rector, que culmina dos períodos al frente de la UdelaR, analizó, a modo de balance, un abanico de temas, como el presupuesto, la descentralización, el cogobierno, la autonomía y el poder político, la reforma universitaria, el relacionamiento con los órdenes y el tipo de universidad que desea para el futuro, a la vez que rechazó tajantemente revelar sus preferencias entre los candidatos a sucederle. Lo que sigue es la primera parte de la extensa conversación.
-¿Cuáles son las diferencias con el presidente Mujica en relación a la concepción que tienen de la universidad en el interior?
-Esa es una pregunta difícil que voy a esquivar elegantemente, porque implicaría una conjetura sobre cuál es la concepción del Presidente sobre la universidad en el interior, y yo no tengo claro cuál es esa concepción. No tengo dudas de que el presidente de la República, como todo el país, entiende que el Uruguay tiene una deuda muy importante con el interior en enseñanza universitaria, como en muchas otras cosas. Porque el país no sólo es centralista en el sistema de educación terciaria. ¿Dónde están radicados todos los ministerios, dónde está radicado el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca, dónde está radicada la sede central del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias? No tengo duda de que el presidente impulsa la descentralización de la educación terciaria; no tengo dudas porque él me ha dicho más de una vez que considera que el esfuerzo que ha hecho la Universidad de la República en materia de descentralización y regionalización es muy importante. Así que no estoy en condiciones de hacer un análisis muy profundo de sus posiciones, que más de una vez parecen cambiantes en lo anecdótico.
Lo que no siempre ha subrayado -y esto sí quiero decirlo con cuidado porque no quiero esquivar la médula del asunto- es que la descentralización y creación de nuevas instituciones de educación pública terciaria universitaria no pueden hacerse contra la Universidad de la República sino con la Universidad de la República. Ese es el verdadero tema, la verdadera línea divisoria. Hasta 2007 la Universidad tenía un gran debate interno sobre si había que crear nuevas instituciones públicas de enseñanza terciaria o no. Ese debate lo saldamos y eso nos permitió en particular avanzar en el interior. Desde 2007 la posición clara de la Universidad de la República es que hay que crear nuevas instituciones. Y a partir de entonces la verdadera cuestión, aunque no siempre se diga, es si ese proceso de creación de nuevas instituciones y de descentralización debe hacerse en contra de la Universidad o con la Universidad como uno de los actores fundamentales.
No siempre el gobierno, no siempre el sistema político ha tenido claro que sería ridículo intentar este proceso en contra de la Universidad. La Universidad es la gran tradición educativa del país, es el 75% de la generación de conocimiento del Uruguay, es la que ha hecho un esfuerzo mayor de crecimiento de la graduación en los últimos años. La Universidad de la República está desempeñando el papel históricamente inusual de institución que erosiona su propio monopolio. Nosotros queremos que aparezcan otros actores en la investigación, en la educación, en la extensión. Nadie que mire seriamente al país puede decir, por ejemplo, que tiene que crear nuevas instituciones tecnológicas o de formación en educación sin el aporte de la Universidad de la República. No siempre el sistema político ha dicho esto con la claridad que debiera ni lo ha plasmado en los hechos como debiera.
-¿En la creación de la UTEC hubo ese diálogo con la Universidad?
-Hubo mucho menos diálogo del que debería haber habido. Eso es visible. Por ejemplo, cuando la ley de educación prevé crear el Instituto Terciario Superior, que es lo que figura en la ley aprobada por el Parlamento en diciembre de 2008, no la UTEC, se prevé también la creación del Instituto Universitario de Educación y se establece que eso no puede hacerse de la noche a la mañana, que debe haber comisiones preparatorias: MEC, ANEP, Universidad. En las dos comisiones preparatorias nosotros propusimos a nuestros mejores compañeros para trabajar, y trabajaron muy bien. Cuando llega el momento de crearse la UTEC todo eso se olvida, todo eso se deja de lado. Se le pide después a la Universidad, que no lo había solicitado, que sugiriera tres nombres para elegir uno para el consejo provisorio de la UTEC. Sugerimos tres excelentes compañeros, ninguno fue tenido en cuenta, lo cual es un desaire totalmente inútil. No habíamos pedido ningún cargo. Nos propusieron tres días antes de Navidad que sugiriéramos nombres, y lo hicimos. Esta institución grande y democrática puede ser ágil también. Ninguno fue tenido en cuenta.
En las primeras declaraciones públicas de la UTEC se la presentaba como algo opuesto a la Universidad de la República; pese a eso no nos pusimos nerviosos, no reaccionamos como niños ofendidos, dijimos “queremos colaborar con la UTEC, nuestros laboratorios, nuestros edificios, nuestros programas docentes están a la orden para colaborar”. La Universidad de la República tiene un convenio de colaboración con la UTEC, tiene una comisión de seguimiento de ese convenio donde, de nuevo, pusimos a nuestros mejores jugadores, todos los decanos del área de Tecnologías y Ciencias de la Naturaleza y el Hábitat están allí.
-Ante esto, ¿qué lugar ocupa la UdelaR en el espacio de educación pública?
-Por supuesto el más importante. En 2012, el último para el cual tengo datos completos, a grosso modo se graduaron algo más de 9 mil personas en el país, entre los institutos de formación docente de la ANEP, las instituciones universitarias privadas y la Universidad de la República. Dos terceras partes fueron de la Universidad de la República, eso ya da una idea. El 75% de la investigación en el país (algunos dicen 80%, pero quiero ser un poco más prudente) corresponde a la Universidad de la República. No estoy diciendo que esa proporción sea la deseable. Ojalá dentro de 20 años la Universidad haya crecido mucho y el resto del país también. La Universidad quiere que haya más lugares de enseñanza y de investigación. Debiera haber investigación en la Universidad de la República, en todas las otras instituciones de enseñanza terciaria, en los entes públicos, en las empresas privadas, y en todo eso hemos colaborado. A que haya, por ejemplo, más utilización del conocimiento en los entes públicos, en las empresas privadas, en todos lados hemos colaborado y por cierto hemos tenido muy buenos socios. Hay un ejemplo que es extraordinario. Hace algunos años, entre el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA) y la Universidad, el diálogo era escaso. Incluso cuando se creó el INIA a fines de los años ochenta una gran discusión era si la Universidad participaba o no, y se resolvió en el Parlamento que no. Pues bien, ahora vayan a Tacuarembó, ¿dónde se está haciendo la sede universitaria? Dentro de un predio del INIA. ¿Dónde se va a hacer en Treinta y Tres? Ídem. Eso no es sólo generosidad y apoyo. Quiere decir que estamos compartiendo instituciones, estamos compartiendo gente, estamos compartiendo laboratorios. Y si ustedes rastrean un poco, no hay sector del Estado que no tenga colaboración con la Universidad, aunque a veces eso no se reconozca y no se diga. No hay sector del Estado, y lo sé muy bien por los convenios que firmo a diario, que no tenga colaboración con la Universidad. Y esa colaboración ha crecido enormemente en los últimos años. Fíjense: acaba de integrarse el Comité Científico Asesor en todo lo que tiene que ver con la nueva ley de regulación de la marihuana. La mayoría de los integrantes son docentes, incluso varios de ellos decanos de la Universidad de la República. La Universidad está en todas partes, colabora en todas partes, y es seguramente el actor más conectado en materia de investigación y de innovación en el país. No quiero decir que no tengamos que mejorar muchísimo, quiero decir que el Uruguay no puede ignorar a la Universidad de la República. La mayor parte del país lo sabe, pero a veces algunos dirigentes políticos actúan como si eso no existiera, lo que es para el país como pegarse un tiro en el pie.

Rodrigo Arocena. Foto: Edward Braida

-¿Cuál es la dificultad del gobierno para otorgar el 6% del PBI a la educación?
-En el quinquenio anterior hubo un notorio progreso, el presupuesto universitario creció 70%. Habíamos pedido un poco más, pero es un crecimiento significativo. En este quinquenio el presupuesto universitario creció poco más de 20%, que es lo que creció la economía nacional más o menos, mantuvimos la proporción. ¿Qué pasó? En el primer quinquenio hubo una muy clara comprensión, que el Uruguay venía alimentando desde hacía 20 años, de que el gasto en educación nos venía poniendo realmente a la cola del mundo. Con una metáfora un poco trivial pero que he usado más de una vez, fue como si un ciclista que hubiera quedado retrasado del pelotón, lo alcanzara. Lo que pasó en el quinquenio anterior fue eso. ¿Qué pasó en este quinquenio? Podríamos haber pasado de los últimos lugares del pelotón, no a escaparnos por delante pero por lo menos a los primeros lugares. Pero no, nos quedamos en los últimos. Sin quedar atrás del pelotón, pero en los lugares del fondo.
¿Por qué no se avanzó más? Yo voy a hablar desde el punto de vista de la educación superior, la investigación y la extensión. Creo que la mayor parte del sistema político, más allá de los dichos, no cree que el Uruguay pueda basar su desarrollo en la educación superior y el conocimiento. Hace más de 20 años un documento fundamental de la CEPAL se tituló ‘Educación y Conocimiento, ejes de la transformación productiva con equidad’. El sistema político uruguayo sabe que en el mundo el conocimiento es fundamental, pero no cree en nuestra propia capacidad. El desarrollo es muchas cosas, pero no es nada si no se incorpora conocimiento avanzado y gente altamente calificada a todas las actividades sociales valiosas. (En el sistema político) no hay una apuesta al desarrollo basado en el conocimiento. ¿Es que son ignorantes? No, no son ignorantes, ¿Es qué no creen que el Uruguay pueda hacerlo? Sí, ese es el problema.
-¿Puede ser que el sistema político tenga cierta desconfianza en el cogobierno?
-Enorme desconfianza. Es muy claro que tiene una enorme desconfianza. La autonomía de la Universidad significa que la universidad no se repliega sobre sí misma. Es autonomía conectada con la sociedad, implica colaborar con la sociedad y con todas las políticas públicas. Pero hacerlo sin desmedro de la capacidad de propuesta y de crítica, si hace falta. Desgraciadamente al poder no le gusta que haya opiniones independientes y creo que es un profundo error porque los procesos de cambio necesitan miradas diferentes y necesitan gente involucrada, con camiseta.
No voy a mencionar quién, pero un destacado jerarca de este gobierno me dijo: “cuando yo le pido algo a tal o cual ente del Estado, en general no me lo dan. Pero cuando le pido algo a una persona de la Universidad, en general me dicen que sí”. ¿Y cuál es la diferencia, son mejores personas? No, son lo mismo, uruguayas y uruguayos. La diferencia es que la Universidad genera mucho más sentimiento de compenetración con la institución. ¿Y por qué es eso? Porque a los estudiantes podrá no gustarles lo que está pasando con la aplicación del plan de estudios en su facultad, pero no va a ser el presidente de la universidad que lo resuelva. Usted va a tener incidencia en eso. Entonces, la autonomía y el cogobierno son maneras de colaborar mejor, pero críticamente.
Por ejemplo, cuando se aprobó la ley de educación nosotros colaboramos en los proyectos (que no llegaron a implementarse) del IUDE y el ITS. Pero dijimos: eso no va a marchar, está mal hecho. Hicimos una propuesta distinta, presentamos artículos de ley que si hubiesen sido aceptados hoy tendríamos una institución universitaria de educación en pleno funcionamiento. Eso, desgraciadamente, a buena parte del poder no le gusta. La autonomía no gusta.
María Florencia Cremonese / Lucía Santos

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