En el medio de un clima tenso, con cruces políticos de varias partes y con la amenaza del actual presidente de no aceptar un resultado final, Brasil celebrará este domingo nuevas elecciones presidenciales. La población decidirá entre dos potencias políticas antagónicas: por un lado el actual presidente, Jair Bolsonaro, fuertemente identificado con la derecha política de su país, y el ex presidente Luiz Inácio Lula Da Silva, embanderado con la izquierda, quien pudo regresar a la escena política.

Según el politólogo Antonio Cardarello, quien dialogó con Sala de Redacción, hay “un choque de estilos contrapuestos” ya que cada candidato está “cerca de sus propios extremos políticos”. Sobre las fortalezas y debilidades de cada uno, Cardarello sostuvo que ambos “tienen con qué refutar y competirle al otro”. Para el politólogo uruguayo, Lula tiene en su haber dos gestiones presidenciales en las que “sacó de la pobreza a treinta millones de brasileños” pero también apuntó que para mucha parte del electorado “sus gobiernos son sinónimo de corrupción” tras los famosos casos de Mensalão, Lava Jato y Petrobras en los que el político fue condenado en primera instancia por corrupción pasiva y lavado de dinero. Dichas condenas fueron anuladas en 2021 por el Supremo Tribunal Federal, al entender que a Lula no se le habían respetado sus derechos durante el proceso penal. Cardarello sostiene que a pesar de su liberación, Lula “deberá convivir” con las acusaciones de corrupción aunque su liberación “demuestre otra cosa”.

Desde el lado opuesto, se encuentra Bolsonaro, quien cuenta con el apoyo de lo que muchos denominan la BBB (Biblia, Boi, e Bala), sectores conservadores del lobby agropecuario, de grupos religiosos que conforman la bancada evangelista que apoya a Bolsonaro en el poder y, por último, el sector que apoya el uso de armas y la mano dura contra la delincuencia. Según Cardarello, el eslabón débil de Bolsonaro es “el manejo de la pandemia y el recorte hacia los programas sociales”. Acerca del posible electorado, el politólogo sostuvo que Bolsonaro se “aisló” de ciertos sectores tras su “discurso misógino, racista, homófobo y anti LGTB”, lo que genera un electorado “más chico” y “poco renovable”.

Los números hablan

Según una encuesta de Datafolha, una de las principales consultoras del país, Lula reuniría las condiciones para ganar en la primera vuelta con un 50%, mientras que Bolsonaro obtendría el 35%. En caso de una segunda vuelta, que se realizaría el domingo 30 de octubre, Lula vencería con 54%, mientras Bolsonaro obtendría 38%. La tercera vía política es la fuerza liderada por Ciro Gomes, quien obtendría un 7% en las elecciones del domingo. Gomes, fue gobernador de la región de Ceará, encabeza el Partido Democrático Laborista (PDT), situado hacia la izquierda del abanico político brasileño. Cardarello consideró que la mejor opción para dicho sector es “aliarse y formar parte de una coalición de gobierno”.

En cuanto a los niveles generales de rechazo, el actual presidente tiene 53%, mientras que Lula tiene 38%. Según el desglose de Datafolha, 64% de los jóvenes se opone a votar a Bolsonaro, mientras que sus niveles de aprobación aumentaron en la región centro-oeste, de gran influencia del agronegocio, en la que pasó de 37% a principios de año a 47% en setiembre. En el plano religioso, Bolsonaro tiene 50% de aprobación entre los evangélicos, mientras que Lula alcanza a 28%. Para Cardarello esto no es más que una “confirmación”, ya que sostiene que los sectores religiosos suelen estar vinculados a “posturas conservadoras” cuando hablamos de la agenda de derechos.

El principal desafío

Cardarello sostiene que, independientemente de quien gane las elecciones, el principal desafío es “reactivar la economía” y sacarla del “estancamiento actual” a través de la aplicación de políticas sociales que “mejoren la calidad de vida de millones de personas afectadas”.

Lula, quien se perfila como ganador, ha mencionado que su propuesta económica tiene como pilares a la inversión pública y la mejora del salario mínimo, que, según anunció, pasaría a ser de 1.212 reales con el objetivo de aumentar el poder adquisitivo de los brasileños frente a la inflación del 7,96% que se ha registrado en el último año. En declaraciones a la prensa, Lula no ha descartado una reforma tributaria para que “los pobres paguen menos y los ricos más”.

Por otra parte, Bolsonaro en su programa de gobierno hace énfasis en la generación de empleos, especialmente para jóvenes y mujeres. Para él, la “libertad económica es la promotora del bienestar social”. En declaraciones públicas, Bolsonaro prometió eximir del impuesto a la renta a quienes ganen hasta cinco salarios mínimos y mejorar la infraestructura en las zonas pobres del país.

Gobernabilidad

Si los pronósticos se cumplen, Lula será el nuevo presidente. Según Cardarello, la viabilidad de su gobierno estará “marcada” por la posibilidad de “establecer una coalición de gobierno”. El politólogo opinó que es “muy difícil” querer gobernar sin coaliciones; si bien Lula sería una “figura fuerte”, necesitaría el apoyo de otros sectores para aprobar legislaciones y tener un “escudo” frente a un posible impeachment. En relación a esto último, Cardarello recordó que los últimos dos presidentes que no formaron coaliciones fueron destituidos: Collor de Melo, en 1992, y Dilma Rousseff, en 2016.

Según Cardarello, el hecho de que Bolsonaro pueda no aceptar el resultado de las elecciones no hace más que “debilitar la democracia”, y agregó que esta situación es un indicio de lo “complicada” que será la gobernabilidad del próximo presidente si no logra establecer coaliciones.

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