El 4 de abril, el Ministerio de Salud Pública (MSP) informó, que se detectó un caso de sarampión en una mujer uruguaya; la enfermedad no aparecía en el territorio uruguayo desde 1999, hace 20 años. Fue un caso importado. La mujer, María Fernanda Rodríguez, hermana del fallecido automovilista Gonzalo “Gonchi” Rodriguez, había viajado el 17 de marzo en un barco de Buquebus en el que iba un ciudadano ruso de 39 años enfermo de sarampión, algo que se supo pocos días después. Al hombre se lo diagnosticó en Argentina; el MSP recibió la alerta y se puso en contacto con el resto de los pasajeros. Según el comunicado del MSP, Rodríguez no recordaba haber completado las dos dosis contra la enfermedad (muchos de los nacidos entre 1967 y 1986 sólo tienen una dosis, por se recomienda el suministro de la segunda).

No es extraña la reaparición de enfermedades que parecían erradicadas en varios países, como el sarampión. Desde 2018 que Nueva York se enfrenta al mayor brote en décadas. El 9 de abril el alcalde neoyorquino declaró el estado de emergencia sanitaria, y estableció multas de 1.000 dólares para quienes rechacen vacunarse. En 2017 había ocurrido algo similar en Minnesota y en 2014 en California. En todos los casos, el denominador común que dificultó el trabajo médico fue el rechazo ciertos sectores de la población a vacunarse. 

Desde hace algunos años ha tomado una corriente anti-vacuna alrededor del mundo, con argumentos variopintos. A pesar de las campañas de los organismos de salud, el público anti-vacunas crece, al punto de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó esta postura entre las diez amenazas más importantes para la salud, lista que comparte con el dengue, HIV, el cambio climático y la contaminación del aire.

En nuestro país, hay personas y algunas comunidades que rechazan la vacunación, lo que es motivo de preocupación para médicos y autoridades sanitarias. En 2017, una nota del diario El País, daba cuenta de que en Maldonado y Rocha había comunidades anti-vacunas. “Estamos viviendo un fenómeno de aumento de los grupos anti-vacunas, por un lado, y cierta displicencia por otro respecto a los movimientos de vacunación” había declarado en aquel momento al periódico la doctora Monica Pujadas, quien agregó que se han detectado problemas porque “ha habido brotes de tuberculosis, casos de meningitis y enfermedades invasivas prevenibles como neumococo”.

En Facebook existe un grupo llamado “Elijo vivir sin vacunas” en el que sus integrantes comparten información y propaganda en contra de las vacunas, además de responder preguntas. Allí expresan que las vacunas “no son inocuas”, que “sus daños son reconocidos a nivel mundial e incluso existe en varios países un sistema de compensación para las víctimas que sufrieron efectos adversos como consecuencia de una vacunación”. Agregan que la Declaración Universal de Bioética y Derechos Humanos, a la que adhirió Uruguay, “establece que para cualquier acción médica, sea preventiva, diagnóstica o terapéutica se debe solicitar el consentimiento de una persona” y, por lo tanto, no puede ser obligatorio vacunarse.

Los grupos anti-vacunas aluden a artículos “científicos” que hablan de los daños causados por el tiomersal -también conocido como timerosal, un compuesto organomercúrico que contienen algunas vacunas- y lo vinculan al autismo. Pero ese argumento fue desmentido hace varios años. En 1998 otro estudio relacionó la vacuna triple viral (sarampión, paperas y rubéola) con el autismo, pero años después se supo que la investigación había sido un fraude y la revista debió retractarse. Los anti-vacunas aseguran que la investigación es legítima y que la comunidad médica quiere ocultar la verdad.

Efecto rebaño

El subsecretario de salud, Jorge Quian, participó, el 10 de abril, del lanzamiento de la Campaña de vacunación antigripal y antineumocócica 2019, que tuvo lugar en la explanada de la Intendencia de Montevideo (IM). Al ser consultado por la prensa acerca de los grupos, Quian respondió: “Todos somos ignorantes, algunos sabemos algunas cosas. Los que son anti-vacunas son ignorantes de los beneficios de la vacuna, no los pueden entender. Todas las actividades médicas pueden tener un efecto adverso, las vacunas también pero las vacunas han salvado millones de niños desde que se han incorporado a la historia de la humanidad. Discutirlas es como discutir que mañana a las siete de la mañana sale el sol”. De todas formas estimó que quienes piensan así deben ser muy pocos, debido a la “gran respuesta” de la población en los últimos días, en los que cientos de personas hicieron largas filas para vacunarse contra el sarampión.

Consultado por Sala de Redacción,Quian opinó que la mejor forma de enfrentarse a los turistas extranjeros que llegan sin vacunas a nuestro país es vacunar a toda la población. “Porque cuando más del 95% de la población está vacunada hay lo que se llama ‘efecto rebaño’”. Sala de Redacción también habló con la licenciada en enfermería y directora interina de la División Salud de la IM, Alicia Guerra, que ahondó en el concepto: “Cuanto más personas están vacunadas, todos nos beneficiamos. Si yo tengo que hay 100 personas y 80 o 90 están vacunadas, esos diez sin vacunar difícilmente repercutan en los 100 porque los demás ya estamos vacunados. Generalmente unos a otros estamos protegiéndonos; si hay menos personas vacunadas tenemos más riesgos de contagiarnos”.

Guerra dijo que algunos de sus compañeros tienen reparos con ciertos tipos de vacunas, sin llegar a ser anti-vacunas. Añadió que hay estudios científicos falaces que justifican el temor y el rechazo de algunos hacia la vacuna contra el virus del papiloma humano, que previene de las lesiones que provocan el cáncer de cuello uterino. “Hay otros grupos que consideran que las sustancias externas no son naturales, son creadas por laboratorios y no deberían introducirse en el organismo. Es respetable, cada persona tiene el derecho a opinar, a elegir. La libertad es lo más importante. Nosotros promovemos las vacunas y el MSP promueve las vacunas y también trabajamos con la inmunidad de rebaño”, añadió.

En lo que va de abril se han detectado otros dos casos de sarampión: uno de una mujer que regresó de un viaje en Tailandia y otro de un ciudadano uruguayo que contrajo el virus tras coincidir en Ciudad Vieja con el ciudadano ruso que había venido a Uruguay por el día, el 17 de marzo.

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