La escuela, que continúa el modelo pedagógico de Uruguay, funciona en Asunción del Paraguay y está fundada en donde “el protector de los pueblos libres” vivió sus últimos días: es la única dependiente de la Dirección General de Educación Inicial y Primaria que opera fuera del territorio.

Para el Estado paraguayo se llama “escuela básica N°1.161 privada subvencionada”, es decir que los alumnos asisten gratuitamente porque está financiada por el Ministerio de Educación y Ciencia de aquel país. Sin embargo, para Uruguay es considerada una escuela más, que tiene comisión de fomento con padres y distintos integrantes de la comunidad, inglés por conferencia a través de Ceibal, guaraní y educación física con profesores paraguayos. En conversación con Sala de Redacción, Selva Pérez, ex inspectora técnica de la escuela, dijo que “es el único caso en el mundo en el que un país tiene una escuela propia en tierras extranjeras. Si fuera argentina sería famosa, pero al uruguayo parece que nada le importa demasiado”.

Educación Inicial y Primaria es la encargada de enviar maestros para ejercer su profesión. Los seleccionados aprueban luego de un exhaustivo período de entrevistas, presentación de proyectos y evidencia de méritos. Sin embargo, pueden estar en la escuela solo tres años y, en caso de conseguir una calificación excelente, tienen la posibilidad de pedir una prórroga para estar tres años más. Con respecto a la remuneración, la ex inspectora afirmó que “el beneficio que tienen los que van para allá es que el sueldo que cobran es muy bueno porque es de un estilo diplomático, ya que cumplen una misión oficial fuera del país”.

La institución, que se conforma por una directora y cuatro maestros, dicta clases desde nivel inicial hasta sexto año y es supervisada por el máximo cargo jerárquico al cual se puede acceder por concurso en Primaria, es decir inspector técnico. Hasta el año pasado, Selva Pérez era quien iba a visitar la escuela para ver si los maestros y la directora “cumplían las orientaciones, los contenidos y las competencias que tenían que desarrollar”. Pérez expresó que “se repite muchísimo que aquellas personas que fueron alumnas de la escuela manden a sus hijos, es muy requerida por las familias paraguayas, que hacen fila para entrar, porque el nivel educativo es muy bueno, tiene alto reconocimiento histórico, pedagógico y didáctico”.

La diferencia que tiene respecto a la línea educativa uruguaya es que les enseñan geografía e historia de ambos países. Además, al considerarse un “colegio privado”, los alumnos de sexto año realizan una prueba para ingresar al séptimo grado de Paraguay. “Sexto año todos los años hace un viaje a Uruguay, vienen en el mes de octubre y están una semana, van a la Colonia Malvín, recorren diferentes lugares”. Además, “permanentemente se hacen intercambios con escuelas de acá”, dijo la ex inspectora técnica. 

Origen 

José Gervasio Artigas llegó a la República del Paraguay en 1820 y el entonces presidente del país, Gaspar Rodríguez de Francia, lo reclutó en el ex Convento de Nuestra Señora de la Merced, para luego trasladarlo a Curuguaty, ciudad y municipio del departamento de Canindeyú, donde fue custodiado más de 20 años. 

Posteriormente, Carlos Antonio López, primer presidente constitucional de Paraguay, lo desplazó hacia la quinta Ybyray de Santísima Trinidad, donde el prócer vivió sus últimos cinco años y donde se sentaba debajo de un árbol ibirapitá a leer, alfabetizar a los niños de la zona, enseñar catequesis y tomar mate.

Entre 1864 y 1869, las fuerzas armadas de Brasil, Argentina y Uruguay se fusionaron (lo que se llamó la Triple Alianza) y vencieron a Paraguay, por lo que 16 años más tarde, el presidente uruguayo Máximo Santos le devolvió a Paraguay los trofeos de guerra extraídos y lo liberó de su obligación económica. Asimismo, en 1903 Juan Antonio Escurra, entonces presidente paraguayo, acordó devolver el gesto a nuestro país como “seña de hermandad” y le entregó al gobierno el solar en donde Artigas vivió sus últimos días.

El terreno, que se encuentra en Santísima Trinidad, era visto por Baltasar Brum y Héctor Miranda (Partido Colorado) como un buen predio para formar una escuela pública uruguaya, que comenzó a funcionar el 28 de abril de 1924.

Su historia en papel

La directora de la institución entre 2015 y 2020, Daniela Devincenzi, señaló en diálogo con SdR que lograron que la escuela fuera declarada Patrimonio Cultural del Uruguay. En 2015 se fundó el museo de la institución, en 2016 la cápsula del tiempo, en 2017 el puente de la amistad y en 2020, con la investigación realizada a lo largo de esos años, cada maestra escribió el capítulo de un libro porque “la escuela necesitaba tener uno que rescate toda su identidad”. Cada capítulo destaca una dimensión fundamental de la institución, y el titulado “En camino a los 100 años” fue presentado en Asunción en 2020 pero en Uruguay todavía no se logró publicar.

Con respecto a José Gervasio Artigas, Devincenzi manifestó que “si bien tiene gran implicancia, la escuela tiene una impronta propia y una historia como institución educativa con una función única”, porque “no hay otra escuela en el mundo que tenga el significado que tiene ella y hay un gran desconocimiento”. Además, “dar a conocer cuestiones de la vida de Artigas en Paraguay sería otra temática, nosotros en el libro tomamos un capítulo de Artigas en el Paraguay pero no es el centro”. 

Celebraciones y travesías

Para su centenario, celebrado el 28 de abril, viajaron a Paraguay el Ministro de Educación y Cultura, Pablo Da Silveira, la directora general de Educación Inicial y Primaria, Olga de las Heras, entre otras autoridades uruguayas. En nombre de Paraguay se presentó el ministro de Educación y Ciencias, Luis Ramírez,y la ministra de Cultura, Adriana Ortiz. 

Foto: Cortesía de Pablo Vera

Durante la ceremonia el gobierno uruguayo entregó 20 computadoras de Ceibal y se utilizó la oportunidad para declarar el solar de Artigas como Patrimonio Cultural del Mercosur, debido a que expresa los esfuerzos de unión entre países de la región. Asimismo, el grupo de 15 jinetes uruguayos que en el mes de marzo emprendieron un viaje a caballo hasta Asunción del Paraguay para rendir homenaje a José Gervasio Artigas recibieron un premio. Pablo Vera, quien forma parte del grupo de cabalgantes, comentó a SdR que la idea de hacer el recorrido surgió “entre unos cuantos” y se buscaba “hacer la marcha del prócer”. Para cruzar a caballo hasta otro país tuvieron que hacer “mucho papeleo” y “ con poca colaboración”, ya que no los tomaban en serio. 

La travesía que comenzó el 30 de marzo en el Parque Indígena de Salto “Vaymaka Pirú”, culminó 25 días más tarde, luego de 1.120 kilómetros recorridos bajo distintos climas, “debajo de puentes, a veces lloviendo, con el agua corriendo por debajo nuestro”. Además, mencionó que salieron sin armar un plan y que “las cosas se fueron dando”, ya que la gente se enteró de que estaban haciendo el recorrido y comenzó a ayudar con lo que tenía para ofrecer: “nos daban quedada, nos alcanzaban cosas, nos conseguían para el otro dia, nos ponían camionetas a disposición”. 

El jinete manifestó que hubo dos celebraciones y el grupo quería llegar para la primera, porque era “la que nos interesaba a nosotros” ya que estaban los niños de la escuela. El viernes 26 de abril la escuela de Artigas realizó una velada con los cabalgantes y “estuvo precioso; la gente en esa zona conoce más la historia de Artigas que en Uruguay, es el héroe para ellos y la escuela está a raíz de eso”.

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