Ocultamiento de antecedentes penales, intercambio de favores, cobro de comisiones, espionaje político, falsificación de documentos y lavado de activos son algunos de los elementos que conforman la trama del “Caso Astesiano”; la causa que da nombre al fenómeno de corrupción que fue objeto de estudio del libro del periodista, docente y ex director de la diaria Lucas Silva.
El martes 13 de agosto se realizó en la sala de conferencias Luisa Cuesta de la Facultad de Ciencias Sociales un evento bajo el título “El caso Astesiano. Aprendizajes y desafíos para combatir la corrupción” con motivo de la presentación del libro: “El caso Astesiano: una trama de espionaje y corrupción en la Torre Ejecutiva” que publicó Silva en junio de este año. En él participaron el autor, la directora periodística de la diaria y docente de la Facultad de Información y Comunicación, Natalia Uval y el expresidente de la Junta de Transparencia y Ética Pública (JUTEP), Ricardo Gil Iribarne. Además, ofició de moderador de la charla Gabriel Tenenbaum del departamento de Sociología de la Facultad.
Tenenbaum se encargó de dar inicio al evento y rápidamente aclaró que no se trataba “de una típica presentación de un libro” y que el objetivo era reflexionar sobre las enseñanzas que la trama de poder dejó para comprender los “delitos de los poderosos”, como se conoce a la corrupción pública, y abordar las “interrogantes abiertas que aún tiene el caso”.
“Una reivindicación del mejor periodismo”
Natalia Uval, que tomó la palabra en primer lugar, destacó dos virtudes del libro. Por un lado, el enfoque del autor en “el bosque y no el árbol”. Es decir, no se quedó con las acciones individuales de Alejandro Astesiano, el exjefe de la custodia presidencial, sino que buscó comprenderlas en su contexto para dar cuenta de la trama de poder e influencias en las que se movía y las empresas y entornos que se beneficiaron de esas irregularidades. Por el otro, Uval consideró al libro como “una reivindicación de la mejor versión del periodismo en un momento de cuestionamiento hacia la práctica periodística y de precarización de la labor”.
Además de la corrupción ,que fue el tema presente en todas las ponencias, también durante la charla los tres interlocutores hablaron del lobby. “Básicamente, se trata de actores del sector privado que buscan incidir en las decisiones del sector público”, explicó Gil Iribarne, e hizo un recorrido histórico donde dio cuenta de su legalización en Estados Unidos a partir de 1995, en Perú en 2003 y de los intentos de hacerlo en Colombia. Sin embargo, aclaró que en el caso Astesiano no existió lobby sino “delincuencia pura y dura”. A su vez, llamó a reglamentar legalmente la práctica que “no va a dejar de existir solo porque se la ignore” y opinó que “bajo ciertas circunstancias el lobby es sano”. El expresidente de la JUTEP caracterizó la trama como “una foto de un estado de cosas más que como un caso en particular donde no había solo una bombita, sino una granada de fragmentación”.
Por último, el autor del texto hizo referencia a su proceso de escritura y a los costos personales que le implicó dedicarse de lleno a la investigación. Contó sobre sus dudas respecto al uso de la palabra corrupción en la portada del libro y que el motivo que lo llevó a usarla fue la propia imputación a Astesiano.
La directora de la diaria leyó algunos fragmentos del libro y puntualizó cuestiones que le parecieron relevantes: “arroja luz sobre lugares opacos de la política uruguaya como son los “lobbistas”, deja preguntas abiertas y maneja información que no ha trascendido públicamente”. Al término de su ponencia recordó que se negó el acceso a los chats entre Astesiano y el presidente Luis Lacalle Pou, pidió respeto por parte de los jerarcas públicos para con los periodistas que realizan su trabajo y exigió mayor cuidado en sus discursos públicos.
Ni tan ejemplares
Gil Iribarne relató que durante su carrera se lo había intentado convencer de que Uruguay era líder en la región en lo que respecta a índices de tansparencia y por eso, dijo, fue sorprendido ante este caso. A su vez, se negó a pensar que Astesiano fuera “un delincuente de malla oro” y dijo que lo ve como “un sobreviviente, un tipo vivo al que le dieron poder para hacer”. La pregunta que planteó y que cree que debe plantearse es “quién le dio ese poder”. Además, mostró su incredulidad ante el “supuesto desconocimiento” de las maniobras de Astesiano por parte de los jerarcas gubernamentales en base “al tiempo que tomó hacer toda esa trama de poder”.
El exjefe de la custodia de Lacalle Pou fue detenido el 26 de septiembre de 2022 a la vuelta de un viaje a Costa Rica en el que había acompañado al principal mandatario. Al día siguiente fue imputado por la fiscal Gabriela Fossatti, asignada para llevar a cabo la investigación. Fue condenado en febrero de 2023 a cuatro años y seis meses de cárcel, una multa de 150 mil pesos y la inhabilitación para volver a ejercer cargos públicos. Más allá de esta resolución tomada por la justicia, fueron varias las repercusiones en torno a este escándalo que involucró a mucha gente vinculada al poder y a las altas esferas de nuestro país y del exterior.
El último en tomar la palabra fue Silva y, en consonancia con los otros dos ponentes, cuestionó la idea esparcida y aceptada de Uruguay como el país con menos corrupción de la región y dijo que ese preconcepto contribuye a la falta de inversión de recursos en la investigación de estas actividades ilícitas. También llamó a apoyar al periodismo, cuya debilidad identificó como “una de las causas que explican este panorama”. El autor manifestó su sentimiento de haber abarcado “solo la punta del iceberg” en cuanto a este tema se refiere.
El expresidente de la JUTEP también mostró preocupación por lo que considera uno de los factores que explican la corrupción: un proceso de progresiva impunidad. “Son procesos de escepticismo y desconfianza en la política que conducen a los [Javier] Milei y [Jair] Bolsonaro”, dijo en referencia al descreimiento en los políticos tradicionales y el ingreso de outsiders a la política. Para concluir, dijo que la solución tiene que venir desde los ciudadanos y no desde el sistema político. “Debe haber mayor exigencia por parte de la sociedad civil”, sentenció.
Consultada al término del evento por el rol de los medios a la hora de combatir la corrupción, Uval dijo a Sala de Redacción que es importante “generar equipos de investigación potentes para poder difundir y transparentar este tipo de prácticas”. Agregó que se debe “Investigar con rigurosidad” y que “dar a conocer cuestiones que el poder quiere ocultar es uno de los roles claves del periodismo”. Sin embargo, alertó sobre el peligro de que estos casos se conviertan en “anécdotas personales” que generen desconfianza en el sistema político y debiliten la democracia. De lo que se trata para la periodista es de “trascender lo individual y mostrar cómo funcionan estas tramas de irregularidades con el fin de poder denunciarlas, y pensar otras formas posibles de organización que no estén basadas en la corrupción”.
Ismael Muller y Tomás Beiro.