La 45ª Olimpíada de Ajedrez tendrá lugar este año del 10 al 23 de setiembre con la capital de Hungría como anfitriona. El festival se celebrará en el Palacio de Deportes BOK de Budapest, uno de los centros más modernos del país, que puede albergar hasta 10.000 personas. Uruguay, que tiene experiencia en competencias internacionales del deporte, participó en 2022 de la 44ª Olimpíada de Ajedrez celebrada en Chennai, India. El equipo olímpico absoluto que representó al país logró ubicarse en el puesto 42 de entre 188 países. Por su parte, la selección femenina se ubicó en el puesto 97 de entre 162 países.

Este año, Nahiara Fabra, de 17 años, se prepara para participar de sus primeras olimpíadas internacionales. La jugadora es una de las alumnas destacadas de la Academia de Ajedrez NAU64, centro comprometido con la promoción y enseñanza del ajedrez como herramienta educativa y social de nuestro país. Desde pequeña, Nahiara mostró un gran interés por el ajedrez influenciada por su padre, que le enseñó los movimientos básicos y la inició en el juego mediante programas de computadora. A los siete años, comenzó a asistir a talleres en un centro juvenil cercano a su casa en el barrio Obelisco, ubicado en Las Piedras, Canelones, donde fue la participante más joven. Su personalidad competitiva la motivó a seguir mejorando.

En preparación para Budapest, la jugadora se enfoca en mejorar sus áreas de mayor debilidad y reforzar aspectos específicos de su juego. Además, la Federación Uruguaya de Ajedrez le ha proporcionado clases especializadas y la oportunidad de participar en juegos con otros equipos uruguayos, con el fin de adquirir experiencia en estrategias de equipo. “Es emocionante ser una de las representantes del país sabiendo que me lo gané por mi propio mérito”, comentó la jugadora a Sala de Redacción y destacó: “A pesar de todos los tropezones, estoy logrando uno de mis sueños”.

Impacto pedagógico

Se ha comprobado que el ajedrez es una actividad importante para el desarrollo humano en diversas áreas: cognitiva, creativa, emocional y vincular. Es por esto que “permite intervenciones docentes más potentes al horizontalizar los vínculos y permitir expresiones más genuinas”, explicó a Sala de Redacción Esteban Jaureguizar, coordinador del Programa “Ajedrez para la Convivencia” del Ministerio de Educación y Cultura (MEC).

El deporte “participa formalmente” de las políticas públicas en la educación y “genera un debate que creemos puede aportar mucho a los procesos educativos”, comentó Jaureguizar, que estuvo involucrado en la iniciativa “Ajedrez en la Calle”, realizada el pasado junio. Durante ese mes, Uruguay llenó calles, plazas, instituciones y espacios públicos de tableros gigantes a modo de celebración de la declaración del 27 de mayo como el Día Nacional del Ajedrez. Organizado por la Dirección Nacional de Educación (DNE) del MEC y la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), el evento, que comenzó con la participación de 130 escuelas, terminó contando con más de 300 centros educativos nacionales.

Pese a estos avances, para José Riverol, profesor en NAU64, el país no termina de aprovechar esta disciplina en el ámbito escolar. Los niños que practican ajedrez “están demostrando avances significativos” en lenguaje, matemáticas y habilidades individuales, señaló el docente a SdR. Resaltó, también, el beneficio cognitivo del ajedrez en adultos mayores, por ser una actividad altamente social que los mantiene activos: “No hay nada mejor que estar en compañía, conversando y, al mismo tiempo, razonando, pensando y calculando”.

En conversación con Sala de Redacción, Florencia Morales, otra integrante de la NAU64, coincidió con Riverol sobre el valor pedagógico del ajedrez y sobre cómo esta herramienta educativa ayuda a los niños a desarrollar sus capacidades analíticas e intelectuales. Para Jaureguizar, la práctica de este deporte no es solo un juego, sino una herramienta lúdica y educativa de gran impacto. El ajedrez, dijo, fomenta el desarrollo humano y es una pieza fundamental en la educación integral y en la integración cultural.

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