La relación con el dinero es un tema complejo. En Uruguay existen diversas empresas que ofrecen préstamos y que cumplen un rol importante para cubrir la demanda crediticia local. Sin dejar de lado las facilidades de pago que ofrecen las entidades a sus clientes a través de las tarjetas de crédito, “cuando una persona desea consumir en el momento presente y no dispone del dinero para hacerlo, puede obtener un préstamo para solucionar este dilema”, dijo en diálogo con Sala de Redacción, María Noel Amaral, economista y especialista en políticas sociales y educativas.

Cada financiera se rige según sus normas y bajo las exigencias del Banco Central del Uruguay (BCU). “El promedio de las personas en el país están justos de dinero, por lo tanto muchas veces tienen que recurrir a créditos”, señaló.

Pedir un préstamo tiene ventajas y desventajas: puede ser una solución rápida y sin complicaciones al momento de solicitarlo, pero puede volverse un dolor de cabeza si luego no se puede pagar. Amaral expresó que “si la persona está dispuesta a pagar el costo adicional además del precio del bien, la transacción tendrá lugar”. Algunos se aprueban en instantes y otros pueden demorar días o meses; los requisitos se establecen en función de la cantidad solicitada: “a menores montos es más rápida la aprobación”, resumió. Las prestamistas más populares en el país son FUCAC, CASH, Pronto!, Creditel, OCA, Cooperativa ACAC, Crédito Naranja, entre otras. 

¿Todo bajo control?

Los ciudadanos están acostumbrados a solicitar ayudas bancarias sin medir su capacidad de ingreso financiero para afrontarlas. “Los temas relativos al dinero se encuentran dentro de las principales preocupaciones de los uruguayos. Muchos compatriotas viven ‘al día’. Muchos gastan más de lo que ganan y se endeudan para ello”, mencionan los autores del libro Educación financiera: asignatura pendiente, Bárbara Mainzer y Eugene Natali.

Lo que al principio parece una solución provoca un dolor de cabeza, los individuos piden una determinada cantidad para luego devolverla en cuotas. Sin embargo, “la falta de educación financiera en el común de las personas provoca que no tengan las herramientas para informarse correctamente para tomar todas sus decisiones de consumo y ahorro. Entre ellas la conveniencia de solicitar un préstamo, o no”, opinó Amaral.

¿A qué se debe tanta demanda? Pues, a la situación económica del país y la escasez de empleo sumadas al bajo salario. “Muchas personas en Uruguay tienen ingresos insuficientes para las necesidades básicas de consumo”, planteó, y recordó que el salario mínimo nacional está en 17.930 pesos y la canasta básica total (que incluye las necesidades alimenticias y bienes de consumo generales como la vestimenta, el transporte, la educación, entre otros) está en 16.920 pesos.

Según el informe del Monitor Mercado Crédito Consumo (MMCM) correspondiente al  segundo trimestre de 2021, los principales motivos por lo cuales las personas solicitan préstamos son: “pagar cuentas (47%), realizar arreglos en su casa (30%), pagar servicios como UTE, OSE, Antel (15%), comprar muebles o electrodomésticos (13%), comprar comestibles (13%), invertir en su trabajo o negocio (9%), y viajar/vacacionar (4%)”. 

Sin tantos enredos

Antes era un proceso más complejo, ahora existe la posibilidad de hacer las solicitudes en línea y a medida; los servicios captan la atención en las redes sociales, televisión y en las calles. La mayoría de las casas crediticias se encuentra en Montevideo, con mayor presencia a lo largo de la avenida 18 de Julio, y los requisitos de acceso varían de acuerdo a las situaciones.

En las tarjetas de crédito el dinero se aplica a cada momento y funcionan como un adelanto de efectivo para posteriormente pagar las cuotas con o sin intereses; el tope disminuye de acuerdo con el pago del estado de cuenta, hasta restablecerse su capacidad. Mientras que en los préstamos se entrega el dinero estipulado al momento inicial y viene con intereses posteriores. A fin de cuentas, ambos corresponden a un mecanismo de financiación de un dinero prestado. 

El acceso a los servicios financieros “tiene que ser entendido como un derecho de los ciudadanos, lo deseable es que todos puedan acceder al crédito”, dijo la especialista. Mencionó que si bien las pequeñas prestamistas cumplen el rol de otorgar créditos con menores requisitos que las instituciones bancarias, para algunas personas, como los trabajadores informales, al ser “el único salvavidas disponible operan con una tasa de interés que pueden provocar un mayor nivel de endeudamiento”.

Amaral subrayó que para otorgar préstamos las entidades requieren un permiso de funcionamiento del BCU. En caso de que se encuentre alguna fuera de este sistema es considerado un delito. Sin embargo, dijo existen prestadores informales (usureros) que prestan sin garantías y “si no les pagás te metés en grandes problemas, son directamente mafias”.

Crisis financiera personal

“En general, no nos preparan para las decisiones financieras a las que nos enfrentamos a lo largo de la vida. Y la evidencia muestra que, con frecuencia, tomamos malas decisiones con respecto al dinero”, explican Mainzer y Natali en su libro.

La realidad de cada persona es distinta, por lo que se necesita una solución diferente. Antes de solicitar un crédito al consumo se debe evaluar las condiciones del contrato que impone la entidad financiera para concederlo. Estas obligaciones son para el beneficio del usuario, y para evitar problemas futuros se deben considerar los gastos e ingresos del momento. Según Amaral las casas prestamistas “evalúan el historial crediticio de las personas, el nivel y estabilidad de sus ingresos, la existencia de otros préstamos vigentes y el acceso a una garantía (un bien o inmueble). Los que tienen menores ingresos acceden a una menor oferta de préstamos, dado que son considerados individuos de mayor riesgo”, lo más probable es que no terminen de pagarlos y esto los obliga a pagar tasas de interés mayores.

Una vez aprobada la solicitud, el cliente se compromete a responder ante la deuda. Si bien las tarjetas crédito funcionan como un crédito preaprobado -con límites de acuerdo a la solvencia económica-, las personas aspiran a recibir créditos de consumo o de libre destinación para acceder al costo de algunos bienes y servicios que sobrepasan su salario. Sin embargo, ambas permiten obtener una financiación, el dinero de una tarjeta se aplica a cada momento.

Amaral mencionó que existen requerimientos que el BCU exige que las entidades financieras “informen la Tasa Efectiva Anual (TEA) y cualquier otro gasto asociado -comisiones, tarifas o multas- previo al otorgamiento de un préstamo”. La especialista explicó que la idea principal es que el consumidor esté informado por medio del contrato o publicidad emitida por los medios de comunicación, pero “muchas veces no es suficiente”. Agregó que la tasa que tiene que compararse es la implícita, porque esta incluye todos los gastos adicionales, y que es diferente a la tasa nominal que sólo toma en cuenta los intereses. 

El clearing

Al momento de iniciar el trámite, la empresa evalúa el perfil crediticio del individuo o de la empresa que podría ser su futuro cliente, ya sea para negar por incumplimientos pasados o acceder a la solicitud por ser progresivo con las devoluciones. ¿Qué pasa si se está en el clearing? Pues es una mancha en el historial crediticio personal y empresarial. Amaral explicó que “en principio las deudas quedan registradas durante cinco años, pero en caso de que continúen sin cumplirse los pagos, la empresa acreedora que no logró cobrar esa deuda puede reclamar al clearing que lo dejen cinco años más, por lo cual puede estar hasta diez años”.

Sostuvo que las personas con menor nivel socioeconómico “son las más vulnerables a tener un mal registro en el informe” y que la situación inicial termina siendo peor cuando además de no haber podido pagar la deuda, quedan “sin la posibilidad de obtener más créditos”.

Una de las empresas que administra una base de datos privados del Clearing de Informes en Uruguay es Equifax, y en ella se puede acceder al perfil crediticio para detectar la situación financiera de la persona u empresa. “Las entidades bancarias tienen previsto que no les pagues, es un riesgo para ellos y por eso acuden a este sistema”, especificó Amaral. Esta empresa privada “lleva un registro crediticio de todas los usuarios, desde los datos de las compras que han hecho a crédito que no han podido pagar a fecha, hasta los créditos que han sacado. Cumple el rol de informar sobre la solvencia patrimonial o crediticia de los individuos; brinda información objetiva”. Aún si tienen un pasado deudor registrado en el reporte se evalúa la posibilidad de otorgarlo.

La solicitud de préstamos se vuelve un problema cuando la persona no posee la solvencia suficiente para hacer frente a la suma acordada con la financiera, “es importante cuidar de no quedar en el clearing porque eso compromete el acceso futuro al crédito; una vez que estás en el clearing no es fácil salir de allí”. La economista explicó que por más que se paguen las deudas, en el informe aparecerá una anotación o una operación cancelada con atraso.

La economista consideró que debería hacerse mayor enfoque a la comprensión de las finanzas personales para tomar mejores decisiones y aprovechar las oportunidades que se presentan en la vida cotidiana; elegir entre una deuda mala y una buena. Dominar estos conocimientos básicos de control y gestión permitirán una mejor calidad de vida en el futuro. “Más allá de las personas que estudian economía, en la educación que recibe todo el mundo no hay mucha educación financiera”, concluyó.

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