El fútbol en silla eléctrica de ruedas se juega en canchas de basketball o fútbol sala entre dos equipos de cuatro integrantes cada uno. Se utilizan pelotas de fútbol número 10 (es decir, con una circunferencia de 140 centímetros) y las sillas de ruedas motorizadas pueden alcanzar una velocidad de hasta 10 kilómetros por hora. Es un deporte que pueden practicar personas mayores a los 6 años, independientemente de su género, que se encuentren incapacitados de caminar por diferentes causas, como cuadriplejia, esclerosis múltiple o parálisis cerebral. Cada partido tiene una duración de una hora.

Para la última edición de la Copa del Mundo de Powerchair, realizado en Australia, el formato elegido fue el de liga. Todas las selecciones clasificadas iniciaron con una fase de todos contra todos. Luego se disputaron los encuentros entre quienes terminaron por fuera de los cuatro primeros puestos, mientras que estos últimos jugaron una fase de semifinales, un tercer puesto y una final.

Esta fue la cuarta edición del mundial de dicha disciplina. Las ediciones anteriores fueron en los años 2007, 2011 y 2017, y los campeones fueron Estados Unidos, en dos oportunidades consecutivas, y Francia, que este año consiguió el bicampeonato tras ganarle la final a Dinamarca. Por su parte, los dos únicos combinados latinoamericanos que se hicieron presentes en el mundial fueron Uruguay y Argentina, país que consiguió el cuarto puesto

Sala de Redacción conversó con Khaled Manzur, jugador de la selección de Argentina, que practica powerchair hace más de 11 años y en su trayectoria obtuvo el primer Torneo Nacional Argentino en 2013 con el equipo porteño Gladiadores, participó en el Mundialito Power Soccer de 2014 y ganó la Copa América de 2019 y la Copa Libertadores con Tigres de Pacheco en 2022.

¿Cómo te iniciaste en el powerchair y qué te motivó a dedicarte a este deporte?

Comencé principalmente gracias a mis viejos a través de Familias Atrofia Muscular Espinal (FAME), una fundación que se encarga de compartir información sobre los avance de mi discapacidad en la Argentina. Les habían informado de este nuevo deporte. Cuando escuché la palabra fútbol dije “What the fuck”, pero luego pensé “¿por qué no?”. Lo que me motivó a quedarme y dedicarme de lleno es la pasión que sentí desde el primer día, siempre fui un apasionado del deporte, siempre me encantó. Durante los Juegos Olímpicos me ponía delante de la tele a ver deporte y yo era el hombre más feliz de la tierra. Sentí que había pasado de ser espectador a ser protagonista, a jugar mi deporte. Creo que eso es súper importante y termina siendo un deporte muy relevante para nosotros porque está pensado para personas con sillas de ruedas a motor en un mundo en el que todos los deportes están pensados para personas en silla de ruedas manuales. Este deporte, de hecho por reglamento internacional, solo lo pueden jugar aquellas personas que no pueden jugar a ningún otro deporte. Entonces para nosotros significa la vida. Imaginate que hay un montón de discapacidades en las cuales ni siquiera la ropa eligen, les eligen todo y les ayudan a ir al baño, a bañarse, les cortan y les dan la comida en la boca, tantas cosas. Pero en la cancha no, en la cancha somos libres, tienen el 100% de responsabilidad en las decisiones que toman, ya sea para hacer el gol o para comerse el gol.

¿Cómo fue la preparación para el Mundial de Sydney y cómo te sentiste durante el torneo?

Para el mundial nos preparamos un montón, tanto a nivel de selección como a nivel individual, cada uno en sus respectivos clubes. Trabajamos mucho la parte táctica, conocíamos las limitaciones técnicas que teníamos sobre quienes juegan hace más de 40 años y vimos cómo poder revertirlas de la manera más efectiva posible. La verdad es que durante el torneo me costó porque jugué en una posición que no es la mía natural, yo no soy arquero. Terminé como arquero a raíz de que fallecieron los dos arqueros en pandemia y por eso es que tuve que cumplir esa posición. En la cancha me costaba mucho porque no estaba acostumbrado, siempre me gustó atacar, me considero mejor atacante que defensor. Estar ahí es muy frustrante, así que realmente fue difícil para mí.

¿Qué significó para ti y para la selección alcanzar el cuarto lugar en el Mundial? ¿Cuáles fueron los momentos más memorables?

Los momentos más memorables del Mundial sin ninguna duda fueron aquellos que compartimos con el grupo. Soy una persona muy sociable que ha estado en muchos grupos en su vida, pero jamás estuve en uno con una calidad humana tan alta como la de este. Nos cagábamos de la risa, jugábamos a la play y desayunábamos juntos. Si íbamos a desayunar a las 9 y uno decía que iba 8.30 porque necesitaba ayuda, entonces íbamos todos 8.30 a desayunar con él, el grupo fue único. En el momento en el que alcanzamos las semifinales fue una mezcla de emociones, lloramos todos ahí. No lo podíamos creer: lo estábamos logrando después de haber sacado un punto de 12, de estar peleando por quedar últimos a llegar a la semifinales ganando cuatro partidos seguidos y un empate contra Estados Unidos, que es una potencia máxima del deporte, fue realmente una locura.

¿Cómo es ser deportista con una discapacidad física?

No es fácil. Primero porque se le baja el precio a lo que hacés, la gente piensa que no nos cansamos pero sí, nos cansamos un montón. Manejar esos kartings no es sencillo, el desgaste físico y psicológico que conlleva jugar este deporte es altísimo y como todo deporte de alto rendimiento es desgastante hasta para la salud porque físicamente te comprometés. En un segundo plano es difícil económicamente, ya que no son deportes comercializados, todos los gastos los tenemos que cubrir nosotros, no tenemos nada de soporte y eso es complicado.

¿Qué creés que representa el Mundial para las personas que no pueden caminar y les gusta el deporte?

Representa la posibilidad de ser protagonistas y de decidir por su cuenta. Desde mi perspectiva, el mundial se ve como la cumbre máxima de la competitividad en un deporte que mucha gente piensa que es recreativo, que es para que los discapacitados se diviertan. No, no es así, es un mundial con toda la exigencia que conlleva.

¿Cómo equilibrás los compromisos deportivos con tu vida personal?

Es muy difícil por ser un deporte de alto costo, además del tiempo que exige prepararse para rendir al máximo nivel, realmente es complejo. Yo tengo la posibilidad de trabajar desde casa, de forma virtual, lo que me da un montón de facilidades y de tener una base económica para proyectar viajes y demás.

Vos sos de Chubut, ¿cómo es iniciar en el deporte siendo del Interior? ¿Pudiste hacerlo en tu provincia o tuviste que irte a jugar a la capital?

Iniciar un deporte en el Interior es jodido, yo inicié en Capital. En Chubut no existe el powerchair y yo estaba viviendo en Buenos Aires cuando el deporte llegó a Argentina. De todas maneras hay diferentes sedes, hay equipos en Córdoba, Mar del Plata o Rosario, pero es muy difícil su federalización del todo.

¿Qué consejo le darías a aquellos que están interesados en empezar a practicar powerchair? 

Que se acerquen. Es un deporte que requiere de mucha práctica, no solamente es teoría. Manejar estas sillas es realmente complicado, pero hay un piso para empezar. Nosotros empezamos con un deporte que recién arrancaba, jugando con sillas normales de uso diario, hoy todos los equipos tienen sillas competitivas, tenés jugadores que te van a ayudar, que son más grandes, que te van a acompañar en el proceso de crecimiento. Hay jugadores de 8 años que son cracks y que sabemos que son el futuro del deporte y eso es una locura, que exista todo un trabajo con los niños desde el principio, así que lo ideal sería que se animen.

¿Cuáles son tus metas y aspiraciones futuras en el deporte? ¿Hay algún torneo o logro en particular que te gustaría alcanzar? 

Mi meta es jugar, por lo menos, dos mundiales más, y ganar uno de ellos sería un sueño. Todavía no es un deporte olímpico, pero está la proyección de que lo sea para los juegos de Los Ángeles (2028). Sería realmente asombroso, y si llegara a ser así yo me retiraría ahí, en los Juegos Paralímpicos. Después creo que me gustaría dedicarme a la parte política del deporte y hacerlo crecer a nivel nacional, no lo tengo claro. Si no es así que sea como entrenador, pero vinculado al deporte siempre. Eso sería hermoso para mí.

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