“La palabra eutanasia es, como saben, una palabra de origen griego. Etimológicamente significa buena muerte. Cuando en la antigüedad grecorromana se usaba, en los textos que se conocen —que no son muchos—, se le daba un sentido etimológico, es decir, no significaba la acción de acelerar el proceso de muerte, sino que tenía el significado de una muerte tranquila, en paz, sin dolores”, escribió Javier Gafo, sacerdote jesuita español, docente y especialista en bioética, en su libro La eutanasia y ética del bien morir.

Tal como lo señaló Gafo, la eutanasia refiere a tener una “buena muerte” pero alrededor del mundo, durante décadas, se han dado calurosos debates en torno a sus bondades o perjuicios. Cuestiones religiosas, científicas, éticas y legales avivan el fuego de esta polémica.

Conceptos

Eutanasia: es la intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente, quien ha pedido expresa y reiteradamente por ello.

Eutanasia activa: se da como consecuencia directa de la acción de un tercero (un médico, por ejemplo).

Eutanasia pasiva: es cuando la muerte se da como resultado de la omisión o suspensión de diferentes medidas terapéuticas que ayudarían a prolongar la vida del sufriente (en fase terminal).

Suicidio médicamente asistido: es cuando el paciente, con ayuda de alguien que pueda facilitarle los conocimientos y medios suficientes, acaba con su propia vida.

En el mundo

Holanda (Países Bajos) y Bélgica aprobaron la ley en 2002, en 2009 se les unió Luxemburgo. En Canadá una ley de 2016 permite al médico tratante prestar ayuda al paciente para morir. En marzo de 2021, se sumó España, cuando aprobó la eutanasia y el suicidio asistido convirtiéndose así en el primer país de tradición católica en aprobarla; su uso está autorizado únicamente para las personas que sufren una enfermedad grave e incurable.

Además, hay varios estados de Estados Unidos en la que la eutanasia es legal. El primero fue Oregón, cuando un referéndum celebrado en 1997 avaló una ley que permite al médico recetar al sufriente terminal una medicina con efectos mortales. Luego se le sumaron Washington en 2008, Montana en 2009, Vermont en 2013, California, Colorado y Washington D.C en 2016, Hawaii durante 2018, Nueva Jersey y Maine en 2019; otros estados aún siguen en espera.

¿Y qué pasa en Uruguay?

Hace poco más de un año se ha presentó un proyecto de ley titulado “Eutanasia y suicidio médicamente asistido” que está siendo discutido en la Comisión de Salud Pública y Asistencia Social, en la Cámara de Representantes.

“El proyecto de ley fue presentado al Parlamento el 11 de marzo del 2020, dos días antes de que se produjera acá en Uruguay el primer caso de coronavirus. La finalidad de la ley es humanitaria, se trata de crear las condiciones en las cuales sea posible que, a pedido de una persona que se encuentre en determinadas condiciones (especificadas en el artículo 1 del proyecto), un médico pueda darle muerte a esa persona o facilitarle los medios para que ella misma se suicide. Dar muerte a una persona cuando esta lo pide y hacerlo por móviles de piedad es precisamente lo que se llama eutanasia”, relató a Sala de Redacción Ope Pasquet, diputado colorado e impulsor del proyecto

La ley “responde a que hay personas que, en determinado momento, están en una situación tal que prefieren morir a seguir viviendo”, comentó Pasquet.

En el artículo 1, el proyecto propone que quien pueda solicitar la eutanasia sea una persona mayor de edad, que esté psíquicamente apta y enferma de una patología terminal, irreversible e incurable. El médico tratante, debería solicitarle una segunda opinión a otro profesional médico que tendrá que chequear personalmente al sufriente y asegurarse de que su decisión es seria, firme y libre, además debe brindarle toda la información sobre los tratamientos terapéuticos o paliativos de los que dispone.

Luego de varios meses de postergación del tema, la Comisión de Salud Pública recibió el 2 de junio, de forma virtual, a delegaciones del Sindicato Médico del Uruguay (SMU), del Colegio Médico del Uruguay (CMU) y de la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay, quienes expusieron sus opiniones acerca del proyecto de ley.

Cuestión de humanidad

En Uruguay cualquier médico que realice una eutanasia o brinde ayuda para el suicidio está cometiendo un delito, en el caso de la eutanasia se le llama “homicidio piadoso”, según establece el Código Penal. Pasquet afirmó que el proyecto busca un cambio penal “para que dejen de ser delitos determinadas conductas cuando se cumplen determinadas condiciones”, afirmó Pasquet.

En nuestro país el Código de Ética Médica sanciona, además, a los médicos que practiquen eutanasia; la sanción más grave del código es la suspensión del ejercicio profesional. En caso de aprobarse el proyecto impulsado por Pasquet, primero habría que considerar cambios dentro de ese código.

“En este proyecto es absolutamente indispensable que sea la persona de cuya vida se trata la que quiera ponerle fin. Es una fase fundamental del proyecto, sin eso no se puede hacer nada. Si la persona tiene alteraciones mentales, entonces no se puede practicar la eutanasia ni la asistencia al suicidio. Eso es una línea fundamental del proyecto, que se refiere a personas adultas, psicológicamente aptas”, mencionó Pasquet.

El proyecto, además, dice que si la persona, con su voluntad libre, a último momento decide retractarse puede hacerlo y el procedimiento se debe detener de inmediato. Además, así como se apela a la decisión y libertad del paciente, también va hacia el médico que puede decidir brindar o no su ayuda.

“Sociedad de descarte”

“La eutanasia es que, a pedido de un paciente, el médico puede darle una sustancia letal que lo mate. De hecho el proyecto de ley dice ‘dar muerte a alguien que lo pide porque desea morir’, la pregunta es: ¿alguien puede pedir que otro lo mate?” preguntó, en diálogo con Sala de Redacción Miguel Pastorino, integrante del colectivo Prudencia.

“Eso ya no es un tema de libertad individual. Estás involucrando a otro. Aparece un tercero que tendría un nuevo derecho y es el de matar a alguien, que no existe. Hoy nadie puede matar a otro legalmente”, argumentó Pastorino

Una vez que un ser humano sufriente puede ser eliminado, aunque se tenga su consentimiento, “abro la puerta a una cultura suicida donde, en realidad, cualquiera que diga que sufre de modo insoportable y que quiere morir, el sistema de salud debería proveerlo de eso como si fuera un derecho”, sentenció.

Quienes se pronuncian en contra de la eutanasia y el suicidio asistido consideran que con la aprobación de una ley sobre eutanasia podría crearse una “sociedad de descarte” en donde los ancianos, los pobres y a los que nadie quiere cuidar serían los más vulnerables, planteó Pastorino.

El debate sobre la eutanasia no es para nada sencillo porque existen cuestiones sobre el fin de la vida, mitos y prejuicios que se deberían hablar y desterrar. Tanto quienes están a favor como en contra de su despenalización coinciden en que, independientemente de este proyecto, deben priorizarse y universalizarse los cuidados paliativos porque, dentro de Uruguay, solo 60 % de los pacientes los reciben.

Pastorino mencionó que en Uruguay es legal que una persona manifieste su voluntad anticipada mediante la cual deja constancia sobre su deseo, o no, de recibir tratamientos que “en realidad, le dan una sobrevida pero no le van a dar una buena calidad de vida”. Estos son algunos de los argumentos que esgrimen quienes están en contra de la aprobación del proyecto de eutanasia para no aprobarlo.

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