En Uruguay, el año 1973 marcó un antes y un después debido al golpe de Estado. Buena parte de la información generada habla de cómo se vivió en Montevideo, pero poco se suele mencionar sobre la realidad y los contextos de otros departamentos en aquellos años.

En diálogo con Sala de Redacción, Alejandro Rosano, profesor de Historia, aportó información acerca de la diferencia de las situaciones que vivían Durazno y Montevideo en el comienzo de la década de 1970. Según relató, Durazno se destacaba por ser fuerte productor de materias primas, pero a partir de la década de 1950 “con la caída del modelo ISI [industrialización por sustitución de importaciones], y en especial, a partir de la baja del precio de las materias primas, sobre todo carne cuero y lana, el departamento entró en una fuerte crisis económica”. Esta crisis tuvo un gran impacto social y muchos pobladores rurales no solo se fueron del campo a Durazno sino que también, en muchos casos, emigraron a Montevideo.

El modelo ISI (industrialización por sustitución de importaciones) fue un serie de políticas económicas utilizadas por el neobatllismo que puso el foco en la industria nacional y buscó producir mediante la explotación de la materia prima nacional, en lugar de importar. Comenzó en la década de 1930 y finalizó a mediados de la década de 1950.

Rosano destacó que Durazno “era un lugar fuertemente militarizado, en el que había dos fuertes unidades militares”. “La familia militar siempre fue muy fuerte, eso también favorecía e incidía en lo que era la situación”, agregó. Además, comentó que Durazno “siempre fue de tener sectores muy conservadores o tradicionalistas”, por lo tanto, los sectores que estaban en contra de ciertas políticas estatales no eran tan fuertes como en Montevideo. Según dijo, los sectores más contrarios eran los estudiantiles, los relacionados a empleados públicos y una clase media urbana que no tenía tanto peso, porque era una ciudad con mayor porcentaje de población rural.

Prontos para despegar
Si bien el golpe de Estado ocurrió en junio de 1973  —cuando el entonces presidente de la República, Juan María Bordaberry, disolvió las cámaras parlamentarias—, en febrero había sucedido un hecho que estuvo cerca de desencadenar el comienzo de una guerra civil entre las Fuerzas Armadas. Lo que ocurrió fue que estas no aceptaron la decisión de Bordaberry de designar como ministro de Defensa Nacional al general Antonio Francese.

“En febrero, cuando se da toda esa situación tensa, la Armada apoya al presidente, y el Ejército y la Fuerza Aérea se ponen en contra”, precisó Rosano, quien agregó que “acá en Durazno, en la Base, se prepararon los aviones para ir a bombardear el puerto o el buque Uruguay”. Por otro lado, mencionó que la Marina envió un barco acorazado que era lo único con lo que contaba y apuntaba hacia Carrasco, sumado al bloqueo de Ciudad Vieja que había hecho la Armada, casi en solitario, para apoyar al Poder Ejecutivo.

Entre libros escondidos y bancos varelianos

“El Maestro”, una persona que ejerció su profesión de docente de Primaria durante el período dictatorial en Durazno, primero en la zona rural y luego en la ciudad, dio su testimonio a Sala de Redacción, con su seudónimo. 

Durante su formación en Magisterio, señaló que ocurrieron muchos cambios de profesores y que los que ingresaban estaban adheridos al régimen militar. “Dejaba mucho que desear la calidad que tenían desde el punto de vista docente, por lo tanto, el nivel educativo era bastante pobre”, valoró.

Además, sostuvo que abundaba la sensación de inseguridad y control permanente sobre lo que hacía. También hizo énfasis en la rigidez de los materiales bibliográficos a la hora de estudiar, porque los libros para estudiar estaban reglamentados y no se podía salir de esa línea. “Trataban de imponer allí una disciplina similar a la de un liceo militar”, afirmó. Estas situaciones cambiaron cuando se reinstauró la democracia, momento en que regresaron docentes y aumentó la riqueza en la calidad del estudio, puesto que pudieron trabajar con bibliografía que estaba prohibida durante la dictadura; de todos modos, acotó que en esos 12 años “por debajo de la cuerda, nos estábamos ayudando con esos materiales”.

No recuerda haber sido presionado en dictadura, aunque sí manifestó que el control de la cantidad de horas destinadas a cada área se caracterizaba por la rigidez. Las formas de comunicación por parte de la inspección eran circulares que llegaban permanentemente a las escuelas y que ellos debían firmar para certificar que las habían recibido.

Contó que un inspector le ofreció la designación directa de un cargo pero que él la rechazó y temió que esa acción le costara la separación del cargo. “Por suerte, no pasó nada ante la negativa y pude seguir trabajando”, dijo.

Con respecto a la diferencia entre Primaria y Secundaria, indicó que en Secundaria “aparecían fuerzas del Ejército y retiraban a algunos alumnos” de 16 o 17 años o mayores de edad e incluso “a algún profesor”, algo que “en Primaria no pasaba mucho”, comparó.

Cuando volvió la democracia, los cargos pasaron a ser concursables, las personas que ingresaron por concurso a cargos de inspección y dirección y había otro relacionamiento con los docentes, ya que quienes ocupaban esos cargos durante la dictadura eran personas de confianza del régimen gobernante.

En lo académico, la doctrina que se impartía en dictadura era la más autoritaria, porque “todo lo que en aquel momento se llamaba ‘escuela nueva, participativa, cooperativa’, estaba totalmente dejado de lado”, puntualizó El Maestro. Describió que previo a la dictadura se iba a sustituir el banco vareliano por las mesas, algo que no sucedió porque quienes estaban al mando de los organismos de educación fomentaban el “individualismo y no lo cooperativo”, afirmó. Dijo que recién después de la dictadura se reemplazaron por mesas colectivas aquellos bancos individuales en los cuales cada alumno “le veía la nuca” a su compañero.

Según El Maestro, la población de Durazno de aquella época, que en su mayoría era rural y tradicionalista, estaba un poco desinformada, ya que solo tenía acceso a los comunicados oficiales o de la gran prensa que estaba manejada a favor de los intereses de la dictadura. Eso lo vivió de cerca cuando estuvo dando clases en el medio rural, en donde la gente no era consciente de lo que estaba sucediendo en el país. 

Para el profesor de historia Rosano, aquel oscuro período de la historia uruguaya puede volver a suceder: “La democracia es algo que se tiene que estar reconstruyendo. Si la gente tiene descontento sobre la política, sobre los políticos o sobre la democracia, entonces tarde o temprano terminamos en dictadura”, opinó.

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