El primer lunes de agosto amaneció con la noticia de la caída del Nikkey 225 en Japón. Con una baja del 12,4%, superó el peor desplome de su historia, que había ocurrido en 1987. Durante la jornada se sumaron corridas en los índices Nasdaq y S&P 500 con una caída del 6% y varios desajustes en Europa, Brasil, México y China. La corrida en Japón se detonó luego de que se publicaran datos de empleo en Estados Unidos que fueron menores a lo esperado. Si bien los mercados se acomodaron durante el correr de la semana, estas turbulencias ponen en alerta a los inversores.

Para entender esta corrida bursátil, se debe tener en cuenta que desde hace muchos años Japón está acostumbrado a una inflación que se mantiene muy baja, incluso con períodos de deflación (es decir, el fenómeno opuesto a la inflación). Este bajo nivel les permite llevar adelante una política de tasas de interés negativas con el objetivo de incentivar el consumo y la inversión en detrimento del ahorro. Dicha política implica que los depositantes tienen que pagar a los bancos por mantener sus fondos allí, en lugar de recibir intereses como es habitual. Esta práctica no se aplica directamente a los ahorristas comunes, sino a los bancos y entidades financieras, que se ven obligados a movilizar sus fondos por la vía de créditos, inversiones y gastos para evitar la penalización.

Paranoia y especulación

Las tasas de interés extremadamente bajas permiten que muchos inversores pidan dinero prestado en yenes, la moneda japonesa, para invertir en activos con más rentabilidad, obteniendo un beneficio extra debido al bajo precio del dólar. Esta estrategia financiera conocida como “Carry Trade” conlleva grandes riesgos. Japón, al aumentar las tasas de interés, encareció la devolución del dinero prestado en yenes, mientras que el dólar subía de precio. Esto impactó directamente en la ganancia de los operadores que retiraron sus inversiones de golpe, generando una corrida.

Según explicó a SdR, la economista Gabriela Mordecki, “estos capitales especulativos deshacen su posición y van a comprar dólares, entonces esto genera un efecto sorpresa: todos empiezan a vender sus acciones, lo que generó esta caída de la bolsa de Tokio”. Mordecki agregó que “cuando pasan estas cosas, sucede algo que se llama ‘fly to quality’ y en ese marco, increíblemente, lo que se considera más seguro son los bonos del Tesoro de Estados Unidos”, agregó.

El detonante fue el informe de desempleo presentado en Estados Unidos a finales de julio, que reflejó un aumento del 4,3% cuando se esperaba mantener el 4,1%. Este dato incrementa la probabilidad de un alza en las tasas de interés de la Reserva Federal para el mes de setiembre. Al respecto, Gabriela Mordecki comentó que, “justamente, subir el desempleo hace que aumenten los temores de recesión en Estados Unidos. No es que haya recesión, porque además los niveles de desempleo son bajos, pero eso genera esta cosa loca de que se piense que todo va a ir mal, entonces las bolsas empiezan a tener estas corridas”, generadas luego de que empresas japonesas o de otras nacionalidades se deshagan de sus valores.

El efecto en Uruguay lo tuvo el aumento de 0,43% del dólar, que llegó a los $42, pero se normalizó con el correr de los días. Sobre esto, Gabriela Mordecki dijo que estos hechos “son cosas tan puntuales que se revierten al día siguiente”, y agregó que estas subidas “les complican más” a países como Argentina, donde se vuelve más riesgoso invertir. En ese sentido, también comentó que Estados Unidos “indudablemente se beneficia porque muchos capitales salen de la bolsa, pero van a los bonos del gobierno, entonces por otro lado se fortalece”.

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