¿Qué pasa en los instantes previos a la muerte de una persona? ¿Qué hay en la mente de una persona que muere? ¿Cómo se asocia la psicología a la muerte? Estas preguntas hallan sus respuestas en las autopsias psicológicas, pero, ¿qué son?

El criminólogo Gustavo Álvarez dijo a Sala de Redacción que las autopsias psicológicas son un análisis “retrospectivo y reconstructivo del estado mental” de la persona fallecida. Sostiene que está inserta dentro de la psicología jurídica, una de las especialidades de la psicología, diferente a la psicología clínica, la más tradicional. Dentro de la psicología jurídica Álvarez reconoce tres subespecializaciones: la penitenciaria, la del testimonio y la criminológica.

Respecto a la psicología criminológica manifestó que hay tres instrumentos clave: el perfilamiento criminal, el estudio de las carreras criminales y las autopsias psicológicas. Estas últimas se usan en psicología aplicada a la investigación criminal, y su validez dependerá del área en que se apliquen, ya que pueden ser empleadas en criminalística para investigaciones sobre muertes dudosas con el fin de “discriminar si la muerte fue natural, un homicidio o un suicidio”, pero la determinación es probabilística, y son muy pocos los casos en los que se llega a una conclusión concreta.

El docente de Psicología Criminológica puso diversos ejemplos en los que cabe la aplicación de las autopsias psicológicas. En el ámbito de la justicia civil, Álvarez dijo que se pueden realizar para “detectar o tratar de reconstruir el estado mental de la persona que firmó un documento años atrás”, y se puede lograr que el documento quede impugnado. Asimismo, también se pueden utilizar desde el punto de vista penal para tratar de tipificar un delito: cuando una persona es asesinada, se le realiza una autopsia psicológica y se llega a la conclusión de que estaba en “estado de indefensión”, lo que “es un agravante para la figura jurídica del homicidio”.

El experto afirmó que es una técnica sumamente estructurada y que requiere de una adecuada formación en psicología forense y jurídica, además de la especialización técnica en autopsias psicológicas. Álvarez señaló un inconveniente: en Uruguay son pocos (alrededor de cinco personas) quienes están autorizados para realizarlas, ya que el país no cuenta con formación en psicología jurídica ni forense; de hecho Álvarez se formó con una psiquiatra cubana y tuvo que realizar cursos en Perú.

Sostuvo que lo que se hace en Uruguay “de forma errónea” es tratar de asimilar la psicología clínica a la forense, y eso tiene como resultado que se usen estrategias y técnicas que son de utilidad para hacer psicodiagnósticos, pero no para realizar un dictamen pericial. Y contó que se hizo “un convenio con unos colegas ecuatorianos” y que “seguramente en setiembre vamos a hacer”, vía Zoom, una autopsia psicológica en forma conjunta para Uruguay y Latinoamérica. 

El perito dijo que hay diferentes modelos a seguir, y uno de ellos es el Modelo de Autopsia Psicológica Integrado (MAPI), que se basa en hacer una gran cantidad de preguntas -ya preestablecidas- para investigar a través de “un círculo concéntrico”, es decir que primero “se indaga a los más allegados a la persona, luego al círculo de conocidos más cercanos y, por último, al círculo relativamente lejano” del fallecido. Allí se hacen una gran cantidad de entrevistas y se establecen los índices de concordancia entre las respuestas de los entrevistados. 

La evaluación de la autopsia psicológica se hace en general con lo que se conoce como “el perito ciego: se le dan los protocolos relevados a otro colega -que puede desconocer el caso- y allí se ve el índice de consistencia”. Por ejemplo, en un caso de homicidio se puede “solicitar por parte del abogado defensor de quien era imputado por el delito”, mientras que en un caso civil, puede ser solicitada por el “abogado defensor de quien es señalado como incapaz al momento de haber firmado un documento”. 

En un caso de muerte dudosa el Estado puede solicitar a técnicos del Instituto Técnico Forense (ITF) que realicen una autopsia psicológica. Y ante un presunto abuso, acoso laboral o abuso infantil ocurre lo mismo: “se hace a pedido de la defensa, o bien el Estado solicita al ITF que la lleve a cabo”. Consultada sobre este punto, Tania Camargo, psicóloga del ITF de San José y criminóloga, explicó a Sala de Redacción que el ITF es un instituto auxiliar del Poder Judicial en el que se encuentran expertos capacitados en diferentes disciplinas, como la psicología, la psiquiatría y la medicina, cuyos roles son asesorar al juez o al fiscal y brindar un “insumo a su investigación”. La pericia realizada por estos técnicos, a solicitud de los jueces, no es vinculante.

En el ITF por lo general son los psicólogos quienes hacen las autopsias psicológicas, porque son “quienes tienen la formación”, subrayó Camargo, y agregó que los elementos a usar dependen de lo que se “va necesitando”, como la historia clínica, informes de las empresas en donde trabajó o de las instituciones en donde se formó la persona.

La psicóloga mencionó que le hubiese gustado hacer la autopsia psicológica de Micaela Onrubio -cuya desaparición y muerte conmocionó al país, y en especial a San José-. Sin embargo, eso hubiese provocado una revictimización en la familia: “al querer hacer algo bueno, quizás hacíamos algo que complejizaba la situación”, reflexionó. También manifestó que le hubiese gustado conocer la autopsia psicológica de Lola Chomnalez, ya que lo considera “uno de los casos paradigmáticos de Uruguay”.

FacebookTwitter