Ivonne Klinger es médica, madre de dos hijos y ex presa política. Fue una de las tantas víctimas de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura cívico-militar, que comenzó hace 50 años en Uruguay. “Soy sobreviviente, dicen algunos. Yo digo que ´no´, soy luchadora, una mujer que luchó contra un quiebre institucional”, comenzó diciendo a Sala de Redacción

El 27 de junio de 1973 Klinger estaba en su casa con su familia escuchando la radio. De repente la transmisión se cortó, sonó música folclórica y luego una marcha militar. Minutos después comenzó a escucharse el decreto del entonces presidente Juan María Bordaberry, en el que anunciaba que las Cámaras de Senadores y Representantes habían sido disueltas.

La entrevistada recordó que la dictadura comenzó con la censura de la prensa, a la que no se le permitía mencionar que había una dictadura, y estaba prohibido llamarla de esa manera. El semanario Marcha, jugando con esta censura, en su portada puso en letras grandes el titular: “NO ES DICTADURA”. 

Con dos milanesas al pan

Klinger relata que durante la Huelga General, en 1973, fue a ocupar la Facultad de Medicina “alegremente”, con dos milanesas al pan. “Yo veía que estaba muerto Montevideo, andaba siempre en la calle y empezaba a pasar por lugares determinados y estaban todos cerrado, ocupados”, recordó. 

Durante la ocupación en Medicina, se organizaban y tenían turnos de vigilancia. La parte más interesante para Klinger era cuando les tocaba estar en la azotea de la facultad porque veían a los obreros que estaban ocupando en la fábrica y los saludaban. Aunque les llamaba la atención que la gente a la que saludaban constantemente cambiaba, era porque los militares vaciaban la ocupación, pero se iban unos y al rato volvían otros. 

Alrededor del Palacio Legislativo vacío se veían los tanques que comenzaban a circular por la Facultad y levantaban el cañón. El ejército fue a buscar a los estudiantes de Medicina, les pidieron los documentos y les dieron una citación para presentarse. “No sabías lo que te iba a pasar”, expresó Klinger, y le comentó a sus padres que no se iba a presentar porque se sabía qué les ocurriría. A partir de ese momento ella pasó de ser una estudiante sin responsabilidad porque no estaba a cargo del gremio estudiantil, a ser una ciudadana “categoría C”, que era la “más peligrosa”, y por tanto “sospechosa” de haber cometido delitos. 

En retrospectiva

En conmemoración a los 50 años del golpe de Estado en Uruguay, Montevideo Audiovisual organizó un ciclo de doce películas en Montevideo y en Parque del Plata, Canelones. Entre ellas estaba “Migas de Pan” dirigida por Manane Rodríguez. El filme se proyectó en la Sala Zitarrosa, lugar en el que previamente el crítico de cine Guilherme De Alencar brindó una charla. 

Antes de la proyección de la película, SdR conversó con Guilherme de Alencar. El crítico expresó que el cine uruguayo en tiempos de dictadura “empezó a proliferar de manera más tardía”. De Alencar dijo que siempre le resultó “curioso” que cuando el cine de nuestro país comenzó a desarrollarse, la dictadura ya no era un tema “muy presente”. Explicó que siempre hubo consecuencias de este hecho tan rememorado en la historia, pero el período de la dictadura en sí mismo fue muy poco abordado en el cine. 

Sumado a esto, De Alencar dijo que Uruguay demoró en tener un cine regular, y que recién a partir del 2000 comenzó con una actividad constante. “Los avances tecnológicos, el desarrollo del cine independiente y el circuito de festivales abrió nuevas puertas. De alguna manera a partir de ese año el mundo digital hizo que se volviera mucho más accesible hacer películas”, señaló.

“Cada película es una realidad en sí misma”, expresa De Alencar, y todo relato es una construcción que permite al público formar parte de ese acontecimiento. La realidad, dice, es que el cine uruguayo no tiene un público muy amplio, y siempre hay prejuicios que califican al cine uruguayo como “aburrido”, comentó. El ciclo de doce películas fue “muy importante”, porque dio la posibilidad de que la gente pudiera componer una visión de la dictadura en la que siempre surgen detalles que no se conocen. De Alencar expresa que ”vivimos en un mundo en el que procesar las cosas a través de lo audiovisual es una parte de la existencia misma de las cosas”. Este proceso es “enriquecedor” para construir una identidad y para ver aquellas dimensiones afectivas y morales de lo que ocurrió en la dictadura, agrega. 

La Tablada

Klinger contó que una mañana de domingo de 1982, en pleno enero, mientras caminaba por la calle se encontró con los camiones militares que la pararon para pedirle su documento y al instante la detuvieron. Para Ivonne la película “Migas de Pan”, una de las que se proyectó en el festival, refleja hechos que presenció mientras estuvo bajo tortura. Comentó que lo que pasó en el centro de detención y tortura La Tablada fue “muy duro” y forma parte de la denuncia por violencia sexual presentada por 28 mujeres en 2011. Una denuncia que hoy en día sigue en proceso y fue posible gracias a la unión entre las mujeres, puesto que “solas no hubiéramos podido”, dijo Klinger. “Jamás pensé que lo iba a conseguir y que iba llegar este momento pero sí y fue codo a codo, porque solita no podés”. 

La ex presa política detalló que el filme muestra una parte de lo que vivieron las mujeres porque sería “insostenible” si mostraran realmente lo que pasaba ahí adentro, incluso hasta para ellas. “Nadie está preparado para una cosa así, de decir, que te van a desnudar, violar, que van a poner la picana, te van a poner la cabeza en un tacho con materia orgánica hasta que te ahogues prácticamente”, lamenta.

En La Tablada las mujeres se encargaban de desnudar y atar a las detenidas. Klinger y sus compañeras se daban cuenta de que eran mujeres pero al estar encapuchadas no sabían quién les aplicaba la picana y todo lo demás. Aparentemente eran los oficiales varones pero las oficiales mujeres estaban ahí. Dentro del esquema había “dos o tres” de repente que no eran tan violentas, pero la mayoría las preparaban para “ir a atacarte, a pegarte un toletazo (había un palo que se llamaba el tolete) te lo daban por las piernas, estaban preparadas”, contó.

El rol de la mujer en dictadura 

Las mujeres en esa época empezaron a ocupar un lugar de militancia a la par de los compañeros varones, y a partir de ahí empezaron “a tratar de seguir avanzando en esa dirección, frente al planteo de ellos de ´vos te la buscaste, tu lugar esta estar en tu casa, haciendo la comida, limpiando, ocupándote de tu marido´”, recuerda Klinger. 

De Alencar remarcó que el rol de la mujer es “imprescindible” en el mundo y aún más en la dictadura. Uno de los hechos más destacados en relación al papel de la mujer fue “la fuerza y búsqueda por parte de las madres”. Esto, para él, es de “lo más conmovedor” de la política latinoamericana en los últimos años. Con el paso de los años, el papel de la mujer logró tener un destaque importante en el mundo, esto se ve, por ejemplo, en la historia cinematográfica en donde hay cada vez más mujeres en este ámbito. “En el último año una de las películas uruguayas más vistas es el documental dirigido por Alicia Cano, Bosco”, expresa. De Alencar dijo que este ciclo ilustró muy bien este tópico en diferentes escenarios, muchas de las películas que se eligieron son dirigidas por una mujer; desempeñan papeles importantes y asuntos que hacen foco en la mujer en sí misma, como la situación de las mujeres militantes que fueron presas políticas en la dictadura, sostiene.

Con respecto a esto, De Alencar recomendó: “Migas de Pan”, “Sara Méndez”, “Por esos ojos”. Estos filmes, de diferentes puntos de vista, reflejan el papel de la mujer en tiempos de dictadura, además de que son dirigidos por mujeres.

Migas de Pan 

La película relata la vida de Liliana, una mujer que fue retenida en un centro de reclusión y torturada en reiteradas ocasiones. En la película, busca justicia para todas aquellas mujeres prisioneras que fueron violadas en la dictadura pero al mismo tiempo quiere reconciliarse con su hijo. La historia hizo lagrimear a los presentes, y finalizó con aplausos que duraron hasta que una de las presentadoras agradeció a las personas presentes y le dio la palabra a Klinger, quien brindó una charla. Comenzó diciendo que tenía una “buena noticia”: “las 28 compañeras que hicimos la denuncia seguimos luchando y ellos perdieron”. En octubre del 2011 se juntó toda la evidencia para presentar la denuncia, pero “lamentablemente” de las 100 personas denunciadas, solo dos fueron condenadas y un tercero procesado. “La impunidad la construyen poco a poco, la piensan y planifican” remarcó. 

En el encuentro se generó un intercambio con el público, donde Klinger remarcó: “Todavía seguimos buscando huesos”, y “a pesar de que seguimos haciendo la denuncia de los hechos que sucedieron, todavía hay personas que los niegan”. 

Natalia Echeverría / Angy Pereira

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