Dorit Goldstrom tiene 84 años y vive en Rivera, en una elegante casa del Barrio Legislativo. Alemana de nacimiento, emigró a Uruguay junto con su familia en 1937, cuando ella tenía apenas dos años de edad, a causa de la persecución nazi contra los judíos. Según cuenta con tristeza, los familiares que decidieron quedarse en Alemania fueron asesinados por el nazismo.

Después de una vida marcada por los movimientos migratorios, Goldstrom señala que el plan original de su padre era el de radicarse en Brasil, pero en 1937 estalló en ese país la rebelión encabezada por Getúlio Vargas, quien llegó al poder el 10 de noviembre de ese año por medio de un golpe de Estado. Por esa razón, a un amigo de su padre- que viajó con su familia a América del Sur- le pareció mejor venir a Uruguay y no a Brasil. Dorit se crió en Rivera, pero a los 13 años se fue a Montevideo.

Sabe cinco idiomas, alemán, inglés, español, portugués y sueco, y narra con algo de frustración que cuando vivió en Israel no pudo aprender hebreo. Entiende que “es más sencillo de aprender para aquellos que conocen el árabe”, pero para quienes solo conocen las lenguas de origen latinas y sajonas, el hebreo es extrema complejidad. Algo similar le sucede a su esposo sueco, que intenta aprender español. Dice Dorit que un conocido va todas las semanas a su casa a tratar de enseñarle español, pero de momento no ha obtenido grandes avances.

Tuvo dos hijos de los que se siente orgullosa, uno es profesor de economía en Tel Aviv y Jerusalén, en Israel. El otro se dedica a las finanzas, entre otros lugares trabajó en Nueva York para la empresa Cantor Fitzgerald, de donde podría decirse que tuvo la suerte de que lo despidieran. Seis meses más tarde de su despido ocurrió el recordado atentado contra las Torres Gemelas, en el que sus ex compañeros de trabajo fallecieron.

Sus sentimientos por Uruguay

Goldstrom volvió a Rivera, esta vez con su esposo, luego de vivir 35 años en Suecia. Dice que le encanta la vida en Uruguay, sobre todo por el clima, ya que en Escandinavia durante seis meses hace mucho frío y solo hay siete horas de sol al día. Recuerda que su padre decía que “Uruguay es un paraíso”.

Para Goldstrom, Uruguay “le salvó la vida” a su familia y también a ella, pero en dos oportunidades. No solamente le permitió escapar del nazismo, sino que también fue tratada por tuberculosis de pulmón. Según recuerda, cuando era una niña un día llegaron médicos de la Cruz Roja a su escuela, donde le realizaron algunos estudios y la diagnosticaron. Afortunadamente, se pudo curar.

El antisemitismo

Dorit contó que en Montevideo conoció una tienda de un artesano armenio a la que iba a comprar seguido. Dice que una vez el dueño del comercio le dio su impresión sobre el Holocausto del pueblo judío y le dijo que “si el mundo hubiese prestado atención al holocausto que hubo contra los cristianos en Armenia, la persecución de los nazis al pueblo judío no hubiese existido”, y ella coincide con su visión.

Nosotros hemos sido perseguidos en todos lados”, dice, y entiende que ello se debe a “culpas de la religión”, porque “dicen los cristianos que nosotros matamos a Jesús, y nosotros no lo matamos”. Según explica, la crucifixión era un castigo inventado por los romanos para castigar a quienes se creía eran culpables de un crimen. En cambio, el método empleado por los judíos era distinto, ya que apedreaban a los criminales hasta la muerte. Además, dice que los romanos lo crucificaron y le pusieron sobre su cabeza un letrero con la sigla “INRI”, que significa “Jesús Cristo Rey de los Judíos”. Y se pregunta: “¿Por qué harían eso los judíos?”.

De todas formas, sí entiende que fueron los judíos quienes denunciaron a Jesús ante las autoridades romanas, pero niega que hayan sido ellos quienes lo mataron. También dice que “lamentablemente el hombre que lo denunció se llamaba Judas”; al respecto, considera que si “llevase por nombre Alberto o cualquier otro” la persecución contra su pueblo hubiese sido mucho menor. En ese sentido, dice que ella “no es muy religiosa” y que su esposo, “que es cristiano, no cree casi nada, es prácticamente ateo”. Analizando la historia, concluye sobre este tema que “las religiones no han ayudado a la gente”. Y sigue: “Solamente existe la democracia, no existe otra cosa”.

FacebookTwitter