Federico Barrandeguy nació en Montevideo el 8 de mayo de 1996, pero a los tres años se fue con sus padres a vivir a Ombúes de Lavalle, Colonia. Jugaba al fútbol todo el día y, como muchos niños a esa edad, quería hacer de ese juego una profesión. “En Ombúes no hay mucha cosa para hacer, o jugás al fútbol o estudiás” dice hoy.
Con siete años empezó a jugar al baby fútbol en el Caviola, donde deslumbró jugando de cinco y de puntero. Era muy rápido y dribleaba a dos o tres jugadores en una jugada, cuenta. Poco a poco su talento empezó a sobresalir.
Mientras Federico jugaba, su madre, Sandra Martino, vendía tortas fritas en el campo deportivo para recaudar un dinero que sumaba a sus ingresos por su trabajo en el Banco República. Sacrificio y dedicación fueron los pilares de esta familia, que tenía a un padre trabajando en España y a una madre haciendo lo que estaba a su alcance para criar a sus hijos. “Si no fuera por mi madre, ni cerca estaría acá”, expresa el jugador. También evoca la ayuda de su tía materna y de su abuelo.
Federico comenzó a destacarse en la cancha y pronto pasó a jugar en categorías en las que sus compañeros y contrincantes eran más grandes. A los 13 años arrancó en Peñarol de Ombúes y ya jugaba en sub 14 y sub 17, pese a ser apenas un preadolescente. Con tan solo 15 años debutó en la primera de Peñarol de Ombúes, en el que solo jugó un partido antes de irse a probar a la capital, donde estaba su sueño de ser futbolista y debutar en primera división.
A probarse
En Ombúes de Lavalle se comentaba la gran capacidad del “Chorri” o el “Barra”. “El Chorri juega bien y es buen loco” decían. Siempre fue un pibe amable, respetuoso, que nunca se peleaba, y de perfil bajo.
Fernando Barrandeguy, tío de Federico fue un día a verlo practicar y quedó maravillado; apenas volvió a Montevideo buscó contactos para conseguirle una práctica de aspirantes, y así lograr que Federico empezara las formativas en Montevideo.
Una mañana de 2011 sonó el teléfono y llegó la noticia de que Defensor Sporting buscaba aspirantes para inferiores. El jugador armó un bolso y guardó sus championes, pero la práctica no fue buena: “me encontré con otra realidad, había 20 que dribleaban como yo, me di cuenta que no conocía tanto el fútbol como pensaba. Los otros tenían movimientos que no conocía, sabían donde pararse, y a dónde pasarla” cuenta. “Choqué con la realidad y volví llorando de la impotencia” recuerda. Los otros adolescentes le sacaban mucha ventaja porque tenían mayor preparación y dedicación.
En ese momento todo parecía derrumbarse, la vida le daba un gran baldazo de agua fría, pero mantuvo las esperanzas. La revancha vino cuando su tío Fernando le consiguió, tras unos meses de espera, otro llamado de aspirantes. Esta vez era en el City Park de la costa, en donde Wanderers buscaba talentosos juveniles. En esa práctica, con más experiencia, Federico convirtió cuatro goles y quedó seleccionado por el técnico Héctor Yulius para la categoría sub 16.
A la capital
La familia comenzó a buscar una casa para que Federico viviera en Montevideo. Su hermano mayor, que en ese tiempo cursaba 5º de liceo, decidió irse con él y terminar sus estudios en la capital; se mudaron a un monoambiente que tenía el abuelo. Cocinaban todos los días fideos en una pequeña garrafa con una hornalla; en las mañanas iban al liceo y después de cumplir con los estudios él iba a practicar en las tardes, siempre volvía agotado.
El cansancio jugó un papel importante y Federico ya no cumplía tanto con el liceo. Faltaba los lunes, luego de viajar a Ombúes por el fin de semana, y los demás días, después de algún recreo, aprovechaba a irse antes para descansar y así rendir mejor en la práctica. Cuando su madre se enteró del mal rendimiento estudiantil, tuvieron una charla “muy emotiva” y él le explicó a su madre su deseo de dedicarse exclusivamente al fútbol. Aunque le costó entender, Sandra lo aprobó y confió en su hijo.
Federico comenzó a rendir mejor en la cancha, se sentía más confiado, pero la vida lo volvió a desafiar. Luego de un problema familiar, él y su hermano tuvieron que dejar el apartamento de la familia. Otra vez se le planteó la duda de si tenía que volverse o seguir luchando, pero con la ayuda de su tía y el esfuerzo de su madre, los hermanos pudieron alquilar otro monoambiente.
Las oportunidades estaban a la vuelta de la esquina, con su buen rendimiento, su nombre empezaba a sonar entre las selecciones juveniles, pero al final nunca estaba en una lista. El Pescara de Italia vio talentos para llevarse a Europa; pese a estar en la lista, Federico no pudo ir por no tener pasaporte comunitario. Sí lograron hacerlo otros jugadores, como Lucas Torreira, actual mediocentro de la selección uruguaya. “Lucas se salteó un gran paso. Se lo merece porque es un gran jugador, y tuvo el mérito de andar muy bien allá”, reconoce.
Lateral, contrato y debut
Federico siempre tuvo una relación apegada con el gol, pero en Wanderers empezaba a demostrar que también sabía marcar y raspar cuando era necesario. De a poco Marcelo Píriz, técnico de las formativas, le pidió que jugara de lateral, para poder aprovechar más su potencial; a Federico, por el típico concepto de que a los jugadores los van bajando de posición, no le gustó la idea. Píriz le mostró videos de Dani Alvez y Marcelo, referentes en su puesto, en los que se veía que manejaban gran parte de los hilos del partido, y de a poco Federico fue cambiando de opinión. Empezó a valorar más la marca y la efervescencia de ganar un tranque o tirarse a barrer. Ya jugando en tercera, Federico empezó a sonar en Wanderers y esperaba ser llamado para primera.
En las vacaciones Federico suele ir a visitar a su padre, Ricardo, a La Paloma, Rocha. El 1º de enero del 2015 llegó a la casa de su padre y a las pocas horas recibió una llamada en la que le informaban que tenía que estar el 5 de enero en Montevideo para entrenar con el plantel principal.
Alfredo Arias iba a ser su técnico. Federico sentía cada vez estaba más cerca de cumplir su sueño: debutar en primera. “Arias fue el técnico que más me marcó, estaba encima mío, me puteaba pero para ayudarme, dándome importancia y sin ningunearme” comenta. El técnico era muy exigente porque sabía el potencial que podía dar.
El 15 de marzo del 2015, debido a la falta del lateral titular, Arias hizo debutar a Federico, “aunque perdimos, anduve bien y le respondí, el supo que podía contar conmigo y que no le fallaría” dice el jugador. Tras la vuelta del lateral titular, Alex Silva, Federico volvió a ser la sombra, y así se mantuvo en el banco por varios meses.
Libertadores
En 2015 Wanderers jugó la Copa Libertadores. En el penúltimo partido Alex Silva fue expulsado y se perdió la última fecha, donde se definía si pasaban los Bohemios o Palestino. Wanderers jugaba contra Zamora de Venezuela como visitante y Federico sabía que era su chance.
Fue al baño en el vestuario luego del partido que jugaron de local frente a Boca, y se encontró con Arias, que le dijo: “preparate pibe que vas a jugar”. Barrandeguy tenía que marcar a Jhon Murillo, que en ese entonces era delantero de la selección venezolana. “En la primer pelota lo barrí a los pies y ahí tome confianza”, recuerda. En los 90 minutos anuló a Murillo y logró demostrar sus condiciones. Tras el triunfo frente a los venezolanos, Wanderers esperó que Boca ganara de local, y celebró un histórico pasaje a octavos.
Golpe duro
Luego de la clasificación Alex Silva volvió a ser titular, y Barrandeguy pasó a jugar en tercera para no perder rodaje. A falta de dos fechas de consagrarse campeón con esa categoría, se rompió los cruzados en una rotación y esto lo alejó varios meses del fútbol.
Con gran preocupación por si el club se haría, o no, cargo de la operación, Federico sufrió mucho y pensó que ese podría ser su final profesional. En el momento más duro apareció Sergio “Chapa” Blanco y Leonardo Burián, que le dijeron: “si en una semana no te dan fecha, nosotros te pagamos la operación”. Pese a valorar mucho el gesto, Federico dice que no podía aceptar semejante donación. Luego de una semana, Wanderers firmó un convenio con el Sanatorio Americano y pudo operarse.
Según cuenta, la recuperación fue dura, “te deprimís dos meses y después te das cuenta que tener que meterle” comenta. ”Veía casos de varios futbolistas de primer nivel que estaban operados y estaban en excelentes condiciones”, recuerda.
La vuelta a las canchas fue en marzo de 2017, a la tercera división, con goles en los dos primeros partidos y a un buen nivel. El Clausura de 2017 y todo el campeonato de 2018 jugó de titular.
El 18 de agosto Federico se destacó en el partido en el que Wanderers le ganó a Rampla, cuando hizo un remate de tiro libre al ángulo; fue el mejor partido de la quinta fecha del Campeonato Intermedio.
Wanderers y el futuro
“A Wanderers le debo todo, me formó como deportista y como persona” dice el lateral derecho del equipo. Le agradece a los bohemios y dice que le encantan los mensajes que recibe de apoyo de los hinchas. “Me fui enamorando del club, de su ambiente familiar y de la dedicación de los hinchas que siguen estos colores a todos lados” cuenta. “Me dejaron como loco cuando fueron hasta Huancayo”, dice y explica que para él es muy inspirador el apoyo y el sacrificio que hacen los hinchas para trasladarse a otros países sin el soporte que tienen los cuadros grandes. Federico siente que debe estar a nivel para respetar ese sentimiento.
Hinchas especiales hay muchos, pero reconoce especialmente a dos: su novia, siempre fiel, que ha ido a todos los partidos de Wanderers, y a “un loco que me hace pirar, me dice Chorri y me acuerdo de todo lo que pasé”, expresa.
Los compañeros más importantes para él han sido Sergio “Chapa” Blanco, por su calidad humana, Ignacio González, por ser distinto y su trabajo en cancha, y Damián Macaluso, por la presencia y su buen rendimiento junto a él.
“Mi sueño máximo es jugar en la selección, representar a la celeste” confiesa. Sueña con vestir la camiseta celeste, pero sabe que antes deberían pasar varias cosas: sabe que jugar en Peñarol o Nacional lo mostraría mucho en el exterior, en donde el pretende seguir su carrera. Con respecto a su futuro en clubes, dijo que sueña con jugar en la liga española o inglesa. Pero como Federico dice: “hay que ponerse objetivos a corto plazo así se cumplen” los sueños deben tener metas intermedias para que se vuelvan reales.