Líber Arce tenía 28 años. Era estudiante de la Facultad de Odontología y militaba en la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU). El 12 de agosto de 1968 un policía le disparó durante una manifestación estudiantil. Los testimonios de la época narran que fue por la espalda, desde una distancia de no más de cuatro metros. La bala le cortó la arteria femoral. Falleció dos días después en el Hospital de Clínicas, luego de ser intervenido quirúrgicamente. Fue el primer estudiante asesinado por las fuerzas policiales del gobierno autoritario de Jorge Pacheco Areco. No fue el único. El mismo año lo siguieron Susana Pintos y Hugo de los Santos. Luego fue Heber Nieto, Manuel Ramos Filippini, Julio Spósito y la lista continúa.

Es 14 de agosto de 2019 y en la explanada de la Universidad de la República (Udelar) se encuentra un pizarrón que grita “Silencio”. Las personas pasan, ven las gruesas letras blancas escritas con tiza y la mayoría se detiene para sacarle una foto. Es casi idéntico al que fue ubicado en el mismo lugar durante el velatorio de Líber Arce, al que concurrieron más de 250.000 personas, hace 51 años. 

Marcha 14 de agosto – Foto: Soledad Espíndola

Son casi las 18.00 y aún se puede escuchar la voz de Tabaré Rivero. El músico es el encargado de cerrar el toque que comenzó al mediodía, organizado por el Gremio Estudiantil del Instituto Alfredo Vásquez Acevedo (IAVA) en el callejón que separa la Udelar de la Biblioteca Nacional. Se escuchan los últimos acordes de la guitarra y las personas comienzan a moverse hacia la explanada. En su mayoría son jóvenes, militantes sociales o de gremios vinculados a la educación.

La marcha es encabezada por estudiantes de secundaria, detrás de ellos se paran estudiantes de UTU y los siguen las banderas de la FEUU. Los pequeños grupos comienzan a ocupar la calle mientras los estudiantes de la Escuela de Artes y Artesanías Pedro Figari reparten pegatinas con fotos de las caras y nombres de los mártires estudiantiles y los detenidos desaparecidos; la mayoría serán sostenidas en alto durante toda la marcha.  

Marcha 14 de agosto – Foto: Soledad Espíndola

Su lucha sigue vigente. Contra el miedo y el retroceso”, es la consigna de este año y se posiciona frente al plebiscito impulsado por el senador nacionalista Jorge Larrañaga que se votará en octubre junto a las elecciones nacionales. Los pañuelos salmón que gritan “NO A LA REFORMA” en mayúsculas blancas, adornan cuellos y muñecas de jóvenes, adultos e incluso algunos niños. Otros tantos cuelgan de mochilas y morrales; en muchas ocasiones son acompañados por los amarillos a favor de la Ley Integral para Personas Trans o los verdes que apoyan la lucha por el aborto legal en Argentina. 

Marcha 14 de agosto – Foto: Soledad Espíndola

Faltan diez minutos para las 19.00 y la primera fila de estudiantes comienza a caminar por 18 de Julio. Rodeando en actitud protectora a los estudiantes de secundaria, se encuentran varios militantes de la FEUU, que se encargan de cortar las calles y de que no queden espacios que dividan la marcha. “Algunos es la primera vez que vienen y hay que ayudarlos a organizarse; yo marcho hace seis años”, comenta uno de ellos sin apartar la vista de los más jóvenes, asegurándose de que todo esté saliendo bien.

Cuando los primeros estudiantes llegan a la Intendencia de Montevideo, se abre un círculo entre la masa de personas. La mayoría no entiende qué pasa pero de todas maneras pide espacio a quienes tienen detrás, confiando en lo que dicen sus compañeros. Por el megáfono piden a gritos por un médico. Uno de los estudiantes está sufriendo un ataque de epilepsia. 

Hay que seguir”, grita una de las estudiantes de la primera fila, luego de asegurarse de que su compañero está recibiendo asistencia. Hay que seguir. Los estudiantes vuelven a caminar pero el aire se vuelve espeso y pasa del silencio al barullo. Tardan casi dos cuadras en volver a ser un solo grito.

Marcha 14 de agosto – Foto: Soledad Espíndola

Al llegar a la Plaza Cagancha los estudiantes saltan mientras cantan. Luego vuelven a detenerse. Esta vez para nombrar a los mártires. “Presente: ahora y siempre”, responden a cada nombre, mientras levantan sus carteles y banderas hacia más de una decena de fotógrafos y camarógrafos. Es la tercera vez que lo hacen desde que empezó la marcha y lo harán al menos dos veces más. 

Cuando pasan por el Ministerio de Economía y Finanzas entonan “tengo los zapatos rotos y es de tanto caminar por un presupuesto justo para poder estudiar” pero no se detienen, continúan su camino -a paso lento pero constante- rumbo al Palacio Legislativo. En las calles se encuentran con vecinos y militantes sociales que los alientan y aplauden desde balcones y veredas. Cada grupo de personas parece hacerlos gritar más fuerte. 

Marcha 14 de agosto – Foto: Soledad Espíndola

Pasadas las 20.00 la Plaza 1° de Mayo los recibe con música y un escenario donde más tarde tocarán Alejandro Balbis, Los Sapos Tetones, El Alemán y Eli Almic. Los encargados de llevar la primera pancarta la cuelgan contra la valla del escenario y se unen a sus compañeros. Saltan, cantan, se abrazan y vuelven a cantar. Dejan de hacerlo solo cuando vuelve a nombrarse a los mártires. “Compañero Líber”. “Presente”. “Ahora”. “Y siempre”. Compañera Susana. Presente. Ahora. Y siempre. Compañero Hugo. Presente. Ahora. Y siempre. La lista sigue y el último nombre se escucha tan fuerte como el primero.

Luego todo es silencio. Las miradas expectantes se dirigen al escenario cuando una estudiante de secundaria y un estudiante universitario suben y presentan al primer artista, que comienza a tocar la guitarra mientras sigue llegando gente. Alejandro Balbis habla entre canción y canción con voz nostálgica pero firme frente a una multitud que rebasa la plaza. “¿Se imaginan que uno de ustedes estuviera acá y viniera una bala? ¿Se imaginan ese Uruguay?” pregunta en una de las ocasiones. “Nunca más”, responde un grito desde el público. “Nunca más”, afirma él con el micrófono, y la plaza se inunda de gritos y aplausos.

Marcha 14 de agosto – Foto: Soledad Espíndola

La memoria es más fuerte que el miedo

Las estudiantes encargadas de leer la proclama suben al escenario acompañadas de un intérprete de lengua de señas. Las primeras en tener la palabra son dos estudiantes de secundaria, quienes llaman a la memoria histórica y colectiva narrando los hechos ocurridos el 12 de agosto de 1968 y se posicionan en contra del plebiscito “Vivir Sin Miedo”. “La represión no fue una solución y nunca lo será”, afirman. 

Marcha 14 de agosto – Foto: Soledad Espíndola

Una estudiante de UTU agrega que “lo que la sociedad necesita es más educación, de mejor calidad y con mayor presupuesto, que nos permita tener una conciencia crítica e independiente y que nos asegure condiciones dignas de vida” y denuncia que en su casa de estudios “se recortan grupos, hay talleres sin materiales, falta de mobiliario, maquinaria defectuosa y falta de docentes”. Hace énfasis en la situación de la Escuela de Comunicación Social y Diseño Gráfico que en diciembre deberá desocupar el lugar donde funciona y no tiene otro centro donde ubicarse. Frente a esto la respuesta de las autoridades de la Administración Nacional de Educación Pública ha sido que “no hay presupuesto para adquirir un local propio y solo queda esperar”.

La representante del Centro de Estudiantes de Magisterio llama “censura” a la orden de bajar las pancartas que se posicionaban contra “Vivir Sin Miedo” en los diferentes centros educativos. “Laicidad es confrontación de ideas, es discusión, es debate. Es literalmente, según la Ley de Educación, tratamiento crítico de todos los temas. Laicidad no es ni neutralidad ni censura”, afirma. “Pronunciarnos contra el plebiscito es un derecho ya que nada tiene que ver con las lógicas político partidarias a las que lo quieren reducir. Esta lucha es nada más y nada menos que la lucha en defensa de los derechos humanos”, sostiene.

Marcha 14 de agosto – Foto: Soledad Espíndola

La siguiente estudiante habla de la necesidad de aumentar el presupuesto dedicado a la educación y asegura que es necesario “alcanzar el piso mínimo” del 6% del Producto Interno Bruto más 1% para investigación “para mejorar las condiciones edilicias, para la ampliación del sistema de becas, para comedores estudiantiles, para garantizar equipos multidisciplinarios en cada centro y para mayor sueldo docente”.

Las estudiantes vuelven a resaltar su rechazo a la propuesta impulsada por el senador Larrañaga, afirmando que esta “se constituye como la continuación de la impunidad que acarreamos desde el período de terrorismo de Estado; impunidad que se cobró la vida de nuestros mártires y con la que, hasta el día de hoy, no conseguimos terminar”.

El encargado de cerrar la proclama es un representante de la FEUU, que resalta que se necesita “un movimiento estudiantil organizado” y que “es a través de la movilización que se va a poder frenar el avance conservador en América Latina”. Mientras tanto, los estudiantes seguirán saliendo a las calles como cada 14 de agosto desde 1968.

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