Florencia, Yéssica y Mariana tienen 24 años. Todas son maestras y ejercen su profesión desde 2019. Trabajaron tanto en el ámbito público como privado y coinciden en que su vida personal se ve afectada por la profesional: redes sociales, encuentros con alumnos en lugares públicos y padres que cuestionan sus conductas son algunos de los ejemplos que dieron a Sala de Redacción

“Tuve malas experiencias con las redes sociales”, contó Florencia con disgusto y explicó que, al ser públicas, tiene normalizado el cuidarse, “ya que los contenidos que compartimos pueden llegar a ser vistos por un padre o un alumno”. No es casualidad que esta sea su primera reflexión, teniendo en cuenta que ha recibido mensajes inapropiados de padres de sus alumnos. “No solamente con las redes, sino que en la vida pública en sí estás pendiente de muchas situaciones”, acotó Yéssica, y recordó una situación en la que un estudiante le dijo, en clase, que la había visto en una cancha de fútbol: “Y ahí te pones a pensar cómo me vieron o en qué situación”.

Pero este no es el único problema. “Las instituciones buscan docentes que vivan como docentes”, dijo Yéssica, y explicó que pretenden “un ser moralmente correcto, que cuide de forma explícita sus conductas a nivel social”. Tal fue el caso de una maestra despedida en mayo de 2021 por subir videos a redes sociales, que la institución consideró como “impropios”. En ese momento, Juan Gambito, consejero de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), dijo a El País que al ser docente, éstos deben apelar a una “autogestión responsable del educador”, y que las situaciones se investigan individualmente.

Esta declaración fue interpretada por las maestras de forma ambigua. Es cierto que son referentes y que deben cuidarse con el uso de las redes sociales, “pero hoy en día cualquier individuo cree tener la potestad de juzgar lo que hacemos los docentes fuera de la escuela”, reflexionó Yéssica. En esta misma línea, también dijo que se restringe a los maestros por ser los “referentes de los niños, mientras que éstos deberían ser los padres, que muchas veces no toman los cuidados que por el contrario sí esperan que tomemos nosotros”. “Son puntos de vista que pueden llegar a restringir al educador”, sentenció.

Para graficar, Florencia relató sobre una alumna que hacía tiktoks durante su clase y por este motivo coordinó una reunión con sus padres. La sorpresa fue que terminó siendo ella la cuestionada por los padres sobre su uso de esa red social: “Resultó que yo era muy adulta para utilizarla”, declaró. Por su parte, Yéssica reflexionó que los alumnos vienen de familias que fueron educadas en otro tipo de contextos, con maestras que ni siquiera tenían redes sociales. “La invasión de la tecnología conlleva que la maestra de hoy sea muy distinta a la de antes”, afirmó, mientras que para Mariana “hubo situaciones que siempre se dieron, pero la diferencia es que ahora, debido a las redes sociales, tenemos una mayor exposición y repercusión. Hay mayor información para juzgar”. 

A la hora de aprender

—Algo que viene implícito en la túnica es el rol del docente. Muchas veces el educador está expuesto a situaciones y la institución no brinda la contención necesaria— comentó Yéssica al ser consultada sobre si en su formación docente estas temáticas fueron abordadas. 

—Depende a qué te refieras con formación. Creo que necesitamos cierto tipo de acompañamiento en esa preparación, pero no para que nos digan qué tenemos o no tenemos que hacer para evitar determinado tipo de críticas— dijo Mariana.

En conversación con Sala de Redacción, Gabriela Arbeleche, dirigente de la Federación Uruguaya de Magisterio, contó que durante la carrera existe una asignatura llamada Legislación Escolar a la que “muchas veces no se le da el enfoque, énfasis o importancia necesaria porque una vez que comienzas a ejercer, tienes tanto derechos como obligaciones, y una de tus obligaciones es conocer la normativa que te rige”. Asimismo, explicó que los docentes no están habilitados para hacer declaraciones públicas “contra el sistema”, sino que la vía correcta es denunciarlo ante los gremios. 

En Educación Primaria tradicionalmente han trabajado mayormente mujeres: según un censo publicado por ANEP en 2018, un 78,1 por ciento de las educadoras son maestras mientras que el 21,5 por ciento son maestros. Florencia intuye que si bien “todos los maestros que he conocido son excelentes”, tienen un trato por parte de la sociedad que los deja trabajar con “mayor tranquilidad”. Asimismo, Mariana invitó a pensarlo desde el lado de la vestimenta, debido a que “hay muchas formas de vestir que pueden ser consideradas sugerentes en una maestra”, pero en el caso del maestro: “¿qué es considerado como vestimenta sugerente?”, sentenció. Yéssica agregó que la sociedad uruguaya se “ha quedado atrás en el tiempo” y que muchas veces se critica el largo de las túnicas que utilizan las maestras por ser “muy cortas” o hasta la foto que tienen en su perfil de Whatsapp. También recordó el caso de un maestro varón que “llamaba la atención” de la institución y de los padres por llevar las uñas pintadas.

Las entrevistadas negaron conocer a dónde o a quién recurrir en búsqueda de apoyo en situaciones de acoso o de vulneración de su libertad de expresión, bajo la idea de que el docente debe tener una “imagen pulcra” que cuide los “modos en todo momento”. A Florencia y Yéssica les sucedió que padres les hicieran comentarios inapropiados como, por ejemplo, “Ay, mi amor” o “Qué ganas de estar en esa clase”, y afirmaron que debieron actuar de forma “indiferente o cordial, sin decir nada”. Respecto a este tema, Arbeleche planteó que dentro de la educación existe una hoja de ruta sobre los procedimientos que se deben seguir cuando suceden situaciones inapropiadas dentro de la institución, pero si se dan por fuera del centro, el docente debería actuar como “cualquier otro ciudadano” y remarcó que “no es habitual escuchar ese tipo de reclamos”.

En lo que todas las maestras coincidieron es en que se presenta un problema de “tiempos” que genera que el docente tenga que encargarse de situaciones para las que deberían entrar en escena otros actores. Además de tener que lidiar con determinado tipo de situaciones de la vida cotidiana, deben sobrellevar la falta de descanso y el estrés por falta de tiempo, en una profesión enfocada en los niños.

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