Sutil, elegante, de andar tranquilo, risa contagiosa y calidez que emana por todo su cuerpo. Una belleza natural que se expande cuando comienza a hablar. Ese tipo de belleza que cautiva arriba y abajo del escenario. Lista para ir al Sodre, se acerca y me saluda como si verme fuera algo habitual en su vida.

Nació en Montevideo y es primera bailarina del Ballet Nacional del Sodre. Bailarina de ballet clásico y contemporáneo, fue parte del Cirque du Soleil, la primera y única uruguaya en serlo. Según su propia definición; una bailarina aventurera, una persona con buen humor, muy terca, muy nieta de su abuela y  una buena amiga. Estuvo en distintas compañías de distintos países, pero como muchos tuvo que parar por la pandemia y se encontró en Uruguay, su hogar. Ahí nació Varada -su primera obra- y un sin fin de nuevas oportunidades.

Hoy a sus 38 años y con varios premios, distinguida entre las cien mejores bailarinas del mundo, ve a esa niña que empezó a bailar en la Escuela Nacional de Danza y se asombra del camino recorrido. Me cuenta -intentando poner en palabras las imágenes de esa niña- que es muy intrépida, soñadora y determinada en lo que le gusta hacer. Siente que en su vida se ha dejado llevar por los impulsos y la intuición, y ha llegado a un lugar en el que jamás pensó estar. Pero siempre entendió que todas las cosas que aparecieron de forma casi perfecta en su vida tenía que aceptarlas y disfrutarlas.

«El mundo de la danza es un lugar exigente; animarse a lo nuevo, a lo diferente es sinónimo de ser valiente.»

¿Cuándo supiste que esto era lo que querías hacer para toda la vida?

-Desde niña, pero siempre me acuerdo de un día. Estaba en la calle Eduardo Acevedo cerca del IAVA para dar un examen y lo vi clarísimo: “yo quiero que este sea mi trabajo”, pensé. Soy bailarina desde que nací, desde que tengo uso de razón, pero ese día lo vi como un trabajo. Me acuerdo que para mi familia siempre fue muy importante que estudiara, que terminara el bachillerato y que entrara a la facultad. Siempre me apoyaron, pero al mismo tiempo tenían mucho miedo porque ser artista es muy difícil a nivel económico. Y ese fue el momento en el que dije “voy a estudiar esto, voy a estudiar aquello” pero lo que quiero hacer es trabajar en la danza.

El mundo de la danza es un lugar exigente; animarse a lo nuevo, a lo diferente es sinónimo de ser valiente. Para Rosina, es importante tener esa imagen porque siente que puede ser el ejemplo de niños y niñas que sueñan con bailar y no tienen definido un sólo estilo. Ella se define como una bailarina que tiene la imagen de una belleza particular y diferente, no sólo por los estilos de danza que ha transitado y las distintas compañías, sino por la parte más estética. Su calidez artística es casi tan grande como su calidez humana. Vuelve a mencionar lo importante que es dejar en claro que hay varios caminos para llegar a ser feliz y a hacer lo que se quiere hacer. Cuando sos bailarín no importa si es de ballet o contemporáneo, al contrario, cuanto más completo mejor.

Se considera una persona poliamorosa: enamorada de todo lo que hace o hizo. El estilo contemporáneo fue descubrir la hermosura de la danza y sus variedades, y a su vez aprender a aceptarse dentro de sus diferencias, sus movimientos y aprender a utilizar su cuerpo de otra forma. El circo la dotó del histrionismo corporal y cultural que la acercó a personas de otros lugares y la enriqueció en su disciplina y su manera de ver el mundo. La danza clásica la formó, pero su personalidad siempre estuvo a la hora de seguir creciendo. El ballet fue la semilla que plantó el deseo de bailar y ahí comenzó todo.

Hablás de una personalidad que busca todo el tiempo probar cosas nuevas.

-Me gusta aprender, desafiarme.

Hablar con Rosina es tener un respiro de lo ajetreada que puede ser la vida por momentos. Su dulzura, tranquilidad y paz al hablar, los movimientos sutiles que acompañan cada palabra y cada pensamiento que se le cruza cuando va a responder lo que le pregunto, hacen olvidar el caos de la ciudad.

¿Cuál es la mayor experiencia que crees haber adquirido estando en el exterior? ¿Qué podes aportar hoy al Sodre desde ese lugar?

-Creo que es esa versatilidad de haber bailado contemporáneo y de haber estado en el Cirque du Soleil. Todo el entrenamiento físico que tuve y haber visto tantas disciplinas me enseñaron mucho. Todo lo que aprendí también como asistente en el circo fue lo que me abrió la cabeza, trabajar como coreógrafa y hacer mi obra. Mi aporte al Sodre creo que es ese; traer mi persona como alguien que ha tenido diferentes experiencias y que puede llevar al ballet otra corporalidad, tal vez, un movimiento más amplio.

Viajar por varios países sin saber cómo continuar, el quedarse sin trabajo en tiempos de covid o volver a casa en un contexto de pandemia son algunas de las razones por las que surgió Varada, su primera obra. Está ambientada en el Montevideo de 2020, dónde sus ocho personajes encerrados -como ella en el momento que la hizo- se replantean sus prioridades y ahí es donde aparece la danza como la cura y la búsqueda de la esperanza como una actitud de supervivencia.

Las circunstancias atípicas la llevaron a ser hoy, nuevamente, la primera bailarina del Ballet Nacional del Sodre, una propuesta que recibió de la nueva directora y amiga María Noel Riccetto. Cuando habla de ese momento se le iluminan los ojos y nace en su rostro algo nuevo, esa sensación de volver a vivir ese momento, así lo muestra, así lo representa. La felicidad de volver a compartir con una persona a la que además de considerarla amiga, admira. Y además, el agradecimiento de poder bailar frente a su familia. El saber que está bailando para ellos la hace disfrutarlo más que cualquier otra cosa.

Rosina destaca la importancia del equipo técnico de mujeres que ahora forman parte del Ballet Nacional. Sentirse representada y escuchada la enorgullece de los demás. También v-er como Riccetto -con su personalidad, carisma, exigencia y excelencia- trae una nueva propuesta que da otra cara al Sodre.

-¿Qué pensas sobre el lugar social y cultural que se le da a la danza en Uruguay?

-Creo que desde que estuvo Julio Bocca ha cambiado mucho ese lugar. Lo popularizó, desde el precio de las entradas hasta hacer funciones gratuitas para el Pereira Rossell. Con él vinieron esos cambios fuertes y es lo que se quiere continuar. Lo ideal sería que siga creciendo el público, que sea para todos, porque pienso que si viene un niño, por ejemplo, de un contexto difícil y se inspira, le estamos dando la posibilidad de una fuente de trabajo hermosa y me parece que es fundamental.

Ser inclusivos, algo a lo que se está aspirando mucho

-La inclusión, totalmente. Cada vez se ve a más niños y niñas que van a hacer ballet, eso lo trajo Julio y también María. Que ella sea mediática es positivo porque llega a todos los ambientes, no sólo a la danza y el teatro sino a todos lados. Y es como tiene que ser, es lo más lindo. Pienso mucho en eso: si puedo generar que una niña -que ahora está yendo a la escuela tomándose el 115 como me lo tomaba yo- diga “yo también quiero ser bailarina”, vale la pena.

¿Qué pasa con los recursos económicos que les brindan?

-Yo que estoy en el ámbito independiente de la danza por mi obra, creo que ha sido difícil. Hay fondos concursables del MEC y del INAE que ayudan, son esenciales y super necesarios. Pero también hay veces que cuando haces espectáculos con más gente y después ténes que dividir… es difícil mantenerse. Si querés mantenerte como bailarín profesional ténes que entrar al Sodre y es bastante difícil. Hay otras formas, pero es sacrificado. A mi me gustaría que se abriera una compañía de contemporáneo, que haya otra compañía también (además del Sodre).

¿Pensaste alguna vez en abrir tu propia compañía?

-Me encantaría sí, pero es difícil el tema económico y cómo conseguir ese apoyo. Es necesario porque hay muchos bailarines de contemporáneo e incluso de clásico que quieren bailar otras cosas también. O que sea una compañía que tenga otros lenguajes, no tiene porque ser solo contemporáneo, puede haber clásico, neoclásico, estaría bueno que hubieran otras posibilidades.

«Si puedo generar en una niña -que ahora está yendo a la escuela en el 115 como hacía yo- la idea de ‘yo también quiero ser bailarina’, vale la pena.»

Siendo mujer y en un mundo artístico tan exigente como la danza, ¿cómo se hace para equilibrar la vida profesional con la privada?

-Es bastante difícil porque es una profesión que además es nuestra pasión. Te lleva mucho tiempo, mucha dedicación, muchos cuidados. En mi caso además, viajé mucho y he tenido suerte, por ejemplo, con mis parejas. Pero hay otros momentos en los que no y lo entiendo perfectamente porque cada uno tiene que seguir lo que ama y no podés esperar que la persona esté haciendo todo el tiempo lo que vos queres. Es mi pasión, me identifica mucho. Cuando me preguntaste quién era, lo primero que me sale es decir bailarina, naturalmente, pero también quise decir otras cosas porque no es lo único que soy, aunque se hace difícil separarlo. A veces me pregunto: habré estado bien cuando me perdí bautismos, casamientos o a mis hermanos… pero son elecciones.

Cuando hablamos del camino recorrido, de la experiencia y de todo lo vivido, Rosina siempre encuentra la forma de conectar la danza con el ser. Todo lo adquirido en este proceso es la enseñanza de ser determinada, saber qué es lo que quiere, enfocarse en eso y no tener miedo. Ante todo, para ella es fundamental intentar, probar, equivocarse y sacar lo mejor de todo lo negativo. En pocas palabras: animarse y ser valiente.

Varios son los pendientes que le quedan a nivel profesional y personal, uno es la maternidad, que está en sus planes y sabe que de alguna manera u otra va a suceder. No le preocupa expresar su deseo ante el qué dirán.El otro, la actuación, el cine y escribir guiones. Tiene muy claro cuál es el camino que le espera por delante porque la pandemia le dio la fuerza para preguntarse qué era lo que realmente quería, qué era lo importante en su vida y cómo iba a elegir gastar su tiempo.

La primera bailarina tiene de sutil lo que tiene de determinada. La suavidad de sus pasos se contrasta con la fuerza de su accionar ante lo que le gusta. Una mujer con una visión clara, que principalmente elige usar su claridad para que otros que la siguen puedan hacerlo también.

-¿Cuál sería la conclusión, si tuvieras que darme una, de todo lo que has vivido hasta hoy?

-Me sale la frase que me dijo una amiga: “la vida es de los valientes”. Esa es mi frase, “arriésgate, que el no ya lo tenes”. Ya sé que es lo que dice todo el mundo, pero realmente hay que verlo así y enfocarse en hacer las cosas, no quedarse solo en el sueño o en la idea. Llevar las cosas al papel, al material, aunque sea de a poquito, aunque pienses que al principio estás haciendo cualquier cosa, aunque te de vergüenza, es mucho mejor que no hacer nada. Así que es eso, creer en tu autenticidad, en esa cosa diferente que tenés, que a veces te da vergüenza o te parece una debilidad y en realidad es al revés, es lo que te hace ser vos.

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