Un libro sobre cómo construir un automóvil lo hizo pensar que su vocación era ser ingeniero, pero el encuentro con las matemáticas no fue nada amigable y desistió. Viajó a Inglaterra, donde vivía un tío -exiliado político- que se dedicaba al fotoperiodismo freelance en zonas de guerra. A través de él pudo conocer la importancia del trabajo de medios y periodistas para denunciar las injusticias sociales. No lo dudó más y asumió que lo suyo era la comunicación.

Le gustaba el cine y desde el principio se inclinó por lo visual. Ingresó a la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Trabajo del Uruguay con la idea de que la publicidad le abriría las puertas. Pero no tuvo mucha suerte y, luego de entregar varios currículums, rebotó en más de una agencia. Finalmente, encontró su primer trabajo de periodismo haciendo notas de vestuario en el fútbol de la B para una radio en Canelones.

Del amateurismo de la B, el Bicho Alejandro Amaral saltó al periodismo profesional como cronista. Lo hizo en diferentes diarios hasta que ingresó a Últimas Noticias, donde se especializó en temas parlamentarios. “Luego de un tiempo comencé a ascender, primero fui editor y más adelante, en 2011, pasé a ocupar el puesto de secretario de redacción. Fue una gran experiencia e hice mis primeras armas en la prensa, pero, lamentablemente, en uno de los primeros indicios de la crisis de los medios, el diario cerró en 2012”.

Tiempo después, en 2014, le surgió la oportunidad de trabajar como productor periodístico en Santo y Seña, programa de televisión conducido por Ignacio Álvarez. La transición a un medio como la televisión no fue fácil y Amaral pensó que iba a fracasar: “El periodismo es obtener información, procesarla y comunicarla. Cuando comunicás, algunos saben escribir y otros no, y otros se desenvuelven muy bien frente a las cámaras. Depende de la versatilidad de cada uno. Yo venía de los medios escritos, me decían que lo hacía muy bien y nunca había salido en televisión”.

Como productor del programa buscaba temas para investigar, recababa información, coordinaba entrevistas y atendía a las personas que hacían las denuncias. “También realizaba notas de calle e informes propios. Fue ahí que, en determinado momento, nos vimos en la situación de que yo había grabado todas las notas de un informe y no parecía muy lógico que lo presentara otro”. El periodista cambió de rol y se paró ante las cámaras. “Lo hice una vez y, sin quererlo, le di aire a los otros compañeros para que tuvieran más tiempo para preparar sus informes. Funcionó muy bien”, recordó. En 2015 hizo una suplencia a la periodista Catalina Weiss y, al poco tiempo, pasó definitivamente a ser uno de los co conductores del programa, rol que desempeña hasta hoy.

El periodismo de investigación

El periodismo de investigación lleva tiempo y hay que sostenerlo con recursos económicos, es caro y no pueden hacerlo todos los medios, afirmó Amaral. “Cada tres semanas tengo que presentar un informe, lo que no quiere decir que no podamos llevar a cabo una investigación en paralelo que nos lleve más tiempo. La investigación sobre la organización Beraca y el pastor Márquez [de la iglesia Misión Vida] nos llevó un año y medio; la de Envidrio dos años y la de Inefop tres años”, ilustró.

El punto de partida de una investigación puede presentarse de varias formas: alguien que llama, pasa un dato y deja entrever un posible caso delictivo; una víctima que directamente realiza una denuncia sobre una situación que sufrió; o también puede surgir de un tema que esté en agenda y deje cabos sueltos. En cualquier caso, “buscamos más información, elaboramos una hipótesis y construimos un posible escenario”, contó Amaral. “A medida que avanzamos, la investigación va tomando forma y salen a la luz los elementos de fondo”, completó.

Si la investigación periodística parte de una denuncia, “la persona que más interrogamos” es, precisamente, “a la que nos trae esa denuncia”, explicó Amaral. De ese modo, “son más cautos con el procesamiento de la información que reciben” y se aseguran de que la información sea cierta. Asimismo, se apoyan en documentos, testimonios, consultas a profesionales y cualquier otro elemento que sea necesario.

Consultado sobre si existe alguna característica específica que deba tener un periodista de investigación, Amaral destacó que “un valor fundamental es la tenacidad”, que si bien puede ser una “característica muy personal”, la propia tarea del periodismo investigativo “te va llevando a desarrollarla también”.


El fin justifica los medios

Amaral cree que no vale todo en el periodismo, aunque no haya un pensamiento unánime en el ambiente periodístico al respecto. “Para mí las cámaras ocultas son una herramienta que en algunos casos es válida y en otros no. Si una cámara oculta me permite desenmascarar una trama de corrupción, bienvenida sea. Ahora, no estoy de acuerdo con usar una cámara oculta para averiguar sobre la vida privada de alguien”, consideró.

La censura

Amaral cree que la injerencia en el periodismo puede ser problemática cuando se ejerce sobre los directores de los medios de comunicación: “El problema no es si llaman al periodista. El problema es si llaman al jefe del periodista”. Cuando esto último sucede, las consecuencias dependen del respaldo que le brinden a su colaborador. “La clave está ahí”, afirmó.

“Censura [en Uruguay] seguro que existe, incluso muchas veces no por cuestiones políticas, sino por la presión de empresas anunciantes de los medios. Algún caso conocí. Ha pasado”, afirmó Amaral, quien considera a la censura como un flagelo que acecha, al igual que en otras partes del mundo. No obstante, dijo no conocer casos flagrantes de censura en Uruguay.

Amaral sufrió un intento de censura en 2016, durante una investigación a la organización Beraca, que pertenece a la iglesia Misión Vida. En ese momento, el pastor Jorge Márquez, fundador de la iglesia, “presentó una intimación en la Justicia para que el informe no saliera al aire. Eso es censura previa. En ninguna democracia plena del mundo, como es la nuestra, la censura previa está admitida. No te pueden impedir publicar. En todo caso, uno se hace responsable luego de la publicación. La jueza se lo negó”.

Consultado sobre si alguna vez recibió amenazas ejerciendo su profesión, Amaral respondió que sí le sucedió, pero sin mayores consecuencias. A su entender, no fue nada para asustarse ni para dejar de hacer periodismo, aunque advirtió que otros colegas tuvieron que mudarse de sus casas tras recibir fuertes amenazas a causa de investigaciones vinculadas al narcotráfico.

“Lo que más me impresionó fue cuando viajé a Venezuela a realizar un informe sobre la situación en ese país y los vínculos con algunos políticos y empresarios de acá. Entramos en forma clandestina”, recordó Amaral. El viaje a Venezuela comenzó a planificarse cuando, en 2019, el ex canciller mexicano Jorge Castañeda “trajo a escena los negocios del hijo de Tabaré Vázquez con Venezuela” en una entrevista con un medio extranjero. “Investigamos y encontramos una nueva perspectiva de cómo habían sido esos negocios, pero precisábamos más información y me pidieron que viajara a Venezuela”, contó.

“Me pareció una locura”, señaló Amaral. “El país estaba muy convulsionado y también estaban metiendo presos a los periodistas”, dijo en relación al país caribeño. Pero se fue igual. En Venezuela “estuvimos una semana haciendo notas en la calle y entrevistando a dirigentes opositores, pero vivimos mucha tensión. A nuestro camarógrafo lo interrogaron en el aeropuerto cuando nos veníamos; lo notaron nervioso y lo trancaron”. “No fue nada fácil la experiencia”, concluyó.

La prensa nacional

En cuanto a los medios uruguayos, Amaral considera que el mayor problema que tienen es económico, lo que implica un fuerte impacto en su desarrollo: “La mayor dificultad del periodismo en el Uruguay es la falta de recursos de los medios. A los periodistas les pagan poco, es una profesión mal paga y eso impacta directamente en su calidad”.

Desde su punto de vista, la prensa uruguaya está en crisis desde hace más de 20 años y no ha sabido posicionarse al respecto. La decisión de estar presentes en internet contribuyó, sin quererlo, a profundizar la caída en la venta de los diarios en formato papel. Sin embargo, a su juicio, es auspiciante que se estén planteando nuevos modelos de sostenibilidad financiera como las suscripciones digitales, porque de eso depende mucho la capacidad de independencia de cada medio y la calidad de su trabajo.


Anonimato

Que lo reconocieran por la calle al principio lo ponía algo incómodo, pero luego se acostumbró: “Me gritan por la calle todo el tiempo. ¡Incluso me asocian con programas en los que nunca estuve! Haber perdido el anonimato hace que tenga más cercanía con las personas, pero lo que no me gusta es estar en espacios públicos cargados de gente porque me siento observado y expuesto; y más si estoy con mi familia”.

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