El fenómeno migratorio permite un vínculo a través de las remesas familiares, a la vez que facilita el progreso de la dolarización en Venezuela. Según el documento realizado por el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA) en 2020, Venezuela ocupó el lugar 129 entre los receptores de estos recursos a nivel mundial y el puesto 19 en América Latina y el Caribe. La realidad es que miles de venezolanos radicados en otros países, envían remesas a sus connacionales. Debido a las situaciones que viven hasta hoy, con limitaciones en el acceso a algunos bienes y servicios, las remesas se convirtieron en el oxígeno social, cultural y económico de muchos hogares que los reciben. 

En diálogo con Sala de Redacción, el economista uruguayo Alejandro Cavallo explicó que las remesas son envíos de dinero de un país a otro y que desde el punto de vista económico son una salida de capitales; dijo que también se les llama “exportación de capitalidad” o “fuga de capitales”, porque son dólares o divisas que salen al exterior.

Diáspora positiva

El documento publicado por la Plataforma Regional de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V) el 8 de setiembre, muestra que hay alrededor de 5.700.000 venezolanos refugiados y migrantes. El país caribeño se convirtió en receptor de remesas de muchos países como Estados Unidos, Colombia, Argentina, entre otros, y también de Uruguay, en donde residen 15.300 venezolanos. 

El economista explicó que el costo de vida en Uruguay en comparación con el de otros países es alto, tal vez de los más caros de América Latina. El salario mínimo nacional uruguayo es de 17.930 pesos mientras que en Venezuela un trabajador promedio no supera esa cifra. Una pequeña parte de los sueldos y ganancias de otros proyectos que reciben los migrantes que trabajan en Uruguay va hacia sus países de origen. Los montos son variables y dependen de las solvencias que tengan las personas y lo que puedan permitirse enviarles a sus familiares. Cavallo mencionó que los indicadores, en general, señalan que el sueldo de la mayoría de las familias y trabajadores no alcanza para cubrir todos sus gastos, por lo que, el dinero destinado para las remesas es un porcentaje bajo que “puede estar en el 10% de sus ingresos”.

Cavallo comentó que “cuesta mucho generar esas remesas para quienes trabajan acá, pero a su vez tienen cierto rendimiento en términos de poder de compra en otros países que tienen precios más bajos”. Opinó que si bien estas transacciones influyen e impactan al país por ser dinero que se deja de gastar en Uruguay, afectan positivamente en cuanto al consumo y disponibilidad de dinero de quienes las reciben. Indicó que uno de los países con mayor relevancia en esta relación es Estados Unidos con México. “Aquí se da algo similar”, señaló. 

Él entiende que “los países que las reciben tienen un impacto relativamente mayor que los que las emiten, es decir, las personas que generan sus ingresos o parte de ellos en este caso en Uruguay, envían estas remesas para auxiliar o para complementar el ingreso de sus familias”.

La utilización de este recurso no sería una situación problemática para Uruguay, consideró Cavallo, quien entiende que el efecto negativo del envío de remesas al exterior consiste en que “ese dinero es ingreso que se genera acá” y se consume en otro lado pero “es probable que ese monto no sea significativo como para afectar el consumo interno”.

Las remesas han tenido mayor relevancia económica en Uruguay. Según el último informe del sistema de pagos publicado por el Banco Central del Uruguay (BCU), la cantidad de operaciones realizadas entre 2018 y 2020 a través de empresas que ofrecen este tipo de servicios financieros -entre ellas como Abitab, Redpagos, Varlix, entre otras- demuestra que para el segundo semestre de 2020 Venezuela se ubicó en el undécimo lugar, con 3.053 remesas enviadas cuyo monto equivale a 255.470 millones de dólares. Eso sin tomar en cuenta que el documento de R4V detalla que 1.700.000 venezolanos se encuentran en Colombia y la cifra de remesas enviadas hacia ese país es superior, según el informe del BCU. Sin embargo esta información no incluye las remesas familiares que son enviadas por parte de proyectos migrantes en el campo de remesas.

Incentivo a otras alternativas

De acuerdo con el medio internacional La República, Víctor Salmerón, periodista económico e investigador de la red del Observatorio de Venezuela, comentó que “por muchos años hubo control de cambio y el tipo de cambio del mercado negro era más rentable que el oficial, por lo que mucha gente se acostumbró a esos canales. Además, las transferencias por medios regulares tienen altas comisiones”. 

La regulación y control político de los gobernantes de Venezuela generó desconfianza hacia los emigrantes, que optaron por enviar remesas a través de agencias no formales. Eso sumado a la reconversión monetaria podría generar inconvenientes. Los bancos nacionales tienen que regirse por el cambio oficial, que es perjudicial para los clientes.

Cavallo no conoce el caso de personas que trabajen con otros mecanismos para enviar el dinero a otros países. “Sé que los costos vía transferencia bancarias o entidades que trabajan a nivel internacional son o eran relativamente altos, y bueno quizás eso ha facilitado el hecho de la digitalización y acceso a cuentas”, comentó. Las nuevas tecnologías permitieron que las transacciones se hicieran a través de un intermediario. Sale más barata a través de una transferencia electrónica que dirigiéndose a una casa de cambio con el efectivo.

Consideró que una ventaja es que “más allá de los costos de transacción, se puede hacer ese envío y la persona que lo está generando en Uruguay de cierta forma está ayudando a sus familias”, dijo. Sin embargo, sostuvo que el envío de remesas “está indicando un problema”, puesto que “hay una necesidad del lado que los recibe”, y los bancos facilitan estos envíos a través de un costo transaccional y tipos de cambios.

La Universidad Católica Andrés Bello presentó en junio el Informe de Coyuntura, sobre la evolución y la situación actual de la economía venezolana. “Las remesas de estos emigrantes se han convertido en un factor clave para sostener el nivel de la actividad económica interna, aunque su magnitud dista mucho de ser suficiente para compensar el deterioro de las fuentes tradicionales de ingresos”, indica. Añade que durante 2019 Venezuela, a través de las remesas enviadas desde todas partes del mundo, recibió 3.700 millones de dólares pero en 2020, debido a la pandemia, ese monto se redujo a 1.900 millones de dólares. Para este año se espera un incremento debido a la recuperación económica mundial, pero los investigadores señalan que es posible que no supere la cifra de 2019. 

Las remesas en países con crisis económica favorecen primeramente a sus ciudadanos antes que la reactivación de su economía porque “el lado que los recibe es más que nada para cubrir necesidades de corto plazo, necesidades apremiantes o situaciones de alimentación y subsistencia, pero no para cambiar la situación o mejorar un desarrollo”, explicó el economista, que reafirmó que “es un complemento o una forma de contribuir pero no es inversión externa que pueda cambiar de forma importante las condiciones económicas”.

“El número de dependientes económicos del emigrante venezolano en los países en que habita, incrementa gradualmente con su edad y con los años de residir en el exterior”, justifica el documento publicado por CEMLA con respecto al caso de Venezuela, en el sentido de que una mejor situación laboral le permitirá al emigrante mejorar la calidad de vida de su familia, que depende de las remesas que le envía para poder llegar al mes.

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