“A la gente le llama mucho más la atención el rostro que cualquier otra cosa”, afirma el salteño José Gallino, quien es grafitero desde 2013, pero a partir de hace un par de años decidió plasmar personajes cotidianos de la cultura popular en la vía pública. Por eso, Gallino realiza retratos hiperrealistas, que permanecerán muchos años en los muros, que ya son un sello no solo de Montevideo, sino también de otras partes de Uruguay. Entrevistado por Sala de Redacción, el artista habló de sus orígenes, de la forma en que encara su trabajo y también de las obras que está craneando.
-¿Qué te gustaba hacer antes de los retratos y por qué cambiaste?
-Fui investigando lo que más me gustaba hacer, antes pintaba más animales, en el graffiti hay varios estilos como las letras, los extensibles, los caracteres y los personajes; todo eso en conjunto forma al mundo del graffiti. Nunca me metí mucho en las letras, sino más que nada en el personaje. De chico siempre me gustó pintar rostros, pero nunca terminé un cuadro, ahora lo que me pasa con el graffiti es que le doy un fin a la obra.
-¿Quiénes son tus referentes?
-Tengo varios. En hiperrealismo, por ejemplo, está Jorit, un italiano que sigo mucho, pero no es la misma técnica que yo uso. También está Belin, un español que usa los juegos de luces y no utliza pinceles, es 100% aerosol.
-¿Vos no usás pincel?
-Más que nada en las bases, acá el aerosol es muy costoso, entonces las bases de una cara las hago en color piel, pero en pintura líquida que no es de mural, y arriba empiezo a trabajar en los relieves con el aerosol. Hay gente que da bases con aerosol ya desde lleno, porque son más fáciles de conseguir. Las porosidades las hago también con aerosol, mezclo latas para tener más gama de colores.
-Además de la técnica, te gusta interiorizarte en la vida de las personas.
-De matemática no sé nada, pero desde chico siempre me gustó la historia, trato de enfocarme en la historia del personaje, le dedico a la persona y su pasado.
-¿Sabés cuántos murales pintaste?
-Perdí la cuenta, tengo muchísimos murales hechos y siempre estoy haciendo.
-¿Cuál es la experiencia de pintar personajes no tan visibles, como los pescadores de Punta del Diablo?
-Viví dos años en Punta del Diablo, fui invitado por la gente de la comisión fomento y los vecinos para pintar un viejo restaurante. En verdad, como los materiales salían por mi cuenta, dije que me encantaría hacer un homenaje a la gente del pueblo, a los pioneros que llegaron primero. Antes hice una investigación, se hicieron varias reuniones y se eligió a cuatro, me junté con ellos para charlar y saber la historia de su llegada; también una productora me vio pintando, se sumó y salió un documental.
-¿Cómo evalúas el desarrollo del arte uruguayo?
-No viajé mucho para otros países, pero me parece que en Uruguay hay muy buen nivel, no solo en graffiti sino también en esculturas, el uruguayo es bastante creativo para lo artístico. Hay gente que hace 20 o 40 años está pintando, mucha gurisada y nuevos artistas talentosos que se pueden mostrar en las redes.
–¿Cómo fue la experiencia de que te pidieran pintar a José Mujica en Francia?
-Lo tomo como un trabajo, fue lo que me abrió las puertas a poder viajar, nunca había cruzado el [Océano] Atlántico. Allá [a Mujica] lo tienen como un personaje por su estilo de vida.
-Si bien no pintás sobre política, ¿de qué forma lo ven a Mujica en Francia para que hayas accedido a hacer el trabajo?
-Lo ven como una persona humana más que como político, por ejemplo, me nombraron su discurso de la Organización de las Naciones Unidas [de 2013] como algo que les quedó.
-¿Cómo viviste ese tiempo en Europa en medio de la pandemia?
-Éramos casi los únicos que entramos al aeropuerto. Pintando tuvimos problema con la policía por los permisos; cuando pinté a [Pablo] Picasso estábamos con Manu Chao, que había caído con un par de uruguayos y me sacaron el pasaporte hasta que se pudo arreglar todo.
-¿Qué sentiste al conocer a algunos personajes que retratás, como Lucas Torreira y Manu Chao?
-Uno siempre los ve de otra manera, pero cuando estás con ellos es distinto. Luego de que pinté a Torreira fui para la casa con la familia y era como si estuviera con los gurises del barrio, y con Manu Chao lo mismo, llegó en bici y me saludó como si me conociera de toda la vida.
Sacando el arte para afuera
-¿Pudiste aprovechar el aislamiento para desarrollar ideas?
-A todo le saco provecho, tuve un estilo de vida bastante complicado cuando fui gurí, no la pasé bien y tampoco la pasé mal, pero me crié en un barrio carenciado. La pandemia no me afectó mucho porque le busqué la vuelta, seguí haciendo arte de otra manera, me puse a vender cuadros y colgué una lona que pinté en mi casa. Obviamente, respetando y estando al tanto de todo, pero aproveché el tiempo para pensar y crear ideas.
-¿Cuál es tu trabajo que más te gusta?
-Es complicado, pero hay varios. El de Omar Gutiérrez; el de Coyita, que es un personaje de Mercedes, en Soriano; los de Punta del Diablo, más que nada por el disfrute del verano y la experiencia de conocer a los personajes; en calidad también me gusta el de Carlos Páez Vilaró.
-¿Actualmente estás en el proceso de pintar algo?
-Vengo cerrando el año, en verdad nunca puedo parar, pero en enero voy a intentar hacer un stop medio obligado.
–¿Ya tenés pensado qué hacer después?
-En el Cerro pinté a Natalio Oreiro, también se viene [el retrato de] Cristina Morán en estos días, también el del Enano de La Vela Puerca [Sebastián Teysera]; estuve hablando con él para pintarlo y está super contento. Voy a intentar hacer todo eso antes de fin de año. También hay unas pintadas en un par de escuelas de Colonia y Artigas.