Y nada, nada de nada, se habla del Muro de Marruecos, que desde hace 20 años perpetúa la ocupación marroquí del Sáhara occidental. Este muro, minado de punta a punta y de punta a punta vigilado por miles de soldados, mide 60 veces más que el Muro de Berlín. ¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos? ¿Será por los muros de la incomunicación, que los grandes medios de comunicación construyen cada día?” eso se preguntaba Eduardo Galeano en “Muros”, publicado en el diario mexicano La Jornada en abril de 2006.

Fragmentos de esta obra de Galeano formaron parte de la muestra fotográfica La República Saharaui. Estampas de un pueblo en lucha que a comienzos de mayo pasó por la Facultad de Información y Comunicación (FIC).

El Sahara Occidental se ubica sobre la costa atlántica de África; limita al norte con Marruecos y al sur y al este con Mauritania. Es uno de los territorios no autónomos (dependientes) que la Organización de las Naciones Unidas reclama descolonizar desde hace más de 70 años (ver recuadro), así como lo hace el pueblo saharaui.

Desierto del desierto

Los asistentes a la muestra, que rondaban entre los 50 y 70 años -aunque también había algunos pocos estudiantes de la FIC-, observaron con detalle las fotografías durante varios minutos, acotando entre sí opiniones por lo bajo.  Algunas imágenes, como la de los campamentos donde viven, las actividades sociales que desarrollan y la ubicación exacta de la República Saharaui, estaban acompañadas de textos informativos.

La muestra incluyó, también, videos explicativos y una conferencia del presidente de la Asociación Uruguaya de Amistad con la República Saharaui, Emiliano Gómez, y del embajador de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Cheibani Abbas.

Uno de los documentales proyectó información sobre los campamentos de refugiados saharauis en el desierto de Argelia (a donde fueron tras la invasión) y las condiciones en las que se desarrollan sus vidas de la mano de una periodista española que vivió con ellos un par de días. Crudos relatos se hicieron presentes desde el primer minuto de video: minas colocadas alrededor de un alambrado (la “frontera”) a un radio de 50 a 60 kilómetros para que nadie se acerque; tanques cisterna que viajan miles de kilómetros para llevarles agua potable y relatos de médicos saharauis que operan en lo que sería el único “hospital”, si es que puede llamársele así, puesto que no tiene instrumentos ni insumos para hacer ningún tipo de intervención, ni ambulancia que pueda trasladar a alguien que necesite ser operado de urgencia en el pueblo más cercano. “Los campamentos de refugiados, al sur de Argelia, están en el más desierto de los desiertos. Es una vastísima nada, rodeada de nada, donde sólo crecen las piedras. Y sin embargo, en esas arideces, y en las zonas liberadas, que no son mucho mejores, los saharauis han sido capaces de crear la sociedad más abierta, y la menos machista, de todo el mundo musulmán”, relató el documental, que generó conmoción en los espectadores.

Tras la proyección de ambos videos, Gómez y Abbas manifestaron sus preocupaciones sobre lo que se acarrea desde hace varios años y se habilitó un intercambio con el público. Varias manos se alzaron y mostraron el interés del público, que planteó dudas de carácter social, político y, sobre todo, económico.

Al finalizar la muestra, Gómez, explicó que cualquier interesado puede formar parte de la Asociación Uruguaya de Amistad con la República Árabe Saharaui y unirse al grupo de Facebook- que al momento cuenta con 2.525 miembros- para acceder a mayor información. También se brindaron pegatinas con el lema “Sahara libre” acompañados de la bandera de la nación y folletos informativos.

Preguntas desde el sur

Los representantes del pueblo saharaui buscan que la comunidad internacional reconozca los crímenes de guerra cometidos por Marruecos a lo largo de estas cuatro décadas y la soberanía sobre todo el territorio. Reclaman, además, resolver el conflicto a través de un referéndum de autodeterminación. Sin embargo, la RASD tiene un reconocimiento limitado: sólo 80 estados, la mayoría africanos y latinoamericanos -ninguno europeo-, reconocen la existencia de la República Saharaui, que no es miembro de las Naciones Unidas, aunque sí pertenece a la Unión Africana, de la que es miembro fundador. Uruguay mantiene relaciones diplomáticas con este Estado desde 2005, y desde 2011 es uno de los pocos países donde la RASD cuenta con una embajada.

Emiliano Gómez, presidente de la Asociación Uruguaya de Amistad con la República Saharaui, y Cheibani Abbas, embajador de la RASD en Uruguay. Foto: Christian Macías.

Sala de Redacción participó de la ronda de preguntas con la intención de conocer la opinión del embajador, Cheinabi Abbas, acerca de los casi 15 años de relaciones diplomáticas entre Uruguay y la República Saharaui y el contexto regional. Abbas valoró el rol de Uruguay como Estado que respeta el derecho internacional y los derechos humanos, y que “ha estado de puertas abiertas”. Uruguay fue miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2016 y 2017, sin embargo, Abbas afirma que “las discusiones sobre el tema del Sahara no han podido avanzar” en ese órgano “debido a (la postura de) los países miembros permanentes”, entre los que mencionó a Francia, por ser aliado de Marruecos y tener poder de veto. El Consejo de Derechos Humanos de Ginebra es otro organismo internacional en el que Uruguay ha colaborado con la RASD en sus reivindicaciones.

Si bien prácticamente no existe comercio entre Uruguay y la RASD, Abbas destacó otras aristas de las relaciones bilaterales, como los acuerdos de colaboración firmados con la Universidad de la República y la UTU, y el intercambio cultural, como la presentación de una compilación de poesías saharianas, realizada en Cancillería en 2014. Por haber sido colonia española, gran parte de los saharauis dominan el español.

En los países donde no existe el reconocimiento ni relaciones con la RASD, representantes de organizaciones y delegaciones diplomáticas saharauis se encargan de dar a conocer la situación del Sahara Occidental e intentan iniciar contactos con los gobiernos que deriven en un eventual acercamiento, explicó Abbas. Este es el caso de Argentina y Brasil, donde cuentan con contactos y apoyo de partidos políticos. Abbas reconoció también la labor de “grupos de acción solidaria” en los países europeos, como España, Italia e incluso Francia, que realizan programas como el de “Vacaciones de Paz por los Niños Saharauis” y envían grupos de formación a los campamentos: “La gente se siente un poco culpable de la tragedia que ha vivido el pueblo saharaui durante todos estos años”, afirmó el embajador. En el área de salud también existen acuerdos alcanzados con los países nórdicos -de infraestructura- y con Cuba -que envía médicos-.

Agustina González y Christian Macías

Más de 40 años despojados de sus tierras
El pueblo saharaui reclama desde hace varias décadas el fin de la colonización. El territorio, conocido como Sahara Occidental, fue colonia española durante un siglo hasta 1976, cuando se declaró el Acuerdo Tripartito de Madrid, a partir del cual España se retiró del territorio y se habilitó que fuera ocupado por Marruecos y Mauritania. Dicho tratado, que no fue reconocido por el derecho internacional, se hizo a espaldas del pueblo saharaui.

De inmediato a la ocupación, el Frente Polisario -movimiento armado saharaui que se había formado en 1973- proclamó la creación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en el territorio e inició un conflicto armado que concluyó con un alto al fuego con Marruecos en 1991 -Mauritania ya había sido derrotada por el Frente Polisario-. Para ese entonces, los saharauis habían abandonado sus ciudades.

Argelia les permitió refugiarse en el oeste de su territorio, con lo que la población civil saharaui quedó resguardada de los ataques de Marruecos, algunos de los cuales habían sido perpetrados con armas químicas, lo que es denunciado hoy en día como crímenes de lesa humanidad. A su vez, para evitar nuevas incursiones del Frente Polisario, Marruecos construyó en el medio del desierto un extenso muro, custodiado y provisto de minas antipersona. Desde entonces, la RASD administra en los hechos el territorio que quedó por fuera del muro -apenas un tercio del Sahara Occidental- y tiene su capital provisoria en el campamento de Tifariti, aunque la mayoría de la población continúa refugiada en Argelia. Esto limita fuertemente el desarrollo económico de la RASD ya que no dispone de los yacimientos de fósforo blanco -una de las reservas más importantes del mundo- que están en manos de Marruecos.

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