“Sabemos que hay que trabajar muchos años para tener un resultado”, responde Alicia Lusiardo, coordinadora del Equipo de Trabajo de Antropología Forense, en diálogo con Sala de Redacción, al ser consultada sobre las expectativas y frustraciones de la tarea de buscar restos de detenidos desaparecidos de la última dictadura uruguaya. Lusiardo colabora con las investigaciones desde 2005, cuando el equipo de trabajo se llamaba Grupo de Investigación en Antropología Forense (GIAF), y pasó a cumplir funciones como coordinadora a partir de 2017, cuando el equipo dejó de depender directamente de la Universidad de la República (Udelar).
Las investigaciones continúan su curso. En este momento se trabaja en dos predios en simultáneo, con tres máquinas retroexcavadoras. Dos están en el Batallón 14, y la otra en el Servicio de Material y Armamento. En el primer sitio las tareas se retomaron hace unos cuantos años. En agosto de 2019, producto de una revisión metodológica de la información, se encontraron los restos de Eduardo Bleier en el Batallón 13.
Luego de este importante hallazgo, se decidió aplicar esa metodología en más predios. Por eso se está trabajando nuevamente allí, “en una zona que también tuvo señalamientos en su momento, se excavó de manera no sistemática y quedaron varios lugares sin excavar”, detalla Lusiardo. “Entendemos que la acumulación de información señala un punto que, si bien no es preciso en el paisaje, es un área importante y por eso hay que abordarlo”, indica. En cuanto al Servicio de Material y Armamento, la investigadora cuenta que se está trabajando allí en base a resultados que arrojó un georradar proveniente de Argentina. Adelanta, además, que a partir de la revisión metodológica que desarrollan desde hace varios años, se volverá a abordar la Chacra de Pando. “Estamos trabajando sin interrupciones”, enfatiza.
En este sentido, Lusiardo explica que el equipo de investigadores está “transitando dos propuestas”. Una tiene que ver con la continuidad de la revisión metodológica de la información que se acumuló desde 2005 hasta la fecha, que fue lo que “nos hizo hacer esa segunda mirada sobre el ex Batallón 13 y encontrar los restos de Bleier”, comenta. El segundo planteo tiene que ver con la adquisición de nuevas tecnologías que “nos permitan, en las búsquedas en estos terrenos tan grandes, avanzar hacia nuevos resultados”, explica.
La magíster en antropología narra dificultades que se han presentado a lo largo de los años, y remarca una central: la falta de información precisa. “No te vamos a negar que es frustrante, porque son muchos años y los miembros de muchas familias van falleciendo, están ya muy cansados, muy viejitos”, lamenta. El grupo de investigadores es consciente de la inquietud social o de la poca simpatía que puede haber hacia los resultados obtenidos. “Quizás la lectura a veces sea: ‘¿tantos años para encontrar un cuerpo?’; bueno, sí, son muchos años; pero ese cuerpo apareció, y esa familia seguro tiene otra opinión”, reflexiona la especialista.
Tayler valoró que no se han logrado hallazgos en los últimos años, “por lo que ya sabemos: quienes tienen la información están en Domingo Arena, o están sueltos y han resuelto no decirla”. No obstante, hizo énfasis en que los trabajos continúan a buen ritmo: “no estamos donde estábamos hace dos años, hay nuevos elementos, nuevos indicios y nuevas hipótesis de búsqueda”.
En 2019, a partir de la aprobación de la Ley 19.822, la INDDHH asumió la búsqueda de las personas detenidas desaparecidas, que hasta el momento estaba a cargo del Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia de la Presidencia de la República. Los integrantes del Equipo de Trabajo de Antropología Forense son contratados por la INDDHH.
Las investigaciones continúan. El paso del tiempo no sería, a priori, un obstáculo para la preservación de los restos que no han sido hallados. “Por lo que nos ha pasado en el contexto uruguayo, los huesos están siempre protegidos por la cal, que lo que hace es que el material genético se preserve”, advierte.
Sin embargo, el tiempo sí pasa para las familias. Quienes iniciaron los reclamos por la aparición de sus familiares poco a poco quedan sin tiempo para continuar la lucha, y quienes poseen información relevante han decidido llevarla consigo hasta la tumba. La última reflexión de Lusiardo es quizás la más ilustrativa: “estamos en una carrera contra el tiempo, pero no podemos apurarnos porque no tenemos cómo”.
Hallazgos
El 29 de noviembre de 2005 es la fecha en que la búsqueda de los detenidos desaparecidos dio su primer resultado: el GIAF comunicaba a Presidencia de la República hallazgos de restos óseos humanos en la Chacra de Pando. Unos meses después, se sabría que la identidad de esos restos pertenecía a Ubagesner Chaves Sosa, obrero metalúrgico y miembro del Partido Comunista desaparecido entre mayo y junio de 1976.
Pocos días después, el 13 de diciembre, fue hallado el escribano Fernando Miranda, padre del ex presidente del Frente Amplio Javier Miranda, en el Batallón de Infantería N°13. Sus restos fueron encontrados por el GIAF junto a sus prendas de ropa, un cordel de nylon alrededor del cuello y las manos juntas, “sugiriendo que estaban atadas”, según el informe final que presentó el GIAF a Presidencia de la República a fines de 2006.
Los hallazgos de Chaves Sosa y Miranda se dieron meses después de que el entonces presidente Tabaré Vázquez anunciara, el día de su asunción, el envío de un grupo de investigadores de la Udelar a los establecimientos militares. “Queremos saber qué pasó con estos ciudadanos, si están o no enterrados allí”, expresó. Los anuncios de Vázquez sucedieron a lo actuado por la Comisión para la Paz durante el gobierno de Jorge Batlle. La búsqueda siguió, aunque los hallazgos se fueron dilatando cada vez más en el tiempo.
El maestro Julio Castro, también periodista y militante del Frente Amplio, fue hallado el 21 de octubre de 2011 en el Batallón 14. Luego de la identificación de sus restos, un informe judicial solicitado por su familia reveló que había sido ejecutado y severamente torturado antes a su muerte. En un informe presentado a Presidencia en 2005, las Fuerzas Armadas sostenían que los restos de Castro habían sido “inhumados en el Batallón N°14, exhumados, cremados y esparcidas sus cenizas en la zona”.
El 16 de marzo del año 2012 el Equipo de Antropología Forense volvió a hallar restos óseos en el Batallón N°14, a pocos metros de la ubicación donde estaba enterrado Julio Castro. Se trataba de un esqueleto enterrado a menos de un metro de profundidad, cubierto con cal. Casi un mes después, se confirmó que los restos pertenecían a Ricardo Blanco Valiente, militante del Partido Comunista Revolucionario. “La posible fractura perimortem en costilla, el probable impacto de proyectil en fémur izquierdo y la fractura de fémur derecho serían prueba de que fue sometido a apremios físicos durante su detención”, señalaba el informe elaborado por el Equipo de Antropología Forense y la Junta Médica a cargo del caso.
El 27 de agosto de 2019 el Equipo de Antropología Forense comunicó el último hallazgo hasta el momento: restos óseos encontrados en el Batallón 13, en una zona que ya había sido analizada por el grupo de trabajo. Poco más de un mes después, los resultados de los análisis arrojaron que la identidad de los restos era de Eduardo Bleier, odontólogo y miembro del Comité Central y Secretario Departamental del Partido Comunista. Sus manos estaban atadas y había sido enterrado casi desnudo. La muerte de Bleier fue “violenta, por acción de terceros en el contexto de privación de libertad y torturas”, expresó el informe forense.
Desde entonces, los trabajos continúan. Por primera vez desde la apertura democrática, todos los partidos políticos con representación parlamentaria manifestaron su compromiso a continuar con las investigaciones. A su vez, la Asociación de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, con la adhesión masiva de la ciudadanía, continúa liderando la búsqueda de la verdad, que ya lleva casi 40 años.
Aún quedan 192 desaparecidos por encontrar.