¿Se ha dicho que el PIT-CNT y los sindicatos son el brazo derecho del gobierno?

-Yo creo que a veces nos han tildado de ser el brazo derecho del gobierno y también nos han tildado de ser el palo en la rueda del gobierno, es según como se mire. Creo que el PIT-CNT y los trabajadores organizados tenemos nuestra independencia de clase y tenemos cabeza propia para opinar. En toda independencia de clase nosotros hemos podido marcar el avance que han tenido estos procesos y hay que reconocerlo. También tenemos la independencia de clase para marcar los errores. Nosotros salimos a la calle a rechazar un tratado de libre comercio planteado por este gobierno y los hicimos retroceder; hemos salido a la calle cada vez que hay consejo de salarios a romper con las pautas salariales que propone el Ministerio de Economía [y Finanzas] que creemos que no están de acuerdo con la economía. Salimos a la calle, por ejemplo, cuando se firmó un decreto de esencialidad a la educación y le dimos contra el piso. Más, 8.000 trabajadores de la construcción fuimos hasta Nuevo Berlín a un Consejo de Ministros, y no fuimos a saludar al presidente, fuimos a decirle: “papá eso no se toca, no nos toque a nosotros la licencia y el salario vacacional”. Con toda independencia, hemos marcado el avance de clase. Si no marcamos el avance de las ocho horas para el trabajador rural, después de 90 años, no reconocemos nada, o si no reconocemos el avance de las trabajadoras domésticas que fueron regularizadas, que por primera vez tienen derecho de negociar en un Consejo de Salario y tienen la posibilidad del aguinaldo y la licencia. Es insuficiente, pero es un avance. Cómo no vamos a reconocer, por ejemplo, la Ley de Responsabilidad Penal Empresarial (con la que) bajaron un 40% los siniestros laborales en todo el país. ¿Cómo no vamos a reconocer esos avances? Más allá de que reconocemos esos avances, como independencia de clase, queremos profundizar. Creemos que hay cosas que debemos mejorar y en ese marco estamos discutiendo todos los trabajadores para ver cómo avanzamos.

-¿Fue más escuchada la central sindical con un gobierno de izquierda?

-Yo no sé si fuimos más escuchados o menos escuchados, son escenarios diferentes. Cada gobierno define la política económica para llevar adelante. Hay políticas que a nosotros nos han jodido. Por ejemplo, en la década de los años `90 no habían Consejos de Salarios y no podíamos negociar salarios porque no teníamos la posibilidad de discutirlo; si uno lo compara con la situación actual, en la que los salarios se discuten en los Consejos de Salarios, hay una diferencia que se siente. Los trabajadores rurales no tenían derecho a las ocho horas y hoy lo tienen. Ahora, yo creo que la diferencia siempre está con los avances del gobierno de turno, pero fundamentalmente con la pelea que damos los trabajadores, que hemos avanzado gracias a la ley de huelga sindical, que nos ha permitido estar más en la calle y más organizados; hemos tenido más representación y más musculatura. Los gobiernos pueden definir cualquier decreto a favor de los trabajadores pero si no hay una organización que garantice que eso se cumpla, simplemente es un decreto. Siempre los que garantizan esto son los trabajadores organizados.

-¿Está vigente la ideología comunista?

-Creo que es vigente. Independientemente que puede ser muy discutida desde diferentes puntos de vista, está claro que el capitalismo no ha dado esas respuestas a la situación mundial, es más, la agravó: la tercera parte de la población mundial sufre de hambre a causa del sistema capitalista; hay 7.000 niños por día que mueren por falta de agua potable. En los últimos años los avances de la tecnología han sido gigantes, pero han sido para seguir creciendo la riqueza de pocos. Quiere decir que la tecnología no está a favor ni al servicio de la sociedad, sino siempre a favor del capitalismo. El costo de vida de un trabajador para un inversor hoy es mucho menor que años atrás. El sistema capitalista no sabe ni va a saber nunca, justamente, de la igualdad del ser humano.

-¿A qué se debe el fracaso de la Unión Soviética?

Independientemente de esto es una discusión mucho más profunda. ¿Fracasó la ideología, fracasó el sistema o fracasaron las personas? Es una discusión que todavía se está por saldar. Estamos convencidos, y mi opinión es muy modesta, de que los procesos son la alternativa y creo que el socialismo es una alternativa válida en la medida en que tengamos las herramientas para llevarlo adelante. Para eso se tienen que dar las condiciones para marcar los errores que tuvimos antes y a partir de esa autocrítica generar condiciones para avanzar. La alternativa al capitalismo es el socialismo, no hay otra. Es cierto, hubo experiencias que fracasaron, pero me gustaría profundizar más en las razones por las cuales se dieron esos fracasos y a partir de eso ver cuál es la realidad.

-¿Cómo se identifica ideológicamente?

-Yo soy un trabajador, un trabajador de la construcción y estoy orgulloso de serlo. Soy hijo de un trabajador metalúrgico, hijo de una trabajadora doméstica y para mí es una gran alegría pertenecer a la clase trabajadora. Personalmente en lo político milito y soy afiliado al Partido Comunista del Uruguay, pero mi actividad sindical es con independencia de clase en lo partidario. Todos los trabajadores tendríamos que empezar a pensar, discutir y profundizar en política. Eso de que el trabajador no se meta en política condiciona que las decisiones sean tomadas por unos pocos. Cuando eso pasa, pasa lo de siempre: que los trabajadores somos perjudicados por las leyes. Todos los trabajadores tenemos derecho a discutir y opinar en política, y ojalá se apropien de la discusión política, ya que es necesario para generar una sociedad mejor, independientemente si es comunista, socialista, blanco, colorado, de lo que sea. Lo importante es que el trabajador discuta de política.

-¿El SUNCA se ve discutiendo mejor con un presidente como Óscar Andrade que con Daniel Martínez?

-La instancia de negociación la define el músculo que vos tenés. El gobierno que esté no es lo central. Lo central es el músculo que tengas para empujar. La ley de ocho horas del trabajador rural se votó en el Parlamento. Fue un golazo, una alegría. Ahora, si vos no tenés una organización sindical en el campo que asegure que eso se cumpla, simplemente es un papel firmado, no sirve para nada. Lo más importante es el nivel organizativo que tenés en cada gremio para poder avanzar. Claro que a veces uno se siente más identificado con un compañero que con otro. Capaz porque hablás el mismo lenguaje. Vos me hablas de Óscar Andrade, que yo lo conozco de toda la vida porque, además, somos canarios. Sé dónde nació, en una villa, he compartido militancia con él hasta ahora; conozco su vida y sus situaciones, su forma de pensar, su forma de ser, que es lo más importante. Ahora está claro que ni Óscar Andrade ni nadie puede resolver por sí sólo los avances.

-¿Cómo es su relación con el presidente del PIT- CNT Fernando Pereira?

-Es un compañero, lo conozco del Secretariado del PIT- CNT hace un par de años, podemos tener matices o diferencias de conceptos y está bien que se discuta en la interna, porque la discrepancia interna es buena, está bien que haya diferentes corrientes de opinión. Existe la discusión sindical, yo siempre la he dado en el organismo que hay que darla. Siempre respeto las decisiones que se toman y avanzo en ese camino. Las discusiones siempre las doy con las herramientas de los trabajadores. Los medios de comunicación no son las herramientas de los trabajadores: yo en los grandes medios de comunicación no voy a discutir diferencias con un compañero, siempre lo voy a dar en el organismo que corresponde.

-Luis Lacalle Pou aseguró que de ser presidente armaría una mesa tripartita entre el PIT- CNT, la cámara empresarial y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. ¿Confía en la madurez política de él para que esto se concrete?

-Yo no lo identifico sólo con la persona, lo identifico más con los procesos que han hecho los distintos partidos. Hoy surge un nuevo hombre con un paracaídas y dice: “Yo soy el nuevo hombre”, pero cae en una estructura política que gobernó al Uruguay. No hay que quedarse con la cara, hay que mirar toda la estructura. A mí me gustaría saber cuál es la opinión que tienen Lacalle Pou, Sartori, Larrañaga, o el que sea, como Partido Nacional y no como candidato, si realmente sus planteos son los que se hacían en la década de los ´90 o los que están haciendo algunos personajes con los que tenemos una gran diferencia. Yo me siento a discutir con cualquiera, no tengo problema, el tema es que no podemos tener doble discurso. El doble discurso se da, y no sea cosa que agarre a algún distraído que se cree el discurso del nuevo hombre con nuevas ideas. ¿El Partido Nacional cambió su cabeza en cuanto a su ideología? Esto es lo que me gustaría saber.

-¿Hubo despilfarro en este último gobierno?

-Hubo problemas con algunas decisiones que a mi entender fueron erróneas. Pero depende a lo que te refieras con despilfarro. Por ejemplo: atender las políticas sociales, que se mejoren las condiciones de los trabajadores, que se hayan construido más de 300 escuelas de tiempo completo, o que la mayoría de funcionarios que entraron al Estado sean para el área de la salud o la educación no considero que eso sea despilfarro. Si yo veo que se han construido policlínicas y hospitales nuevos como en Colonia, o el de Pando, que fue reformado, yo no veo que sea un despilfarro. Si vos me decís que despilfarro fueron decisiones erradas en la economía, podemos compartir. Yo no comparto que la zona franca esté exonerada de impuestos: eso es despilfarro. Para mí, por ejemplo, despilfarro es que los sectores de la economía que concentraron más capital con la soja y la forestación estén exonerados de impuestos. Despilfarro es que un patrón de estancia pague de impuesto patronal menos que un boliche de la esquina, eso sí es despilfarro y pienso que eso debe ser revisado.

-¿Ve viable que el próximo gobierno sea austero, independiente del partido que gane?

-Depende de lo que entiendas por austeridad. A veces significa apretar el cinto de los que están más jodidos. Yo quisiera entrar en esa discusión. ¿Qué es lo que estamos diciendo? ¿De sacar algún impuesto que está demás? Podemos llegar a estar de acuerdo. Esos que hablan de austeridad están hablando directamente de un ajuste de cuentas con los trabajadores. Con el eslogan de que no hay trabajo apuestan a la flexibilización para que los inversores se enamoren del Uruguay, porque van a venir sólo si les sirve económicamente. Pero por más que le pagues 10.000 pesos a un trabajador no vas a conseguir más inversores.

-¿Usted sintoniza con las ideas de fortalecer el empleo que propone el intendente Enrique Antía?

-Sí, el tema del empleo es una discusión de todos los trabajadores. Hay que ver de qué tipo de empleo estamos hablando y en qué condiciones. Estamos hablando de que debe ser empleo genuino y calificado, para eso tenés que hacer una transformación en la matriz productiva. Para tener puestos más calificados hay que invertir en innovación, en tecnología en capacitación, para que vengan nuevos hombres y mujeres que generen mano de obra calificada. Entonces vos podés competir en el mundo con productos calificados con mayor valor agregado que permita sostener ese tipo de empleo. La flexibilidad laboral es como hacerlo a la paraguaya, como decía hoy, el 80% de los trabajadores están trabajando en negro. En Paraguay no existe el salario mínimo, no hay condiciones de trabajo, ni siquiera existe una regulación en cuanto a la salud laboral. Ese tipo de empleo no es el que queremos para el Uruguay. Capaz es el que propone Antía, la derecha. Nosotros estamos muy preocupados por el problema laboral y muy modestamente desde el SUNCA creemos que uno de los generadores de puestos de trabajo debe ser la vivienda. De los 50.000 puestos de trabajo que se perdieron en estos últimos años, a pesar de que se hayan creado 30.000, 22.000 pertenecen a la construcción, que es uno de los motores esenciales para generar laburo. Dinamizar la construcción es vital. Se debería invertir más en vivienda. Prefiero una carretera rota. Acceder una vivienda para el trabajador es muy difícil, por eso el Estado debería invertir más y abrir la discusión de dónde se construye. Echan al pobre del centro de la ciudad para la periferia, así la vivienda aumenta de precio. Antes, en Pocitos estaban los pobres, era un barrio obrero. Ahora no se puede comprar un pan. Por eso es necesario recuperar las ciudades para los pobres. Hay mucha vivienda abandonada en el centro de las capitales. Para recuperar esas viviendas hay que tocar los intereses privados y el Estado debería recuperarlas para la sociedad. A esto se suma lo ideológico y lo cultural. Es una batalla cultural.

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