En el oeste de la capital y con 113 hectáreas, el Parque Punta Yeguas es el más grande de todo Montevideo, además de ser el hogar de más de 115 especies diferentes de aves. Su geografía resulta muy variada y quien visite el parque se encontrará con dos playas sobre la costa del Río de la Plata, una cañada, rocas, montes nativos y eucaliptos.

El 25 de mayo de 2006 el parque fue adquirido por la Intendencia de Montevideo (IM) en una licitación pública. Este martes, cuando se cumplieron 15 años de ese hito, vecinos de Santa Catalina, cooperativas, técnicos y actuales y anteriores autoridades de la IM se reunieon en un encuentro virtual a través de Zoom, al que asistieron más de 70 personas. La conducción del evento estuvo a cargo de Rubén Bouza, coordinador del parque, quien moderó la participación de buena parte de los asistentes, que pusieron en palabras lo que el predio significa para ellos.

Al ingresar al lugar, más allá de algún cartel, grafiti, juegos para los niños, el factor predominante es la naturaleza y el aire libre. Una vecina en su intervención valoraba la existencia de un espacio que permite a los montevideanos disfrutar de lo natural “sin tener que ir hasta Atlántida o más lejos”, según señaló.

El ex intendente de Montevideo Ricardo Ehrlich, uno de los artífices de la adquisición de los terrenos del parque, reflexionó sobre el cambio que ello significó para la zona. “Es en los ámbitos públicos donde se construyen y desarrollan las comunidades”, resaltó el ex jerarca departamental. También estuvo presente la actual intendenta, Carolina Cosse, quien felicitó a los vecinos por su lucha en la obtención y posterior gestión del parque.

La gestión del predio se caracteriza por ser participativa, ya que tanto los vecinos como la IM y distintas organizaciones toman las decisiones de forma conjunta. El segundo sábado de cada mes se organiza un plenario abierto donde estos actores discuten y llegan a acuerdos respecto al parque. En definitiva, más allá de la infraestructura material, este espacio natural tiene una carga emocional: todos en Santa Catalina tienen una historia para contar.

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