El vaginismo “es un trastorno bastante frecuente, sobre todo en chicas jóvenes”, dijo a Sala de Redacción Judith Alaban, psicóloga y presidenta de la Sociedad Uruguaya de Sexología. Su colega, Agustina Fulgueiras coincidió en esa observación y expresó que “es mucho más común de lo que se cree”. Incluso, “dentro de la sexología clínica es uno de los motivos de consulta más frecuentes”, dijo a este medio.
Este trastorno sexual se manifiesta a través de “la contracción involuntaria persistente o recurrente de la musculatura del tercio externo de la vagina, que dificulta o impide la penetración vaginal” de cualquier tipo, según lo definió la doctora Magdalena Joubanoba en la revista médica Tendencias en Medicina. La penetración o el intento de penetración suele estar acompañado por “dolor, miedo y/o ansiedad”, agregó.
“Muchas personas sienten que tienen como una pared”, expresó Fulgueiras. La sexóloga clínica explicó que las causas que originan esta enfermedad pueden ser de distintos tipos y que es un trastorno que se manifiesta en distintos grados. Se considera un vaginismo primario, es decir que se produce cuando nunca se han mantenido relaciones coitales, suele manifestarse en personas “con temperamento ansioso” y “generalmente es psicológico”. Hay otros factores que pueden influir como “miedo al dolor, falta de información sexual, experiencias médicas o sexuales negativas, mala relación de pareja, miedo al fracaso, etcétera”, expresó.
Por otro lado, se encuentra el vaginismo secundario que según Fulgueiras se puede dar “después de infecciones o partos complicados”, aunque la persona haya podido mantener relaciones coitales incluso durante muchos años.
En sexología “la gran mayoría de las personas que consultan por equis motivo, siempre creen que son casi los únicos con ese problema”, contó. De esto no escapa el vaginismo, una enfermedad que “no es muy conocida” e incluso “hay médicos y técnicos que no saben de su existencia y no saben cómo acompañar a la paciente o a dónde derivarla”, expresó Alaban.
Según el artículo antes mencionado escrito por Joubanoba, “la prevalencia de vaginismo primario va del 0,5% o 1% al 5% y aún hasta un 12,5% según distintos autores, y en las mujeres posmenopáusicas asciende a un 45,3% (vaginismo secundario)”. Sin embargo, Joubanoba expresa que es probable que exista un subregistro de los casos, debido a que muchas mujeres no consultan “por vergüenza” y porque “el sector sanitario no brinda herramientas de diagnóstico y tratamiento adecuado para este tipo de pacientes”.
Consulta y tratamiento
Fulgueiras explicó que las mujeres suelen darse cuenta de la presencia del vaginismo primario cuando intentan tener relaciones coitales por primera vez y no pueden, o en algunos casos sucede que se topan con la imposibilidad de ponerse un tampón o realizarse un examen ginecológico. Tanto Fulgueiras como Alaban ubican alrededor de los 20 años la edad más frecuente en que las mujeres suelen consultar.
A la hora de tratar esta condición, al igual que en otras consultas sexológicas, el profesional debe calibrar con qué ejercicios se siente cómoda la paciente y por lo tanto el tratamiento puede variar, explicó Alaban. En la mayoría de los casos, ella opta por utilizar “ejercicios de desensibilización para perder el miedo” en los que puede ayudar la pareja de la paciente, si es que tiene. Durante el período de tratamiento además de los ejercicios realiza un acompañamiento de psicoterapia, contó.
Fulgueiras utiliza técnicas de desensibilización a través de un tratamiento cognitivo conductual, que considera más “eficaz”. “Básicamente consiste en psicoeducación, disminución de la ansiedad (respiración, relajación, reestructuración cognitiva), exposición gradual al estímulo temido, desensibilización sistemática vaginal con dilatadores para eliminar el condicionamiento”, explicó. Además, resaltó la importancia de que el profesional potencie la erotofilia de la persona, es decir “que tenga actitudes y creencias sexuales positivas”.
La sexóloga clínica dijo que el vaginismo es un trastorno “feo de transitar”, pero que “dentro de todas las patologías que existen relacionadas a la sexualidad, es la que tiene mejor pronóstico para el tratamiento”. Joubanoba explicó en su texto que “es de suma importancia” el diagnóstico y tratamiento tempranos del vaginismo, porque “las tasas de éxito en la terapia de esta disfunción son cercanas al 100%”.
¿Se puede evitar?
Una buena educación sexual implicaría “un cambio significativo” porque “favorece la actitud sexual de la persona”, expresó Fulguerias, aunque no está segura de cuántos casos se evitarían. “Es fundamental que la persona que va a tener penetración por primera vez sepa qué le va a pasar” y que se eliminen las falsas creencias y expectativas desmedidas, y para eso es necesaria la educación sexual.
Alaban no cree que sea una enfermedad evitable porque en muchas ocasiones se trata de “miedo a cosas nuevas” y la primera relación coital implica algo nuevo.
Ambas sexólogas creen que la educación en este ámbito evitaría que la persona que detecta el vaginismo pase años sin consultar y por lo tanto se puede comenzar antes el tratamiento. Alaban explicó que cuando una mujer recibe una educación sexual adecuada, tiene menos miedo de hablar sobre su condición y lo hace más rápido.
Informar de otra forma
Instagram se ha vuelto una de las redes sociales más utilizadas, especialmente por los jóvenes y, con ese auge, han surgido diferentes usos de la plataforma, desde cuentas personales, negocios online, entretenimiento, hasta cuantas educativas. El ámbito de la sexología no se ha quedado por fuera, de hecho, en Argentina, la psicóloga sexóloga Cecilia Ce, quien cuenta con más de 950.000 seguidores, difunde en su cuenta contenidos sobre sexualidad y la salud sexual.
Desde 2019, Fulgueiras utiliza una cuenta de Instagram para compartir contenidos educativos desde su profesión como sexóloga. “Creo que es una buena forma de acercarse a las personas y que se animen a consultar”, expresó. También dijo que cada vez que comparte información sobre algún tema, las personas le escriben mensajes de consulta porque se sienten identificadas.
A través de su experiencia informando en esa red social ha observado que el conocimiento sobre el vaginismo es “muy bajo”. Por eso, cuando realizó un taller sobre este trastorno, lo llamó “dolor en la penetración vaginal”, porque “si ponía vaginismo, posiblemente hubieran venido la mitad”, contó. Luego del taller, muchas de las mujeres comenzaron un tratamiento para superar el vaginismo.