En junio, cuando se celebra el mes del medio ambiente, se busca generar conciencia y mostrar los problemas que enfrenta el mundo actualmente: extinciones de especies, plástico en los océanos, dióxido de carbono en la atmósfera y contaminación del aire.
En Piriápolis se encuentra el centro de cría y rescate de reptiles, Alternatus. Es un emprendimiento familiar, constituido por Ignacio Etchandy e Irasema Bisaiz, que ha sido declarado de interés municipal por el Municipio de Piriápolis. El nombre Alternatus viene del nombre de la crucera, víbora venenosa, mejor conocida como “víbora de la cruz”. Según contó a Sala de Redacción Bisaiz, “es la que causa más accidentes ofídicos en todo el territorio”.
Registrado como criadero de reptiles ante la Dirección General de Recursos Naturales del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y regulado por el Ministerio de Ambiente (MA), Alternatus realiza rescates de serpientes venenosas en la zona de Piriápolis y cercanías. Además, brinda realiza charlas, entre otras actividades para todo público.
Para tener un criadero de reptiles, en 2012 lograron la habilitación de las instalaciones. Después de un tiempo comenzaron a utilizar las redes sociales para dar a conocer la organización, y distintos maestros empezaron a llevar a sus alumnos al centro. Antes de mudarse para Piriápolis, estaban ubicados en Montevideo, donde se hicieron convenios con la intendencia y mediante acuerdos con ONGs se realizaron exposiciones. Luego se mudaron a Piriápolis, una “zona caliente” de serpientes venenosas; contaban con reptiles, en su mayoría exóticos, pero no así con especies autóctonas, salvo algún lagarto o culebra de criadero. El servicio de asesoramiento comenzó cuando los empezaron a contactar para consultarles qué especie de reptil o de serpiente estaban en sus casas.
El reptilario pasó a ser un punto turístico de Piriápolis: se desarrollan actividades educativas todos los meses de forma presencial o virtual, se orienta en la reproducción de reptiles exóticos como mascotas y también se realizan rescates. El servicio es gratuito y todo se cubre con el costo de la entrada. Tortugas, lagartos y serpientes de todas partes del mundo habitan el centro, que cuenta con un total de unos 250 ejemplares, entre otros, tortugas Morrocoyo y lagartos de varias partes del mundo; sin embargo, la mayor parte de los reptiles son serpientes, entre ellas pitones de hasta 5 metros, boas, una cobra de la India y culebras.
Este mes el reptilario está usando el lema “junio verde, junio de veneno”. Isarema contó: “tuvimos la idea de hablar de veneno en general, si bien somos un reptilario y nos hemos formado más que nada en el manejo de reptiles” y subrayó que mucha gente les hace consultas sobre varios temas. “En los últimos meses venimos trabajando con muchas consultas sobre otras especies que no son reptiles, por ejemplo arácnidos, anfibios e incluso nos han consultado por hongos e insectos”, concluyó. Para cubrir la demanda, se buscó especialistas en estas temáticas para brindar una charla informativa.
Los reptiles son sensibles al cambio climático. Necesitan determinada temperatura para sobrevivir, poder termorregularse, digerir su comida, tener energía y desplazarse, pero cuando hay temporada de apareamiento en las serpientes, los machos necesitan pasar frío (según la especie) para generar esperma de calidad. El cambio climático conlleva que las temperaturas no sean lo suficientemente frías, lo que puede repercutir en un descenso de fecundaciones. Como consecuencia, la población de serpientes se verá afectada, lo que en un futuro podría significar la extinción de la especie.
En el caso de los lagartos y tortugas, la temperatura determina el sexo de las crías al nacer, cuando se forman en el huevo. Si hay una temporada de mucho calor, las crías serán hembras, y si nacen bajo temperaturas bajas, serán machos. Generalmente se pretende proporcionar una temperatura neutral para tener igual cantidad de un sexo y otro en las crías. Pero si las temperaturas siguen aumentando, las camadas, que ya de por sí son pocas, podrían ser mayoritariamente de hembras y complejizar la reproducción. Irasema manifestó que “el calentamiento global repercute, no a corto plazo, pero sí a mediano y largo plazo en la conservación de los reptiles. La contaminación por plásticos también, no solamente en las tortugas marinas”, aunque en ese caso produce trastornos en la alimentación, ya que se “alimentan de plástico en lugar de medusas o algas y terminan muriendo”.
¿Son peligrosas?
En una charla en la plataforma Zoom realizada por Alternatus, Fran Brito, director de Serpentario de Tigre, Argentina, y experto en el manejo de serpientes venenosas, habló sobre el temor a las serpientes y remarcó que ese miedo es la memoria genética primitiva, que persiste desde el tiempo de los primates. Y agregó que “cuando la retina detecta un movimiento ondulado por más que no sea una serpiente, los músculos se contraen y el cuerpo queda preparado para la huida”. Brito mencionó que se mata a las serpientes por su piel y su carne, y “la que siempre sufre daños es la serpiente, que cuando mata a un humano también muere”. Una de las principales causas de muerte de serpientes es el prejuicio, dice el especialista, ya que se cree que son peligrosas. Y agregó: “no existe ninguna serpiente peligrosa, pueden ser peligrosas las situaciones en las que nos encontramos con ellas. Las serpientes nos tienen miedo, pero pensamos que están preparadas para atacarnos”.
Una vez lo llamaron para curar a una persona poderosa, pero cuando llegó ya estaba muerta, y como no pudo hacer nada al respecto, se sentó y agachó la cabeza. Se apoyó en su bastón con la mirada perdida, y en ese momento entró una serpiente, a la que mató con su bastón. Enseguida entró otra serpiente, colocó hierbas dentro de la boca de la serpiente muerta y la resucitó. Lo que hizo Esculapio posteriormente fue prestar atención a esas hierbas y fue a su búsqueda. Cuando las encontró, hizo lo mismo que había aprendido y resucitó a la persona a la que había ido a curar. A partir de ahí se le otorgaron poderes divinos tanto a él como a la serpiente, lo que posteriormente llevó a la leyenda de que Esculapio caminaba de pueblo en pueblo con su bastón y llevaba con él a la serpiente como mascota.