El Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) aprobó en abril un documento preliminar de lo que planea ser el Marco Curricular Nacional para la educación pública. Este documento reúne ideas y nociones sobre cómo debe ser la currícula del sistema educativo e incluye algunas herramientas para su implementación. 

El nuevo marco curricular se inscribe dentro del proceso de reforma de la educación que ANEP planea llevar a cabo. De seguir con el cronograma del organismo, los cambios curriculares comenzarían a aplicarse en marzo del próximo año. Sin embargo, la aprobación del documento preliminar ha despertado diferentes respuestas entre los diversos actores de la educación. 

Robert Silva, presidente del Codicen, explicó a Sala de Redacción que en la nueva propuesta curricular habrá una concepción de la educación diferente a la actual. El jerarca dijo que aunque se toman algunos elementos del currículum actual, en el documento preliminar se establece la intención de cambiar a un marco competencial. En ese sentido, apuntó que “las disciplinas van a seguir existiendo, los contenidos van a estar asociados a ellas y van a estar vinculados con las competencias que se han establecido”.

En el documento preliminar, aparece la “flexibilidad” como uno de los “principios del Marco Curricular Nacional. Silva la definió como “la necesaria participación de los estudiantes, docentes y de las comunidades, en la construcción curricular”. Además, criticó que actualmente “tenemos un currículum muy rígido”, que es “absolutamente contenidista y prescriptivo”. Por lo tanto, el presidente de Codicen opina que se deben “generar espacios” dentro del currículum para que estudiantes y docentes “establezcan cuáles son sus intereses”, dijo.

Sin embargo, a través de las Asambleas Técnico Docentes (ATD), los profesionales de la educación han manifestado su rechazo al documento preliminar. Daysi Iglesias, integrante del Codicen elegida por los trabajadores de la educación, comentó a Sala de Redacción que “no existió una consulta oportuna ni pertinente”. Además, agregó que “no puedes esperar a tener un proyecto acabado para hacer la consulta”, ya que en ese momento solo queda pronunciarse a favor o en contra.

Tanto estudiantes como docentes fueron convocados a participar a través de una encuesta de múltiple opción, lo que, para Iglesias, “no es pedagógico”. La integrante del Codicen considera que en 2021 se perdió la oportunidad de generar un proceso “muy amplio” en el que se convocara a toda la comunidad educativa, porque, “si bien estábamos en la pandemia, existían las vías de la virtualidad”.  

Desde la academia

Pablo Martinis, integrante del Observatorio del Derecho a la Educación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, dijo a Sala de Redacción que el nuevo marco propone un enfoque organizado en competencias que “define la centralidad en el estudiante”. Según él, se plantea una contraposición entre lo disciplinar y lo competencial, dicotomía que “en buena medida ya está superada a nivel internacional en los debates curriculares”. 

El académico explicó que en el mundo la educación tiende a la integración de ambas miradas curriculares y que, si bien algunas autoridades actuales de la educación nacional hablaron de ese cruce, “en el documento se sigue presentando la relación entre contenidos y competencias como una contraposición”.

Crítico hacia el nivel de participación docente en la elaboración de la reforma, Martinis coincidió con Iglesias en que la consulta individual por encuestas “no llega al nivel de un proceso de debate”. Según sostuvo, las consultas individuales a través de formularios prediseñados son un mecanismo “ciertamente muy pobre en términos democráticos y no ayudan a recuperar la tradición uruguaya sobre el debate sobre los cambios en la educación”. 

Martinis también cuestionó las consultas a las ATD y comentó que, a su modo de ver, “se las ha minimizado”. Explicó que recientemente se ha convocado a las ATD en todos los subsistemas educativos el mismo día, lo que implica “desconocer el hecho de que hay docentes que trabajan en distintos subsistemas y solo podrían expresar su opinión en uno”. Sobre los tiempos que los docentes tuvieron para estudiar el documento, dijo que “se distribuyó cinco días antes de las ATD” y tiene más de 50 páginas. “Esa no parece ser la mejor forma de generar un proceso en el cual se pueda discutir a fondo”, agregó.

Desigualdad y trabajo

Tanto Iglesias como Martinis ven el sistema curricular competencial como problemático y coinciden en que puede profundizar las desigualdades sociales. Iglesias dijo que este marco curricular “está ligado a un programa mínimo, donde cada escuela puede agregar lo que quiera”. En este sentido, sostuvo que en un país sin demasiada superficie, población, ni grandes obstáculos geográficos, este tipo de marco lleva a “fragmentar la educación”. Por su parte, dijo que, “en contextos de mayor vulnerabilidad, el interés y la vida del estudiante puede estar vinculado a determinadas actividades que no son las mismas en otros entornos”. De este modo, “se permite que se incorporen contenidos según el contexto cultural y eso no debe ser así”.

Martinis sostuvo que hay un problema en la concepción del “lugar que la educación debe ocupar” y dijo que, de algún modo, el sistema educativo debería “intentar alterar las desigualdades sociales y no simplemente confirmarlas”. Para él, con la implementación de este marco se generan problemas para la movilidad social y crece la desigualdad de oportunidades. Al respecto, agregó que es problemático si se quiere plantear “un modelo de desarrollo que apueste fuertemente por la distribución del conocimiento avanzado entre todos, no solo algunos”.

Según explicó Martinis, existe una oposición entre dos grandes modelos: uno “de desarrollo nacional”, centrado en la formación universal sobre habilidades y formas complejas de vinculación con el trabajo; y otro “más vinculado a la idea de servicio”, que para una parte de la población establece la rápida y temprana inserción al mundo del trabajo, a través de “una instrucción muy básica”. Para el investigador, en este caso “estamos más cerca de un modelo de empleabilidad que está pensando más en un país de servicios que en uno de desarrollo”. 

Desde el punto de vista de Iglesias, existe una nueva división del trabajo que segmenta a la población entre quienes “poseen conocimientos y saberes, y aquellos que se reciclan constantemente, porque el conocimiento lo producen otros”. La integrante del Codicen elegida por los trabajadores comentó que la ciudadanía debería elegir “si quiere tener hijos formados para incorporarse a los requerimientos del mercado de trabajo o si prefieren una persona formada, con autonomía cognitiva y de desempeño que le permita integrarse a ese mundo de trabajo con otras herramientas”.

Esta nota es producto de un informe presentado por Sala de Redacción en UniRadio, que se puede escuchar aquí:

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